TRES

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Dedicado a Cielo399Ross

Emma

Transcurrieron algunos días y todo marchaba perfecto entre Mía y yo. Hoy era la primera vez que Simón iría a cenar a mi casa como mi "novio" y haríamos el anuncio oficial a mis padres.

Estaba nerviosa pues siempre he sido mala en estas cosas, sin mencionar que todo mi historial amoroso fue un éxito en fracasos por doquier, nunca fui la chica popular deseada por los chicos y si lo fui nunca me di cuenta porque soy la distracción caminante y nunca me fijé o preocupé de esas cosas. Debido a esto los nervios estaban haciendo ya estragos en mí durante la primera jornada de la uni.

— Ey bebé ¿qué sucede? — Mía  susurró apoyando su mano con suavidad sobre mi rodilla, haciéndome percatar del temblor sin control que esta había tenido por inercia durante varios minutos  y tras dar una mirada rápida al maestro que estaba enfrascado en un libro, se volvió hacia mi dándome toda su atención — ¿Es por lo de la cena? Tranquila cariño, Simón ha practicado el diálogo hasta el cansancio y ya sé lo memorizó, todo estará bien.

Quitó su mano de mi rodilla repentinamente y me sentí desprotegida ante ese gesto, abrí los labios para protestar pero Mía, anticipando mis pensamientos dio una mirada hacia el extremo del salón que estaba de mi lado, seguí su mirada y vi como uno de nuestros compañeros nos miraba atento y con una mezcla entre ceño fruncido y cara de depravado.

Rodé los ojos y volví a centrar mi atención en ella, guiñándole un ojo. Intentábamos dar lo menos que hablar posible en la uni, aunque no siempre era posible evadir el gigantesco imán que nos atraía irremediablemente la una a la otra.

La manaña transcurrió sin mayores incidentes y en el receso de almuerzo nos dirigimos hasta el comedor, para encontrarnos con Noelia. La encontramos sentada en una mesa enfrascada en su móvil. Tras una mirada silenciosa con Mía nos acercamos sigilosas y de puntillas, una a cada costado, nos aseguramos de silenciar cualquier sonido pese a que el ataque de risa amenazaba con aparecer, como siempre que aparece en el segundo previo en el que uno está a punto de cometer alguna travesura o maldad. Esperé la señal de Mía y a su gesto le lanzamos un grito a Noelia en cada oído, provocando que con semejante susto la pobre Noelia diera un alarido atacado y se empujara involuntariamente hacia atrás lléndose de espaldas con silla y todo, quedando pies para arriba tirada en el suelo, con la cara pálida como si hubiese visto a un fantasma y las manos en la boca.

Con Mía nos quedamos inmóviles e impactadas ante lo ocurrido los segundos anteriores, ninguna de las dos esperaba que Noelia se fuera para atrás tan abruptamente. Sin pensarlo y a la vez reaccionamos para lanzarnos sobre ella, preocupadas, para revisar si tenía algún golpe en la cabeza o algo. Noelia no emitía palabras ni pestañeaba lo que nos hacía temer que hubiese sufrido una contusión cerebral o algo del estilo. Favorablemente al segundo comenzó a pestañear y al tercer pestañeo estalló en un ataque de risa tan escandaloso y ruidoso que la mitad de los comensales dejaron el tenedor a medio camino en el aire y un silencio abismante llenó el inmenso comedor durante unos cuantos segundos. Sólo retumbaba el ataque de risa de Noelia por todo el lugar y era tal la magnitud contagiosa de su risa que con Mía no pudimos evitar unirnos a ella, igualando el decibel de sus carcajadas. Una risa que se unió por allí y otra carcajada por allá dieron inicio a un ataque de risa colectivo que retumbó con el comedor y amenazó con explotar los ventanales, mientras con Mía intentábamos en vano poder levantar a Noelia, quien tenía el cuerpo flojo con tanta risa y se nos pasaba de largo al suelo nuevamente al no contar con fuerza nosotras, debido a las carcajadas. Un buen chico nos salvó del inconveniente y finalmente Noelia pudo estar en pie dignamente otra vez, claro que la risa nos mantuvo un buen rato sin poder comer.

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