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25 de febrero de 2015
Rose estaba sentada en su mesa habitual con sus amigos mientras jugaba con su comida.
─¡Ey, chicos! ¡Aquí! ─escuchó gritar a Nathan.
Levantó la vista para fijar a quién le hablaba su amigo, y su mirada conectó con la de Shawn, quien le sonrió. Tanto el amigo de Rose como su admirador sabían bien lo que Nathan buscaba hacer. Shawn, Brian e Ian se acercaron tímidamente a ellos, sin sentarse aún.
─Siéntense con nosotros ─los animó Nathan en un tono burlón mirando al castaño. ─No queremos molestar.
Tanto Brian como Ian se encontraban sorprendidos detrás de Shawn, esperando a una orden por parte de él.
─No hay problema, ¿verdad, chicos? ─volteó para preguntar a sus amigos, que también estaban confundidos. ─No, supongo que no ─contestó Noah dudoso. ─Tú tampoco tienes problemas con que estén con nosotros, ¿o sí, florecita? ─Para nada ─respondió Rose con una sonrisa y se deslizó a un lado para hacer una espacio a Shawn.
Brian e Ian se sentaron a lado del pelinegro que los había llamado, mientras Shawn lo hizo en el espacio que Rose había hecho para él, aún con timidez. Hablaban de cosas realmente triviales y poco a poco tomaron confianza entre todos ellos. Y cada vez que la única chica de la mesa hablaba, los ojos de Shawn se iluminaban sin él poder evitarlo, pero Rose no lo notaba. En cambio, Daniel desde otra mesa lo hacía y sólo ideaba cómo hacer que Rose estuviera con él.
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─Te lo digo en serio, florecita, estoy tremendamente enamorado de ella ─insistió Vincent a través de la pantalla y Rose sonrió ─¿Sabes lo que es estar enamorado, Rose? ─Algo así ─admitió con sus mejillas sonrojadas. Su mejor amigo la miró sorprendido por su confesión. ─Tienes que contarme ahora.
Rose se levantó de su cama emocionada para buscar la caja donde guardaba las cartas y notas que su admirador le había dado y comenzó a leerlas a su amigo mientras las explicaba. Porque a pesar de la distancia, Vincent necesitaba saber lo que sucedía, y Rose necesitaba su opinión.
