Jugando en la lluvia

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Una fuerte lluvia se hacía presente en París y Adrien sostenía a Marinette del brazo, intentando detenerla.

-¡Sueltame, Agreste! ¡Quiero jugar en la lluvia!

Con su increíble flexibilidad y equilibrio, levantó una de sus piernas y se puso a empujar el rostro de su amigo.

-¡No, te vas a enfermar!

Le agarró de la pierna, haciendo que ella se caiga y así él pueda subirse encima, bloqueando todo su movilidad.

-¡¿Y éso como se come?!

Preguntó la azabache, intentando liberarse sin éxito mientras Adrien fruncia el ceño.

Era muy obvio que Marinette gozaba de una salud excepcional ya que desde que la conoció no la vio ni con dolor de cabeza.

Gabriel Agreste que pasaba con una bandeja de comida chatarra, yendo a mirar novel... ¡trabajar! a su oficina, miró el combate que tenían los adolecentes, se encogió de hombros y continuó su camino.

Le daba igual sí tenía nietos siendo Adrien menor de edad.

Marinette se detuvo y miró a su amigo con ojitos de cachorro.

-Por favor, Adrien, déjame salir a jugar afuera. Tengo un impermeable puesto justamente para éso.

Era cierto, Marinette en ése momento tenía un impermeable rosa con orejas de cerdito arriba, que casi le hacen dar un paró cardíaco cuando la vio llegar. Pero aún así, jugar en la lluvia no era bueno para su salud y más que refresco un poco.

-No, no te dejaré salir afuera, estaré todo el día arriba de ti.

Y al instante, las mejillas de Adrien se sonrojaron gracias a su mente sana mientras la azabache bajaba la mirada derrotada.

No tenía alternativa.

-Bien, vamos a tu habitación a jugar algún juego de mesa.

El ojiverde sonrió al oír éso.

En su futura relación él sería quien mandé y nadie lo podía contradecir.

Salió de encima de ella mientras ambos se ponían de pie.

-Me alegra que cambiaras de parec...

-¡Ja! Te engañe.

Y Marinette se fue corriendo afuera a jugar con la lluvia, dejando a su amigo con la palabra en la boca.

¡¿Acababan de engañarlo?!

¡¿Cómo es posible sí él era inteligente?!

El chico gruño molestó y se acercó a la salida, viendo a la peliazul que se había quitado las botas que llevaba y ahora saltaba en los charcos, como niña pequeña.

-¡Marinette! ¡Ven aquí ahora mismo jovencita o me vas a conocer!

Gritó indignado y ella se detuvo un rato para sacarle la lengua y darse pequeñas palmadas en el trasero en señal de burla.

Las mejillas de Adrien se tornaron rojas del enojó mientras ella corría de un lado a otro como sí no hubiese tenido infancia.

Definitivamente cuando se enferme, se lo iba a refregar en su cara.

Marinette debía tener más sentido común...

-¡Ya, Marinette! ¡Sabes que mi padre me prohibió salir a jugar en la lluvia! ¡No se vale, ven adentro!

Y ahora ya se supo el verdadero motivo por que no quería que Marinette salga a jugar afuera.

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¡Hola!

En éste capítulo, yo me identifico con Gabriel cuando llueve.

Espero que les haya gustado el capítulo.

Gracias por su tiempo.

Volveré...

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