T W O

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ㅡCariño ¿Podrías hacerme un favor?

Mamá me preguntó mientras daba unas pequeñas tocadas a su sombra de ojos. Sabía lo que significaba aquella acción, mis padres estarían por salir. No me sorprendió el hecho de que ni siquiera se molestara al preguntarme si me apetecía acompañarles, estaba más que acostumbrada a que mis padres salieran sin mí.

Asentí mientras la observaba.

ㅡAyer en la noche preparé pastel de arroz, ya sabes... para los vecinosㅡ Habló mientras acomodaba su ropa para luego acercarse a mí ㅡ¿Te importaría llevárselos? ya pasó una semana desde que nos mudamos así que lo más adecuado sería dárselos ya antes de que transcurra más tiempo. Ehm... nosotros iremos a ver a unos amigos de por acá y no creo que tu quieras...

ㅡEstá bien, yo se los llevaré.ㅡMe apresuré a responder antes de que siguieraㅡNo te preocupes por eso.

Sonrío y depositó un beso en mi frente.

ㅡVolveremos en la noche ¿De acuerdo?

Asentí nuevamente, observando como la pareja salía por la puerta principal.

Suspiré cansada al saber la larga y aburrida tarde que me esperaba en aquella casa, si bien estar sóla no me molestaba, a veces solía ser demasiado aburrido y ni hablemos cuando se trate de un hogar nuevo.

Cumpliendo al pie de la letra la única tarea que mi madre me había dejado, cogí los pequeños paquetitos envueltos y salí, sintiendo la agradable brisa impactarse con mi cuerpo.

Observando más detenidamente, me di cuenta que aquel barrio era demasiado tranquilo a como acostumbraba a vivir, el silencio era lo que más solía reinar e incluso parecía que nadie salía de sus respectivas viviendas, como si aquello fuera un barrio desolado y triste.

Comencé a repartir los paquetes de los vecinos más cercanos, cada uno me recibía amablemente y con un cierto encanto en ellos. Debía de admitirlo, no serían malos vecinos después de todo.

Me quedé con el último paquete, cuyo dueño era quién se hospedaba justo en frente de mi hogar. Toqué el timbre y me acomodé el cabello en espera de quién sea que viviera ahí.

ㅡ¡Hola! debes ser la nueva vecinaㅡ Un chico de estatura más alta que yo apareció por aquella puerta, junto con una increíble sonrisa y unos lindos hoyuelos a los costados de sus labios.ㅡ Mi nombre es Jung HoSeok ¿Puedo saber el tuyo?

"Por más vecinos así" pensé.

ㅡSoy Kim Yuna, un gustoㅡ Le respondí mientras daba una leve reverencia.

Extendí el paquetito con los pasteles de arroz dentro y el me miró sonriente mientras me agradecía por ello. Supe que quería que nuestra conversación siguiera cuando me pidió que lo esperara en lo que el volvía de guardar el paquete. Cuando salió me invitó a tomar asiento en las pequeñas gradas que estaban delante de la puerta principal.

ㅡNo eres de por acá ¿Cierto?ㅡ Preguntó entonces, con un índice de curiosidad por querer sacar un tema de conversación lo cuál, no me molestó en lo absoluto.

ㅡEstás en lo cierto, vengo de Seoul.

ㅡCon que de SeoulㅡRepitió mientras mirábamos hacia la calle desolada del barrio y yo asentíㅡ ¿A qué se debe tu mudanza?

ㅡMamá y Papá están encantados con Busan por lo que al fin de cuentas, decidieron vivir aquí ㅡ Respondí con la respuesta más correcta posible, no quería contarle la verdadera razón ya que no quería que tuviera una mala impresión sobre mis padres.  Después de todo, el chico tenía cierto encanto.ㅡ  Y tú... ¿Cuánto llevas en Busan?

ㅡQuince años más o menos, estaba pequeño cuando mis padres decidieron mudarse para acá por la misma razón que los tuyosㅡ Me dió una sonrisa por la casualidad en ambas situaciones y continuóㅡ Yo soy de Gwangju.

La plática entre nosotros transcurrió muy normal el resto de la tarde, contando una que otra cosa sobre ambos, compartiendo gustos y demás. Una conversación de dos personas que recién se están conociendo. La diferencia entre edades no era mucha ya que, era demasiado hermoso con tan sólo veinticinco años y él, por el otro lado, decía que no aparentaba mi edad de veintidós.

Una vez que me encontraba en mi casa decidí desampacar una pequeña caja que había olvidado en el carro. El contenido de ésta no eran nada más ni nada menos que mis libros favoritos y unos cuantos álbumes de mis bandas favoritas. Los coloqué en el pequeño estante que estaba colgado en una de las cuatro paredes y bajé hacia el comedor.

Revisé la hora; nueve de la noche con cuarenta y cinco minutos. Debido a lo tarde que era ya, no significaba otra cosa más que no esperaría a mis padres y que me tocaba preparar la cena yo sóla. Miré el refrigerador con esperanza de encontrar algo para preparar ó por lo menos sobrecalentar y no había nada, en realidad no habían muchas opciones debido a la reciente mudanza y tampoco comería los pasteles de arroz que le habían sobrado a mamá, no me apetecía en lo mínimo.

Cogí mi abrigo y salí de mi casa, pensando un poco en sí encontraría algún restaurante con buena comida. Caminé un rato y no encontré más que un pequeño supermercado disponible. Me adentré a él y cogí un vaso de Ramen picante el cuál era mi favorito, ni siquiera me molesté en comerlo en mi casa por lo que lo preparé y tomé asiento en una de las mesas, comenzando con mi cena.

No podía evitar el hecho de que me sintiera un poco sóla con todo este tema de la mudanza, prácticamente mis amigos de la vida se habían quedado en Seoul y tendría que comenzar de cero aquí, al menos HoSeok había sido un buen comienzo.

Le cancelé al joven del supermercado y salí rumbo a mi casa. Crucé la calle en espera de un autobús ya que era muy noche y andar sola por las calles no me convenía para nada.

Una vez frente a la puerta de mi hogar, coloqué las llaves en la cerradura para poder abrirla y luego de revisar toda la estancia, me terminé convenciendo de que no había rastro de nadie.

Subí a mi habitación para colocarme una ropa más cómoda y poder recostarme en mi cama, había sido un día cansado después de todo.

Encendí el televisor de mi cuarto, dispuesta a ver cualquier cosa en Netflix con tal de darle buen uso al tiempo que perdía con mi insomnio y terminé decidiendome por una película de miedo ya que eran mis favoritas.

Reí recordando que a HoSeok no le gustaban en lo mínimo.

Eran las dos y media de la madrugada y el sueño ya me estaba ganando, por lo que me levanté para poder lavarme los dientes y la cara.

ㅡ¿Tanto frío hace?ㅡ Hablé más para mí misma luego de sentir lo frío que estaba el suelo, froté mis manos para conseguir calor y me adentré al baño.

Me remojé la cara por última vez antes de coger la toalla y poder secarme hasta que mi atención fue dirigida hacia el espejo de mi baño. Estaba empañado y con una enorme "J" en él, como si alguien hubiera hecho tal letra con el dedo.

ㅡ¿Pero qué...?ㅡDejé de admirar aquella extraña letra y lo limpié con la manga de mi suéter para posteriormente volver hacia mi cama. Si bien no solía asustarme con una mínima cosa, aquello me había dejado muy incómoda.

¿Qué ocurre cariño? ¿Te he asustado?

➳Ghost ; JjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora