Objetos importantes, enterrados

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13: 20 hs.

-¡Lista!

Gritó la azabache con una pala en manos y ropa de arqueóloga mientras Adrien la veía preocupado.

-Marinette, no creo que debamos hacer esto de búsqueda de tesoro por que hace calor y por que tu ya sabes donde está ya que lo escondiste.

¿Qué clase de persona querría jugar a ésa edad a búsqueda de tesoro?

Realmente, Marinette nunca dejaba de sorprenderlo.

Quizás en otro día en que no haga tanto calor, juegue con ella.

-Vamos, no seas quejumbro...

Adrien se acercó a ella con seriedad, pasando una mano por su mejilla y luego se lo mostró a la avergonzada azabache.

-¿Vas? Estás muy sudada, tu rostro está rojo y yo no quiero jugar a plena siesta en primavera. Así que vamos adentro a beber algo fresco.

Le ordenó, con seriedad mientras se daba media vuelta para ir adentro.

No le gustaba ser serio con su querida amiga pero la salud de ambos estaba en juego y debía ser estricto.

-Lo que enterre fue nuestras pulseras de la suerte y no recuerdo donde fue que las enterre.

El chico volteó lentamente a ver a la azabache que parecía tener ganas de llorar por lo que hizo.

¿Cómo es que una persona tan lista puede ser tan tonta a la vez?

Dando un suspiro profundo para calmarse, le quito la pala a Marinette la cual se diaculpaba por su torpeza.

-Ve a agarrar la otra pala, cava y por favor, no vuelvas a hacer algo como esto. - dijo con voz de súplica mientras ella asentía e iba por la otra pala a ayudar.

Sólo quería hacer un juego en el que al final Adrien encuentre las pulseras y vea que el verdadero tesoro era la amistad pero se olvidó de donde enterró el cofre con sus "amuletos de la suerte".
.

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17: 40 hs.

Unos muy sudados Adrien y Marinette estaban tirados bajo la sombra de un árbol, sin poder mover los brazos.

Adrien miró a la chica que lloraba en silencio por lo que hizo.

La quería abrazar y decir que no pasaba nada pero por andar de distraída, Marinette lo empujó unas 5 veces dentro de los posos que hicieron y éso, sí que le molestó.

La puerta trasera de la mansión Agreste se abrió y se asomó un ahora pálido Gabriel Agreste que veía su patio trasero, destruido por varios posos.

"¿Dónde ahí un akuma cuando se lo necesi... cierto, yo soy el papá mariposa."

El hombre se aclaró la garganta mientras los agotados jóvenes se sentaban y Marinette palidecia al ver que él tenía un cofre pequeño.

Adrien al darse cuenta de la reacción de su amiga, fruncio el ceño.

-Dime que no es lo que estoy pensando. - exclamó, él ahora teniendo ganas de llorar mientras la peliazul se arrodillaba y le hacía una reverencia con la cabeza.

-¡Lo siento! ¡Se me olvidó que no las enterre y las dejé en la cama de tu habitación!

El rubio sólo sonrió mientras escurrian lágrimas por sus mejillas.

¿Por qué le tenían que pasar ésas cosas a él?

¿Es por qué tenía ganas de ver a Marinette con ropa de arqueóloga y por éso no le dijo que no antes de que se cambie?
.

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Adrien estaba practicando su escritura en chino, con sus manos temblorosas por el cansancio.

Suspiro con fastidio y volteó a ver a la culpable de su cansancio, ya duchada y con su ropa habitual, durmiendo en su cama, hecha bolita mientras abrazaba una almohada.

Nuevamente suspiro pero con resignación, antes de ir a despertarla para que vaya a su casa.

Ése fue el día más agotador de toda su vida, pero al menos su almohada tuvo un bonito aroma en la noche.

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