SIETE

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Nota: sugiero poner el video al momento que les indique 😉

Mía

Me dirigí rauda y veloz en dirección a la cafetería e ingresé de la misma manera, desacelerando mis pasos gradualmente al divisar a la distancia a Francia, quien de seguro advirtiendo la expresión compungida de mi rostro, voló a mi encuentro.

— ¿Emma se encuentra bien? — jadeó sin aliento en parte por la preocupación que reflejaba su mirada y en parte por la carrera.

Asentí efusivamente.

— Ella se encuentra bien.

— ¿Y entonces? ¿Porqué traes esa cara? — levantó una ceja.

— Necesito saber dónde está Simón — apreté la boca en una mueca de disgusto — Necesito pedir cuentas al culpable de todo esto. Me imagino que el imbécil está ileso, en su estado de ebriedad chocó de tal manera que todo el golpe se lo llevó Emma — bajé la cabeza molesta.

— No está ileso pero tampoco está con el riesgo vital de Emma — suspiró Francia posando una mano sobre mí hombro cariñosamente — Nena no sé si sea el mejor momento de encararlo... ya el pobre tiene suficiente con la culpa desde que el alcohol dejó de hacer efecto en su cuerpo y fue consciente de todo lo sucedido. Ha estado llorando como un bebé en su habitación de la clínica, no encuentra perdón consigo mismo.

— Fran no puedes pretender que me quede de brazos cruzados sin hablar con él... él me prometió que cuidaría de ella y que conduciría con prudencia ¡maldición! — bajé el volumen de mi voz inmediatamente mientras daba una mirada de reojo a la distancia en dirección a sus padres, por suerte nos amparaba una gran distancia y seguían absortos en lo suyo, por lo que pasé las manos por mi cabello dando un gran suspiro — Por favor sólo... sólo dime en qué habitación está... necesito saber de sus labios que mierda sucedió y si gustas me acompañas, para que no estés tensionada que lo mataré o algo así... aunque ganas no me faltan si te soy sincera.

Tras darme una mirada silenciosa, Fran asintió indicándome que la siguiera y comenzó a andar en dirección al pasillo.

Tras unos minutos llegamos a la habitación e ingresé en silencio, tomando por sorpresa a Simón, cuyo rostro no tardó en contraerse con un gesto de culpabilidad grotesco.

— Mía yo... por favor déjame explicarte, me siento terrible — sus ojos horrorizados amenazaban con romper en lágrimas en cualquier momento.

— Por ese preciso motivo es por el que estoy en esta habitación — mastiqué las palabras una por una, sin poder disimular el desagrado y furia contenida en mi mirada — Te escucho.

Simón comenzó a narrar todo lo sucedido desde su versión, deshaciéndose en disculpas cada tres palabras y dejando salir las lágrimas que liberaban su frustración. Para cuando terminó su narración yo estaba intentando contener las lágrimas, con los puños apretados a tal punto que mis nudillos dolían una enormidad.

Rogó una vez más por perdón pero mi corazón compungido se negaba a abundar en misericordia, era imposible, cuando ya el dolor había ocupado y superado toda su capacidad.

— No me pidas que te perdone ahora, porque no puedo con el dolor que tengo ante el estado de Emma, si ella despierta y logra salir de este coma, tendrás tu respectivo perdón... O quizás antes, no lo sé, en este momento tengo la mente en blanco — gemí acariciando con una mano mi nuca para aliviar la tensión que allí sentía — Gracias por tu sinceridad.

Me di media vuelta y salí de esa habitación sin mirar atrás. Había luchado durante todos esos eternos minutos por no quebrarme frente a él y ahora las lágrimas superaban mi fortaleza, saliendo copiosamente de mis ojos. Cuando mi mirada se cruzó con la de Fran, sentí su apoyo silencioso y tomando aire me uní a ella para perdernos por el pasillo.

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