DIECINUEVE

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Mía

Tras dar vueltas como condenada, o más bien dicho como perro tras su cola, finalmente tuve el valor de marcar a mamá. Sí, es cierto que habíamos mantenido contacto telefónico estás semanas desde que había salido de casa, sí, pero está llamada era muy distinta a las anteriores. Era para coordinar una visita a casa, para verla y retirar otras de mis pertenencias.

Tras fijar hora colgué sintiendo un nudo en la garganta. Pero ya está, habíamos acordado y yo asistiría a la hora convenida, es decir a las seis de la tarde, para aprovechar la tarde de sábado en ponernos al día, como había comentado mamá.

Sola.

Habíamos acordado con Emma que correspondía que yo pasara ese tiempo a solas con ellos, para estar más tranquilos y no alterar a papá con la presencia en "rebeldía" ante sus ojos de mi novia.

Miré la hora acongojada, apenas sería medio día y ya estaba angustiada. Sin duda sería un largo día.

Emma no tardó en llegar al apartamento, lo que aligeró bastante el pesado ambiente de mi apartamento. Sus risas llenaron de inmediato todo el lugar y su aroma delicioso terminó de bajar mis defensas y de paso mi histeria.

Como siempre, todo lo que necesitaba para encontrar paz estaba en ella. Disfrutamos de nuestras mutua compañía las horas posteriores al almuerzo, regaloneando y compartiendo caricias mutuas.

A eso de las cuatro Emma comenzó a despegarse de mis brazos pues se reuniría con Fran a las cuatro y treinta en el centro comercial que está cerca de la casa de mis padres. Tras varios besos apasionados y caricias mimosas nos despedimos hasta la noche, pues como todos los fines de semana se quedaría conmigo en el apartamento.

Yo aún contaba con tiempo antes de irme a casa de mis padres de modo que me dispuse a descansar un momento más mientras veía Netflix.

Una hora después me levanté para darme una ducha y alistarme pues a las cinco y treinta ya debía ir saliendo. Al salir del baño aún envuelta en la toalla me percaté recién del sonido del móvil, apuré mis pasos pero la llamada se cayó antes que pudiera alcanzarlo.

Lo tomé entre mis manos dispuesta a revisarlo y con una mezcla de asombro y preocupación vi la cantidad considerable de llamadas perdidas que tenía de Emma desde hace cinco minutos. Con un nudo en la garganta le marqué rogando porque nada malo le hubiera sucedido y un suspiro automático salió de mis labios al escuchar que contestaba. Pero el alivio momentáneo se volvió en preocupación al escucharla.

Estaba realmente alterada y entre sollozos logré comprender que hace un momento caminando por el centro comercial con Fran se habían topado con Simón. Que Francia se había enfurecido al verlo y lo había encarado, luego Simón se había enfurecido por ese ataque y la discusión había subido de nivel en cosa de segundos. Finalmente el comenzó a maldecir y decir que estaba cansado del engaño, que toda la verdad saldría a la luz porque no era justo para él. Emma terminó su relato y yo quedé muda meditando en sus palabras. Pese a que intenté averiguar que más les había dicho Simón, alguna información importante pero Emma insistió que él se había retirado luego de eso, sin decir nada más.

Mi chica aún estaba nerviosa de modo que formulé algunas palabras tranquilizadoras para que se calmara y la motivé a no dejar que eso la afectara, que disfrutara su tarde con Fran y que a la noche le daría un gran abrazo.

Tras unos segundos quedó más tranquila y cortó, sin embargo y pese a la calma que había intentado prodigarle, la tormenta en mi interior me zamarreaba con fiereza. Cada vez me tenía mas intrigada la situación con Simón, aunque no quería preocupar a Emma sabía dentro de mí que algo sucedía y lo recién ocurrido en el centro comercial entre ellos me daba la señal que realmente algo estaba sucediendo.

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