Capítulo 11

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Ese hombre que tiene su boca sobre la mía y aparece sin ningún aviso es mi exnovio. El imbécil del que aparentemente me había librado cuando rechacé casarme con él, creo que no lo tomó igual que yo.

Ojos un tanto verdosos, sonrisa encantadora, piel medianamente morena, dominio perfecto del español e inglés, pues su madre era argentina y su padre irlandés, y prepotencia a flor de piel. El tipo de hombre elocuente y seductor que no deseas cerca al conocer lo demandante de su personalidad.

- ¿Qué haces aquí, Lucas? -pregunté con incredulidad, aún con Gustave a centímetros que desearía reducir.

- Debo hablar contigo. Quiero, más bien. -sostuvo Lucas, en el instante en que parecía haber perdido toda seguridad.

- Yo... -comencé, pero era evidente que sólo podía continuar con un "...no sé qué decir".

Gustave aún esperaba. Demonios. Ni siquiera tengo una respuesta decente.

- Estamos esperando, Julie Kiells.-Acotó Gustave.

- Bien. Yo creo que debería escuchar a Lucas, y no creo que lo más cómodo sea que observes todo. Yo... creo que debes irte, Gustave.

- ¿Por qué?

- No tengo idea de la mayoría de las cosas que hago, más que esforzarme en mi trabajo... soy un desastre ambulante en este tipo de conversaciones. Además, jamás me vi en una situación tan bochornosa, ¿crees que puedas irte?

- No es lo que quiero -contestó con un adorable capricho, que no estoy segura de cómo interpretar.

- No todo se trata de lo que quieres, ¿sabes, Sebastian?

- Gustave. -corrigió ante el tedioso comentario de Lucas.

- Perdón, pensé que a todos los niños ricos los llamaban Sebastian.

Sé que quería romperle la nariz. Pero también sé que quiso respetar mi decisión.

Entonces Lucas se decidió a pasar, sin que lo invitara con particular alegría.

- ¿Ese era tu jefe, Julie?

- Esa era una persona a la que debías tratar con respeto, Abbot.

- Siempre te quejabas de que era un idiota. Todos los meses lo nombrabas "bastardo del mes" ¿y ahora te trae flores?

- ¿A qué viniste?

Se acercó a mí, puso una mano en mi cintura, otra en mi labio inferior. Tuve que detenerlo, y lo hice.

- Quiero que me expliques qué hacía él aquí. -Trató de seducir, susurrando al oído, siempre con el aliento fresco y la mala costumbre de respirar agitadamente cada vez que deseaba algo.

- Y yo quiero que me expliques qué tú haces aquí. Y veo que ninguno ha obtenido respuesta.

- No seas tan terca -aún así, al verse abatido decidió responder-. Me botaste, como si no fuese nada para ti.

- Dije que no quería casarme, y que tú no ibas a cambiar eso. Suspiré- A ver, digamos que estuvimos saliendo por un año...

- Sí fue un año, pero es demasiado tiempo como para que puedas admitirlo.

- En fin. No quiero, no voy a querer. Si realmente fue un año, no deseo que sea un día más.

- Repites demasiado las palabras 'no quiero', 'no deseo'. Antes no era así. 'Te quiero, Lucas', 'te deseo, Lucas, a mi lado, sobre mí, debajo de mí'... ¿eso ya se te olvidó? -decía con suspicacia.

- ¿Sabes? Cuando era una niña, solía repetir que jamás permitiría a ningún patán tratarme mal. Y ahora...

- Recibes flores del patán de tu jefe, lo dejaste claro.

Tras pasar tanto tiempo intentando meterme a una cama implícitamente, Lucas se quedó en silencio. Y yo le dirigí a la puerta, casi lo obligué a salir.

- Yo te amo.

- ¿Ah, sí? Espero que el amor te dure tanto como "el tiempo que desperdiciaste conmigo", idiota. - fue lo último que hice, recitar lo que me gritó tras rechazar su propuesta de matrimonio.

Cuando por fin logré que se fuera, vi que Gustave seguía en el pasillo fuera de mi departamento.

- Creo que fue impresionante. Ya sabes, lo poco que escuché, después de la "declaración de amor"... Aún estoy un poco confundido.

- Bien, pero te pongo al tanto en otro sitio que no sea mi departamento, ya hay demasiada masculinidad, debo desinfectarlo.

- No estoy seguro de cómo tomar eso.

- Okay. No quiero otro patán dentro.

- Ahora sí creo que me debo ofender.

Al salir del edificio, me dispuse a caminar, pese a que sabía que su auto estaba fuera, siempre he preferido hablar caminando.

- A ver, esto no es muy complicado. Lucas Abbot era mi novio, quizá salimos un año. Me pidió matrimonio, pero yo no quiero casarme con él, ni con nadie.

- Gracias por aclarármelo.

- Bien. Él se comportó como un imbécil cuando me negué.

- Espera. ¿Te ibas a casar con ese vejestorio?

Comenzó a reír desenfrenadamente.

-No está tan viejo. Tenía 34 cuando comenzamos a salir.

- ¿Y en el 35 le regalaste una silla de ruedas? - no faltaba mucho para que llorara entre su ataque de risa.

- ¿Puedes explicarme cómo alguien tan inmaduro como tú lleva una empresa tan importante?

Fijó sus ojos de nuevo en mí.

-Tengo una buena secretaria.

Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora