Capítulo 36: ¡Pasado Vrs Presente! Parte II

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Lo estas, lo estas torciendo. Es solo que no me gusta como me estás diciendo las cosas —

— No claro que no te gusta, porque estoy molesta y sabes que es verdad. Tu trabajo, tus reuniones y tu hijo son todo, ¿pero y yo? —

— Eres mi mujer y te amo — su rostro era serio — pero ya no quiero escucharte con lo mismo. — Mantuve la mirada en el suelo, reteniendo el desenvaine de todo lo que mi ser sentía en ese momento.  — Milo, vuelvo mañana. — levantó mi rostro y besó mis labios. — Mañana hablamos sobre esto de nuevo ¿si?

Asentí — Hablemos como los últimos cuatro meses , ok.  — Camus suspiro y se alejó. 

— Milo, no sé que más hacer — dijo en la puerta de la habitación — en serio. 

Y es entonces cuando te sientas en la cama e intentas suprimir todos esa emociones que te asfixian, esas que guardas desde hace un tiempo y que ahora desean salir.
— Aguanta aguanta un poco más,  aguanta hasta que la puerta se haya cerrado y el se haya ido.— pensé.

Y así fue, cuándo Camus cerró la puerta tras él, dejé mi llanto salir.  Las lágrimas corrían por todo mi rostro, cayendo en la cuenca entre mis senos.
 
Mientras cubría mi boca me di cuenta de que esa la muestra del dolor que sentía al ver que todos mis planes e ilusiones se venían abajo.  De ver que después de tanto, llegué a creer en la frase

"Lo que vale la pena jamás es fácil".

Creí que era el momento de ambos, pero ver que mi relación no funcionaba de nuevo, era un golpe duro para mí.
Era un golpe de cara contra un muro de situaciones qué hacían cuestionarme, el hecho de estar con él, de qué si era algo tóxico, lo cual solamente forzamos y nos empeñamos en hacer funcionar, de manera inútil.  O simplemente si era que nuestros vanos esfuerzos necesitaban ser probados con algo más fuerte para descubrir su valor. 

— ¡Cochinada! — grite.
Era tan molesto, todas esas idioteces que me cruzaban por la cabeza, sabiendo que yo lo amaba con todo mi ser, y no necesitaba nada para corroborarlo. 

Sin embargo, no podía continuar así, el peso de la relación no podía llevarlo a cuestas solamente yo.  No podía estarme hundiendo a mi misma. 

En aquel momento prometí estar junto a él, trataría de comprender su situación. Pero últimamente siquiera lograba veinticuatro horas con todos los sentidos agudos. 

— ¡Aioria!

Me levanté y caminé hacia la cocina en donde estaba mi celular.  Mientras me repetía..

Cálmate, cálmate. 

— ¿Aioria?  —

—  ¿Milo estás bien? — preguntó al escuchar el chillido de mi voz. (Llamada de la que Milo habló en el capítulo anterior)

— No puedo competir con su hijo, además ese pequeño no merece que lo haga. 

— ¿Espera qué vas a hacer? — sorbi mis mocos.  

— Papá estuvo con una mujer que no era mi madre, sentí eso y él no tiene por qué sentirlo también. 

— Milo,  Camus no es una propiedad o una cosa que puedes cederla a otra persona. 

Entre El Amor Y El Odio . Donde viven las historias. Descúbrelo ahora