25.Salgamos de aquí

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Un grito desesperado, entre las celdas bajo tierra, parecidas a jaulas de pájaros. El golpe de las cadenas contra la tierra también se escucha entre el resto de sollozos y gritos.

Las lágrimas han dejado secos sus ojos, la culpa, la tristeza y la agonía, e incluso y no menos importante, el temor, se han aporedado de él.

Lo ha permitido, ha permitido que sus seres queridos paguen las consecuencias de ser lo que es. Su mejor amigo, la principal víctima, que ha muerto en la batalla. Su novia, más bien dicho, su ex novia, ha pagado por la desconfianza de sus padres. Su mentor, el ángel caído Belial, ha pagado por encontrarse entre la espada y la pared, entre la vida y la muerte, también por él y su padre. Su pequeño hermano, que aunque no era de sangre, le quería con todo el corazón, ha pagado por una vida llena de preguntas y traumas. Sus padres adoptivos, que se esforzaron en cuidarle, ahora se atienen y enfrentan a la justicia, aunque toda la culpa es de él. Y otras personas, terceros, también han pagado por su ser.

Otros, disfrutan del mal que ha causado. Lucifer, que tiene sus motivos para haber acabado con el adolescente al que enamoró para llevar al matadero y haber traicionado la confianza de un Nefilim. Hailey, que disfruta de la muerte y desgracia de sus compañeros, ya que eso es lo que más le gusta, destruir a los que se interponen en su camino. Y lo que más disfruta, que la mantiene en plena euforia, el haber capturado al Nefilim de la profecía, haber capturado al gran demonio en todo este embrollo, nada más y nada menos que él, Thiago Sullivan.

De su boca sale un aire frío y agotado, un suspiro mezclado a un sollozo. Sus muñecas se encuentran lastimadas por la presión que ejercen las cadenas.

Finalmente ha caído, al vacío de la realidad, ahora solo desea salir de ahí, volver a estar con sus amigos, con sus compañeros y confidentes, e incluso, si fuera posible, regresar en el tiempo y no haber descubierto su identidad.

Por otro lado, mientras Thiago sufre en una jaula, Camile está dando los últimos retoques a su gran invención.

—¡Ya está!

Spike, el perro de ella, que hacía mucho no aparecía por el refugio que montaron para los entrenamientos, mueve la cola alegremente.

Camile lo ha traído para hacer un pequeño sacrificio.

—Lo siento pequeñin, pero necesito que Nathan viva y por ahora, tu eres mi única salvación—le dice ella tocando su cabeza marrón.

El perro le da una pata, en forma de saludo. Ella aprovecha lo dócil que se encuentra y le empieza a susurrar unas palabras, que empiezan a adormecerle. Una vez sus fuerzas se han desvanecido procede a continuar con el plan. Le hace una pequeña herida en el cuello, para a continuación, sacarle un par de gotas de sangre.

Luego hecha esas gotitas a una especie de brebaje que lleva dos días elaborando. Su olor es fuerte, sin embargo, tiene la pinta de ser efectivo. Es un mejunge azulado, parecido al azul del zafiro.

Con esto, la vida de Spike dependerá de la de Nathan, si él muere, el perro también, si no, ninguno morirá hasta que pasen los años para el perro. Esa poción que Camile ha elaborado con mucha paciencia y dedicación, unirá la vida de Nathan y la vida de Spike, lo que a uno le ocurra, el otro lo sentirá.

Camile mira el rostro sudoroso de Nathan, que continúa con las fiebres altas y los pequeños murmullos de dolor.

—Es la hora...

Camile se acerca a Nathan, preparada para echarle a la boca la poción, cuando la puerta se abre de golpe, haciendo resonar la pared.

Grace, seguida de Tom, entran al refugio.

Sullivan,el ángel caídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora