02 de diciembre de 2014
─Pss, Rose ─susurró Noah, a lo que ella lo calló poniendo un dedo en sus labios.
─Rose ─volvió a susurrar su mejor amigo, y Rose repitió la misma acción, intentando prestar atención al maestro de Historia, quien explicaba las revoluciones liberales.
─¡Rose! ─dijo esta vez más fuerte, haciendo que ella volteara a verlo enojada.Noah señaló con la cabeza hacia delante, indicándole que echara un vistazo. Rose rodeó los ojos y miró donde había señalado, viendo a Nathan y a Oliver durmiendo con la cabeza en la mesa que compartían. Le resultaba difícil no reírse. Volvió a mirar a Noah mientras mordía un lápiz para ocultar su diversión.
Mientras tanto, el castaño que seguía sin poder dormir por la noche, y que ahora se sentía soñoliento en clase, observaba con detalle cada acción de la británica. O algo por el estilo, porque estaba a nada de caer dormido en su pupitre, como los amigos de su chica.
Rose recorrió todo el salón, y notó como varios estudiantes no aguantaban el aburrimiento y sueño que les provocaba la clase. Después de todo, ella también era una de ellos, pero luchaba por mantenerse despierta, porque no sólo era la clase, si no también que la noche anterior no había dormido del todo bien.
Era la una de la madrugada cuando Rose leía la carta más reciente que había llegado. Las palabras de aquel chico le daban un extraño escalofrío, y temía enamorarse de alguien qué tal vez nunca conocería. Pensando en aquel asunto, la adolescente pudo conciliar el sueño hasta dos horas después, alrededor de las 3:30. Y si dormir le fue muy difícil, despertar fue aún más.
Entonces se escucharon unos golpes en la puerta.
─Profesor, el director lo necesita en su despacho ─dijo la secretaría asomándose por la puerta. El señor con cabellos grises por cuero cabelludo miró a su clase con diversión y se levantó.
Rose volvió a mirar a los chicos que seguían sin levantarse y su mirada se centró en el castaño con el que había compartido miradas unos días antes en la cafetería. Shawn no estaba del todo dormido, pero se encontraba más en ese estado que despierto. Si hubiera notado que Rose lo observaba, probablemente hubiera muerto allí mismo, o se hubiera arrastrado debajo de la mesa que compartía con Brian, quien se encontraba soñando mientras recargaba su cabeza en su brazo. Y entonces no pudo dejar de pensar en la carta.
Un día no pude dormir nada en mi casa, pero me dormí en clase. Probablemente también me ayudó que era la clase de historia, me aburre mucho.
El profesor regresó justo cuando el timbre indicó el fin de la clase y todos los estudiantes parecían huir de él. Al ser la última hora, Rose tomó sus libros con paciencia esperando que todos salieran para ir a su casillero. Al final, sólo quedó ella con el chico de las miradas. Avergonzado, él le pidió que pasara primero y ella le agradeció con una sonrisa que nunca olvidaría.
El tiempo pasó y Rose llegó a su casa, colgó sus llaves como de costumbre y soltó su mochila. Realizó lo que se había hecho una costumbre; almorzar, hacer su tarea e ir a clases de danza. Después de que ella se hubiera duchado y cambiado después de tres horas bailando, sus padres llegarían a casa y cenarían en familia, le preguntarían sobre la escuela, le repetirían que tuviera buenas calificaciones y su padre le advertiría sobre estar con chicos hasta cansarse.
Ese era un gran problema. El padre de Rose se negaba a que ella tuviera un novio. Él estaba bien con su pequeña teniendo amigos varones, porque estaba seguro que nunca intentarían algo más. Pero que Rose llegara a tener novio... simplemente no formaba parte de sus planes.
Al final del día, Rose tomaría otra ducha antes de irse a dormir, saldría de esta y se pondría su piyama para después revisar un poco su celular y dormir.
Pero esta vez sería diferente.
La inglesa no podía dejar de pensar en el chico que le escribía cartas. Sus palabras no abandonaban su mente, por más que lo intentara.
Te abrazaría como si no hubiera mañana. Te haría mimos y acariciaría tu precioso y extraño cabello rojizo, que en estas épocas luce castaño oscuro.
Rose se encontraba frente al espejo de cuerpo completo que tenía en su habitación mientras se secaba su cabello y sólo tenía puesta ropa interior. Su cabello siempre había sido de ese tono, un extraño rojizo que en cualquier momento podía hacerse un castaño oscuro, o incluso un castaño claro.
Pondría mi mano en tu cintura y te tomaría fuertemente. Escondería mi cabeza en el espacio de tu cuello y guardaría en mi mente tu aroma.
Ella moriría por si quiera saber el aroma de aquel chico. Era lo mínimo que pedía. Ahora Rose se encontraba sentada en una esquina de su cama, observando la pared en silencio.
Dios, moriría por dormir contigo. En el sentido más inocente de la palabra.
Esa noche Rose soñó con el chico castaño que de vez en cuando compartían miradas. Y en otro lado de esa pequeña ciudad, Shawn soñaba con Rose. En sus sueños sucedía justo lo mismo que él había escrito en las cartas. La abrazaba fuertemente mientras ella sonreía en su pecho.
Esa noche ambos habían conciliado el sueño sin problema alguno. Porque no necesitaban nada más que el uno al otro.
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17 WAYS TO SAY I LOVE YOU; S.M.
Fanficii. ❝Querida Rose...❞ Donde Shawn le envía cartas anónimas a la chica de la cual está perdidamente enamorado.