Capítulo 21

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Hola, gente, ¿cómo les va? Retomaré la historia e intentaré actualizar más seguido. Díganme, ¿qué piensan de Tom? ¿Les cae bien? ¿Qué creen que pinta aquí?

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— ¿Qué hay de ti? ¿Estás casado, tienes novia, hijos...?

Pregunté en el interior del auto de Thomas York en el camino a mi casa. Keren nos ofreció quedarnos a dormir, pero ambos tendríamos que trabajar en la mañana.

—Tengo, sin lugar a dudas, el cartel de "soltero" pegado en la frente.

Ese comentario me hizo reír.

—Eres un tipo agradable, aunque estés conduciendo ebrio y tengo miedo de que termine muerta.

—No eres muy optimista, eso lo veo...

Soy realista.

Aunque eso es lo que dicen los pesimistas como excusa.

— ¿Así que cada vez que quiera hablarte debo ofrecerte alcohol?

Él sonrió, cruzando a mi manzana.

—Veremos.

Al llegar al frente de mi edificio bajó conmigo hasta la puerta y tuve la oportunidad de notar la diferencia de estatura entre ambos. No soy alta, eso lo aseguro. Sentí su mirada y por un momento deseé que mi vida fuera como la suya, así de tranquila, estable. Al parecer mis ojos denotaban la tristeza que llevaba dentro.

— ¿Por qué siempre me llevo tan bien con hombres que tienen una posición laboral mejor a la mía? Estoy harta de mis jefes, ni siquiera...

Él me interrumpió con una sonrisa, dejándome saber que no esperaba nada de mí, quizá hasta ofreciéndome su amistad.

—Eso es porque te gusta apuntar alto. Aunque, como consejo, creo que deberías comenzar a hacerte tu propio sitio, dejar de ser sólo la secretaria.

Okay, éste hombre tiene ideas concretas, no necesita presionar para que sus empleados se queden como subordinados chicos.

—Quizá debería hacer eso.

—Bueno... He leído lo que escribes y sé que te expresas bien, hay un...

—No quiero atajos—le corté.

—Deja hablar, anda. Escuché que están buscando vacantes para editores en secciones fijas. Lo único que tienes que hacer es lucirte esta semana y presentar una solicitud. Estoy seguro de que sabrán apreciar tu talento.

— ¿Mi talento? —Como un borrego tonto pregunté.

—No es mi trabajo decidir si tienes o no, pero extraoficialmente creo que sí.

Casi salté de alegría, sabiendo que un ascenso pagaría las cuentas de mi madre sin tanto estrés, decidida a luchar por ello, sin la ayuda de Tom o el estorbo de nadie.

Saqué mis llaves del bolso y abrí la puerta principal, dándole una última mirada.

—Gracias por la información, Thomas York. Que tengas una buena noche.

Dicho eso, le dí un beso en la mejilla y entré disparada al edificio, cerrando la puerta tras de mí.

Todo se sentía bien, tranquilo, por una vez, sin sorpresas. Me gustaba la compañía de Thomas York.

Me preguntaría si a él le gusta mi compañía, pero la verdad es que me pregunto si a él le gusta siquiera la compañía.

En mi piso estaba Lucas, con cara de pocos amigos. Yo gruñí al verlo ahí y eso cambió su expresión a una indignada.

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