¿Viajar?

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Desperté con el sonido del móvil de Sergio. Me moví un poco, sin prestarle atención a algo que a penas oía por el sueño. Le di la espalda, desenganchando mis brazos de su cuerpo e intentando pegar ojo.

Sus palabras empezaron a ser lucidas en mi cabeza y luego de un rato me empecé a arrepentir de haber seguido oyendo.

"Que sí.. yo te alcanzo. Dame hasta después de mi boda y voy para allá pero.. no, no voy a viajar antes. Amo a mi prometida, no quiero mentirle. No otra vez... Querido.. Está bien, luego te aviso cómo hago. Haya luego"

Se volvió a tumbar, pegando su cuerpo a mi espalda y enterrando su nariz en mi pelo.

- ¿Qué hago ahora? -susurró, cómo rogándole a algún Dios que le de una respuesta.

Me acabé durmiendo en sus brazos, despertándome por el medio día con el olor a salsa bien impregnado en la casa.

Fui al baño, tomé una ducha y me cambié la ropa, poniéndome un jean y una camisa azul.

Bajé a la cocina y me encuentro a Sergio preparando el almuerzo. El pobre ingenuo ni se imagina que yo oí todo y que sé que, tarde o temprano, él viajará sin mi.

Caminé a la sala y me encontré a Paula sentada en el sofá, mirando su móvil. Saltó a saludarme en cuanto me vió.

- Buen día, cariño.. -dije, abrazándola. Un momento.. hoy es miércoles. -¿Paula, no deberías estar en el colegio?

- No mamá, ¿lo olvidaste? Hoy es el aniversario del atraco, hay paro.

- Y por tanto.. -sentí unas manos correr mi cabello y unos labios besar mi cuello. -Nuestro aniversario. -dice Sergio, sonriéndome.

Muevo la cabeza hacia su lado y no provoco ninguna expresión. Él me mira confuso, cómo no hacerlo, no sabe que yo le oí hablar por teléfono.

- ¿Está todo bien? -me preguntó, a lo que asentí con la cabeza y me corrí de lado. -He preparado tu pasta favorita.

- No es necesario, no tengo hambre. -me corrí, dejándolo solo mientras yo caminaba dirección al cuarto.

Estaba enfadada. Demasiado para estar en el mismo espacio que él. No puede viajar cuatro días antes de nuestra boda, hay muchas cosas que hacer y preparativos que terminar. Si se va ahora no podré yo sola, él es el encargado de la gran mayoría de las cosas y yo no puedo poner mano encima.

Le oí tocar la puerta una, dos, tres y unas cuantas veces más. Pero no l abrí y si él llegase a abrir la puerta simplemente le ignoraría.

No lloraba, no estaba triste. Sentía impotencia, decepción.

Oí el juego de llaves encajarse en la cerradura y el chillido que hace la puerta al abrirse lentamente.

- ¿Podemos hablar? -preguntó serio, mientras se acercaba a mi con la intención de sentarse en la cama a mi lado.

- ¿Sabes qué pasa? Quedate fuera el tiempo que quieras, que no me molesta. Yo cojo mis cosas y me voy. Si te interesa tanto haz lo que tengas que hacer, pero la boda se cancela.

Me levanté, caminando sin mirar atrás. Salí dando un portazo a la puerta principal y dirigiéndome a algún lugar donde me encuentre.

-

- ¿Qué hiciste? Mi madre salió de casa dando un portazo, los dos bien sabemos que es grave. -me decía Paula, quien había presenciado cómo su madre salió enfadada de casa.

- No me ha dejado hablar.

- ¿Hablar de qué? Papá, he oído todo. ¿Dónde coño vas?

- Es que..

- Es que nada, dime. No quiero que se cancele ese casamiento por una tontería.

Mi hija sonaba ruda, realmente lo hacía. Nunca creí verla de esa forma, parecía su madre sin una sombra de dudas y eso me hacía adorarla aún más.

- Tengo que hacer un pequeño viaje y ella parece que se ha enterado y no me deja explicarle.

- ¿Explicarle qué?

- Hija.. -dije, tomando sus manos y caminando hasta el sofá, sentándonos. -Prométeme que no dirás nada. Es una sorpresa para tu madre, tu abuelo está vivo y yo quiero él pueda llevar a Raquel al altar, tal y cómo yo adoraría hacerlo contigo.

- ¿Y por qué no traéis a mi abuelo acá y ya? En lugar de irte y hacer enojar a mamá.

- Porque tu madre no está un segundo dentro de casa y donde sea lo encontraría, y la idea no es esa. Sólo.. déjame ir hasta Tailandia, él está allí con Helsinki, siendo bien hospedado.

- A mi no me lo preguntes. Soy tu hija, tu eres quien me da ordenes. -rió.

- Hija.. no sé que hacer ¿Vale? No puedo traer a tu abuelo aquí pero tampoco puedo viajar a verlo.

- ¿Y si lo dejas en manos de Helsinki?

- La ultima vez que dejé algo en manos de Helsinki casi voy preso y luego casi soy asesinado por el perro de un ruso. No es buena idea.

- ¡Exijo que cuentes esas historias por la noche!

- No el el punto, cariño. Pero lo haré, ahora ayúdame a encontrar a tu madre.

Paula salió en dirección a casa de Nairobi, quien le ayudaría a buscar a Raquel mientras yo me quedaba en casa hablando con Rio, quien intentaría rastrear su móvil.

De pronto oigo la puerta y veo entrar a Raquel. Sus ojos estaban hinchados y no quitaba la mirada del piso.
Le llamé pero no me hizo caso, caminó hasta el cuarto y yo fui detrás de ella.

- Raquel..

Nada, no decía nada. Preparó una maleta con algo de ropa y se dirigió a la puerta, pero la frené por el brazo.

- ¡Suéltame! -sus palabras se hundían en un llanto que no salía pero, si se descuidaba, acabaría haciéndolo. -¡Me estás lastimando!

- ¡Lo sé! -levanté la voz, asustándola. -¡Y no me importa! Te estoy perdiendo por una estupidez!

La atraje a mi, dejándola parada frente a mi.

- Me estas lastimando. -volvió a decir, antes de intentar soltarse. -¡Sergio!

Le levanté la mano, ella corrió el rostro, demostrándose vulnerable y débil ante mi.

Continuará...

Nada calculado [La Casa de Papel Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora