Picante

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Adrien tenía el caño frunciodo mientras miraba a su amiga, la cual hizo varios macarrones y dos de ellos eran picantes.

Como todos eran del mismo color, ni Marinette sabía cuales eran los picantes.

-¿Cómo te atrevas a meter la comida en esto? Creí que eras una buena persona.

Podía destruirlo en videojuegos, hacerle perder el sentido de los brazos por cavar pozos sin sentido, hacer que la llamé mamita, obligarle a comer todas sus verduras y hasta hacerlo vestir de princesa, pero usar la comida como uno de sus juegos, éso era de mafiosos.

-Vamos, será divertido. Son 10 macarrones y dos son extremadamente picantes y sólo tenemos un vaso de leche. Veamos quien es el pobre al que se le derrite la lengua.

Las mejillas de Adrien se sonrojaron un poco.

¿Y sí los dos comían el picante al mismo tiempo, dejaba que ella gané el vaso de leche para así saltar sobre ella, abrirle la boca con la suya y robarle la leche ya estando ella a punto de beberla?

Miró a la azabache que sonreía de manera inocente, emocionada por empezar el juego y se sintió el peor.

¿Cómo podía tener ésos pensamientos con su amiga?

Aún que no era tan inocente por que vaya que aveces encontraba el doble sentido en las cosas, aún cuando él no.

¡Hasta le hizo una broma a Chat noir con su cataclismo!

Desde ése día, no veía a Marinette como la pequeña chica dulce e inocente que aparentaba ser.

El rubio suspiro profundo y asintió.

-Bien, vamos a hacerlo.

Él era consciente de que en ésos casos, la persona que hace ésos juegos siempre sufre las consecuencias y come el picante.

Los animes siempre mostraban éso.
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-¡Agua, agua, agua!

Adrien se fue corriendo a beber agua del grifo del baño, al comer por segunda vez el macarron picante y Marinette reía divertida.

Era muy pocas las veces que veía a Adrien sonrojado por ella y gracias al juego, ya lo vio tres veces en el mismo día.

Aunque antes de iniciar el juego, no supo por que se ruborizo.

El chico salió del baño, con sus ojos llorosos, agitado y con su lengua algo rojiza, expuesta.

-¿Estaba picante?

Preguntó la parisina mientras el gruñia.

¡¿En qué punto de su vida se enamoró de ésa chica?!

Sólo se dio cuenta de que le gustaba por ciertas situaciones que prefería no recordar.

Adrien se sentó a lado de su amiga y ella le dio una barra de chocolate blanco.

-Quizás esto ayudé a que te calmes.

Él suspiro profundo, le quito la barra, la partió a la mitad y se la dio a Marinette, la cual lo agarró con una sonrisa de agradecimiento.

Mañana, él elegiría un juego.

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¡Hola!

Va siendo hora de los celos.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

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