21.Solo Jaden

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Observo a Nathan venir hacia aquí a toda prisa y entrar en una de las puertas donde sabemos están Jaden o Raziel. Lucifer me sorprende empujándome para seguir a Nathan. De repente Hailey pasa frente a mi y le suelta un golpe en la nuca a Lucifer. Este cae al suelo, atontado por el golpe, le dice algo que no entiendo a Hailey, ella enfurecida me mira a mi y luego entra a la habitación donde se ha metido Nathan, escucho un disparo y un grito de dolor. Grace me dice que vaya, que vaya a asegurarme de si es Jaden.

Justo me levanto y veo a Hailey salir, le propicia una patada en su parte baja a Lucifer y se marcha con el gorila que Dylan ha dejado retorciéndose en el suelo, del otro ya no sé nada. Avanzo hacia la habitación donde ha ido Nathan, en cuanto paso a su lado, lucifer me coge del pie y tira de mi.

Le echo una mirada de "suéltame" lo suficiente severa como para que me deje ir, pero no sin antes comunicarme algo.

—Nathan quiere soltar a Raziel y marcharse con él, no le interesáis ni tu ni tu hermano.

Frunzo el ceño y Lucifer solo señala la puerta abierta. Asiento, comprendiendo que prefiere que lo vea por mi mismo, por lo tanto, cedo, aún con miedo, y abro la puerta de par en par.

Me encuentro con una escena un tanto extraña, pero que al mismo tiempo me enfurece de una manera impresionante. Nathan se encuentra entre los brazos de mi supuesto padre y este esta llorando desconsoladamente por él, que se encuentra muerto o quizá inconsciente.

Cuando Raziel levanta la vista y me ve, ocurre algo inesperado, sus ojos se vuelven amarillentos y sus pupilas de dilatan, observo mi reflejo en el cristal de la ventana, mis ojos están igual, solo que de un color bronce brillante.

Él deja a Nathan a un costado y me llama. Su voz es aguda y grave, suena suplicante, no me gusta como se escucha mi nombre en sus labios, es muy extraño y me da una pizca de incertidumbre y odio al escuchar como sus cuerdas vibran al pronunciarlo cada vez más fuerte cuando yo no logro reaccionar. El sonido de las cadenas moviéndose es el que me distrae de su voz tan fuerte y alarmada.

Aunque noto una mano en mi hombro, soy incapaz de moverme un solo centímetro, estoy literalmente en shock y mi mente no deja de formular preguntas a parte de centrarse en toda mi infancia sin un padre que me apoyase, sin un padre que fuera a buscarme al colegio, sin un padre que me leyese por las noches, y no digo que mis padres adoptivos no lo hicieran, solo que al saber que ellos no eran los verdaderos, siempre pensé que me faltaba a alguien real en mi vida y ahora... se encuentra frente a mi.

Escucho a otra voz llamarme pero sigo absorto en mis pensamientos, no escucho, hago oídos sordos, aunque quiera escuchar, mi mente decide no hacerlo. Noto como mi vista se vuelve borrosa y de repente ya no estoy ahí, ya no estoy rescatando a nadie, ya no estoy en una cabaña en plena carretera, ya no estoy en la realidad.

20 de noviembre de 1999
Me tiran la pelota y la recojo risueño, se la tiro a mi amigo que esta cerca del columpio, él se ríe. Un niño robusto se planta frente a mi y me da un golpe, me grita que la pelota es suya. Mi alegría se desploma. Empiezo a llorar y llorar, llamando a la mujer que nos cuida. Ella acude a mi rescate y me arrulla en sus brazos. Es entonces cuando el niño hace una mueca y empieza a decirlo todo, que es mi culpa, que le he robado la pelota, que yo le he pegado antes, totales mentiras. La mujer me baja de sus brazos y me riñe, me recalca que no esta bien hacer eso, que debo compartir, entre muchas otras cosas. Luego llega la pero parte y la que menos me gusta, pero que casi siempre recibo. La mujer me dice que estoy castigado, que me vaya al banco de la vaya y piense en lo que he hecho. Como sé que no soy mal niño, solamente hago caso, sin hacer lo que ese niño rechoncho hace, quejarme.

Cuando estoy sentado en la banca, moviendo los pies adelante y atrás, totalmente aburrido y triste porque no me creen, cosa que no es novedad, escucho unos silbidos. Al mirar hacia la vaya veo a dos hombres hablar en la otra acera y a una mujer silbando mientras escucha música con sus cascos.

Los dos hombres me miran, uno me sonríe y curiosamente me hace sentir algo de calor donde esta el corazón, pongo mi mano en esa zona y lo vuelvo a mirar, me sigue sonriendo y mirándome a los ojos. De repente un fuerte viento se presenta en el jardín de la gran casa donde estamos los niños. Escucho a la mujer gritar mi nombre, pero sigo viendo lo ojos de ese señor, que de un momento a otro se vuelven amarillos. El otro le da un codazo y ambos se marchan, no sin antes ese que me miraba, decirme algo en un murmuro, que obviamente ni escucho.

La mujer que esta a cargo de mi me toca el hombro y me lleva sobre sus brazos dentro. Al entrar es cuando el viento se detiene. Ella no lo entiende y nos dice que mejor que nos quedemos dentro y que cada uno vaya a su habitación.

Cuando estoy en mi habitación me encuentro una caja en la cama.

Mi amigo se tira en su cama y me pregunta por la caja, me encojo de hombros y le pregunto sonriente si quiere saber que hay dentro. Sin pensárselo dos veces, me dice que si y salta de la cama para ponerse a mi lado.

Abro la caja despacio, un poco asustado por lo que pueda encontrar. Una vez la abro me encuentro con un sobre marrón y un cascabel. Me cruzo de brazos sin entender muy bien que significa, cuando mi amigo me dice que abra el sobre, allí encuentro una foto.

Antes de verla bien, el niño que antes me empujó se presenta y me la quita, la hace trizas y corre a la ventana, para tirarla.

Cuando le veo hacer eso, sin tener tiempo de hacer algo, me largo a llorar. Mi amigo toca mi hombro para consolarme pero me zafo de su agarre, me acurruco en mi cama y aprieto fuerte el cascabel en mi pecho.

Entonces, cuando cierro los ojos, vuelvo a ver esos ojos amarillos que me han hecho sentir calor en el corazón.

Actualidad
—¡Thiago!—vuelvo en mi al escuchar a Lucifer en mi cabeza.

Noto algo rodar por mi mejilla, rápidamente limpio la lagrima con la palma de mi mano.

Lucifer me intenta sacar que ahí, pero antes de eso le reclamo que se lleve a Nathan al coche, que debo hablar con él. Lucifer me hace caso y se lleva a Nathan. Me quedo en la habitación, completamente solo con Raziel.

Le miro con odio y con algo que ni yo mismo comprendo. Entonces hago la decisión que menos esperaba hacer.

—Solo Jaden.

Me marcho dejándole ahí atado. Voy a la otra puerta velozmente y la abro de una patada.

Veo a Jaden temblando y llorando en una esquina de la habitación. Corro hasta él y le desato. Rápidamente me estruja con sus pequeños y delgados brazos, asustado. Lo llevo en brazos hacia fuera de la cabaña de madera, le meto en el coche y le suplico a Lucifer que le cuide y que evite que algo le ocurra.

Vuelvo por Grace y Dylan para seguidamente marcharme cerrando todo.

Cuando pasamos al lado del cuerpo en cenizas del agente de la Orden de los Cielos Dylan exclama adolorido pero emocionado.

—¿Eso lo has hecho tú?—cuestiona una Grace débil.

—Si, es uno de los poderes que me ha enseñado Lucifer.

No hablamos más, solo nos dirigimos al coche los tres juntos. Al entrar ya no veo a Nathan en los asientos de detrás. Veo a Lucifer consolando a Jaden.

—¿Y Nathan?—cuestiono dejando a Grace atrás.

—Espero que no te importe pero... esta en el maletero—se encoge de hombros haciéndose el inocente.

Ayudo a Dylan a sentarse también.

A continuación obligo a Lucifer a abrir el maletero del coche y enseñarme el estado de Nathan. Una vez lo abre hago una mala cara. Su cara esta toda magullada y llena de sangre aparte de morados.

Su ropa esta un poco sucia y rota, pero lo que más, ensangrentada.

Escuchamos un grito en la parte delantera. Ambos dejamos el cuerpo de Nathan para ir hasta Jaden, que es el causante del grito.

—Ella... esa mujer... estaba ahí—dice entrecortadamente abrazándose a si mismo.

Entonces algo viene a mi mente y justamente el golpe del maletero, me hace saber que he acertado.

Sullivan,el ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora