Capítulo 4

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Capítulo 4: el sabor de la culpa

Izuku fue trasladado al hospital aquél mismo día en cuanto que su madre hubo llegado a la academia. Katsuki por su parte fue obligado a volver a los dormitorios, donde los extras de su clase parecía que se subirían por las paredes de los nervios. No los habían dejado salir ni visitar al peliverde para evitar altercados, pero no hubo puesto los dos pies dentro cuando los tuvo a todos encima.

-¡¿BAKUGOU-san, qué es lo que ha pasado?!-gritó el cuatro ojos.

-¡¿Cómo está Deku-kun?!-inquirió la cara redonda con ansiedad.

Bakugou simplemente chistó con molestia, apartó a todo aquél que se interponía en su camino y se alejó hacia su habitación.

Huyó, más bien.

Todos se le quedaron mirando preocupados. Aizawa sensei había estado allí antes y les había dicho que su compañero herido había sido llevado al hospital... Pero querían saber algo más, algo con lo que poder calmarse ante aquella situación en la que no podían hacer nada.

Bakugou sabía esto último muy bien, y cuando entró en su cuarto, no tardó ni cinco segundos en echarse sobre la cama, cubriéndose la cara con uno de sus brazos en la penumbra.

Deku no había llorado en su presencia, aunque sus ojos esmeralda obviamente mostrasen signos de que lo había hecho ya. Eso le incomodaba.

Él tampoco había llorado delante de él, no lo haría, no mientras se llamase Bakugou Katsuki. Pero el simple recuerdo de esos ojos verdes sin alma le producían una sensación insidiosa en el estómago. Esos ojos no eran los de Deku, no eran los del chico afable y cálido que él conocía...

Lo peor de todo, es que él era el causante de que la calidez que desprendía siempre Izuku se hubiese esfumado... y si había algo aún más molesto que eso, es que el propio peliverde no se lo echaba en cara. Deku no parecía tener la intención de querer culparle por su estado.

Había acabado así por su culpa y el rubio quería oírselo decir de su boca, pero Izuku no lo había hecho. Simplemente, había seguido sonriendo con la mirada perdida y el corazón vacío hasta que los profesores entraron en el cuarto y Aizawa sensei le había indicado que ya podía marcharse.

Durante todos estos años, había estado molestando a Izuku Midoriya pro ser débil y por no tener una particularidad. Lo había pateado, golpeado, insultado y maltratado psicológicamente, pero la esperanza nunca había dejado de brillar en sus ojos... Eso es lo que siempre le había atraído de él.

Sin embargo, justo ahora que no quería que eso pasara, ahora que había dejado atrás la idea de hacerle la vida imposible, ahora... tenía que ser testigo de cómo aquellas esmeraldas se hacían pedazos. 

Katsuki tragó saliva y apretó los dientes... Así que, éste era el sabor de la culpabilidad.

•  •  •

Al día siguiente, sus compañeros de clase tuvieron permitido ir a verle al hospital. Todos fueron cargados con ramos de flores y dulces, todos menos él. Él decidió no ir con ellos.

Se dedicó a dar vueltas por su habitación, a hacer flexiones o a mirar el techo sin un propósito claro. Por desgracia, cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Deku sonriendo aparecía con total claridad, pero no sus sonrisas de siempre, sino las de ayer. Bakugou golpeó el suelo frustrado. Aquella cara no salía de su cabeza hiciera lo que hiciese. 

Se imaginaba al chico de bucles verdes esbozando aquella sonrisa triste frente a sus compañeros de clase con el pretexto de no preocuparles. Lo sabía, sabía que lo haría. Así era Deku: un idiota empedernido hasta la médula. 

You're not a hero (Katsudeku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora