Capítulo 1: Promesa al corazón

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Los ojos de Eiji se abrieron lentamente, mientras se acomodaba y bostezaba ligeramente. Ash lo estaba abrazando por la cintura mientras él estaba apoyado en su pecho. Somnoliento, el pelinegro retiró su brazo sentarse en la cama y volver a bostezar. Lo miró sonriendo de lado y le echó las mantas por encima sin despertarlo.

<<¡Es tan lindo...!>>, pensó buscando su cámara de fotos en la cómoda de al lado antes de sentarse en la cama y sacarle una foto de su rostro.

La respiración leve y calmada lo hacía entrar en calma, sabiendo que Ash estaba bien. Después de sacar varias fotos, soltó la cámara en la mesita de noche sentó nuevamente para acariciarle la mejilla y soltar una pequeña risa de entre sus labios.

¿Quién iba a decir que le gustaba Ash realmente? Desde el primer momento que lo vio se quedó asombrado. No sabía cómo hablarle y, en ese bar, su nerviosismo era evidente. Mientras tocaba suavemente su cabello, recordó la primera vez que lo salvó: estando profundamente agradecido. Aquellos actos le hicieron sentir una meta, la cual consistía en que pase lo que pase, Eiji iba a protegerlo.

—Hey... —susurró Ash—. ¿Por qué estás tan pensativo?

Eiji lo miró y le sonrió, viendo como este le besaba su mano cálidamente.

—Solo pensaba en todo lo que ha cambiado todo desde ayer. —Se apresuró a decir—. Aunque no te voy a ceder a nadie —sonrió para acercarse y darle un beso—. Buenos días.

—Buenos días, corazón. ¿Quieres desayunar?

Eiji asintió ruborizado mientras daba un bote en la cama esperando a que el contrario se levantara para sujetar su mano e ir hasta la cocina. Un rato después, ambos se sentaron en el sofá, pues aún era temprano para hacer algo. Arthur salió en él por sorpresa de ambos, siendo que la policía lo arrestó por agredir a otro agente.

—La gente no cambia... —susurró apoyándose en el hombro de Ash, mirándolo algo nervioso—. No hagas nada de lo que después puedas arrepentirte, por favor.

—Tranquilo —intentó calmarlo—. Mientras estés cerca, es más que suficiente.

Ash lo abrazó y le dio un beso. Al mirar la hora se separó de él, haciendo que Eiji cayera hacia el lado, mientras el pelirrubio se reía.

—Voy a salir. Volveré a la noche.

—¿Dónde vas?

—Alguna que otra cosa —respondió sin pensarlo—. Es peligroso salir. Quédate en casa por hoy, ¿vale?

—Está bien.

Eiji suspiró mientras lo veía irse, teniendo frío luego de separarse de él. Con pesadez se levantó del sofá y fue hasta el cuarto para coger una mantita que compró hace tiempo con un estampado de conejo, ya que le pareció graciosa. A paso lento volvió al sofá, sintiendo sus manos frías y su cuerpo temblar. Poco a poco fue recuperando el calor, y durmiéndose sin darse cuenta.

Luego de unas horas, se despertó debido a unos gritos.

—¿Mmhg...? —murmuró tallándose los ojos.

Eiji sabía que Ash le advirtió que no saliera, pero al oír tantos gritos, se vio en la necesidad de salir del apartamento.

—¿Por qué tanto alboroto? —preguntó a un vecino que estaba casi al lado suya.

—Al parecer el hijo del hombre de la camisa verde envió al hospital al hijo del otro. —Le explicó—. El hombre de la camisa amarilla vive un piso más arriba y el de verde en este.

—Oh... Entiendo.

— Mejor que pases de ellos, son peligrosos. Están metidos en estas cosas raras —dijo para luego excusarse y despedirse, volviendo dentro de su casa.

Cartas anónimas para Ash (EDITANDO - EN PAUSA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora