VEINTE

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Emma

Estuvimos hasta la madrugada conversando sobre todo lo sucedido. Mi sorpresa fue gigantesca al enterarme que el padre de Mía había estado involucrado con Simón y la mala actitud que este había tenido. Pero Mía estaba dispuesta a dejar todo aquello en el pasado y yo estaba dispuesta a hacer lo mismo.

Con el paso de los días recibí un mensaje de Simón, que alertado por medio del padre de Mía que todo estaba aclarado, quería reunirse con nosotras.

No era de mi agrado mantener cercanía con quien me había hecho tanto daño, pero comprendía que era necesario para cerrar la página y dejar definitivamente todo aquello atrás. De modo que aceptamos.

La reunión se concretó en una cafetería del centro y allí Simón nos explicó la situación de su madre y todo lo concerniente al trato que habían acordado con el papá de Mía. Nos ofreció sus disculpas, y las aceptamos, con el compromiso que nunca más se interpusiera en nuestras vidas.

Comenzó de esta manera un período de paz que no habíamos experimentado hasta el momento con mi chica. Que pudiéramos disfrutar de nuestro amor en plena libertad, con la aceptación y apoyo de todos nuestros seres queridos era un sueño hecho realidad.

Las semanas transcurrieron raudas y veloces dando paso a los meses, con el paso del tiempo aumentaba nuestra dicha y felicidad a magnitudes asombrosas.

Una vez por semana asistíamos con Mía a casa de sus padres y también compartíamos tiempo con los míos, una que otra vez salíamos todos juntos a disfrutar de un momento agradable.

Francia se fue a vivir con su novio y poco a poco comenzó a sentirse su ausencia en casa, aunque bien era consciente que pronto sería mi turno de dejar el hogar, pues Mía constantemente me invitaba a irme al apartamento con ella y ya había tomado la decisión de aceptar. No fue fácil dar la noticia a mis padres, pero en realidad pasaba tanto tiempo fuera de casa, ya fuera en el apartamento de Mía, en la uni o en la tienda en la que estaba trabajando, que me hicieron ver que estarían bien y que sólo deseaban que fuera feliz junto a la persona que amaba.

De esta manera me mudé con ella, el amor de mi vida. La convivencia no es fácil, es una adaptación de costumbres y la capacidad de poder llegar a acuerdos, dar a entender nuestras opiniones pero también estar dispuesto a transar. Y el amor y comprensión entre Mía y yo nos ayudó a poder convivir bien, con diferencias, como todas las parejas, pero siempre encontrando la manera de llegar a un acuerdo para ambas. Lo realmente importante era estar juntas y disfrutar de nuestra mutua compañía.

*

Meses después...

Abrí la cerradura de nuestro apartamento haciendo malabares con las manos para que no se me cayeran de ellas la cartera, la chaqueta, la bolsa de la laptop, un ramo de rosas y una caja de los chocolates preferidos de Mía; sonriendo orgullosa al momento de depositar todo sobre la mesa sin hacer un desastre.

Me acomodé los mechones desordenados de mi cabello mientras buscaba con la mirada a Mía, sin percibir rastro de ella. Aferré entre mis manos las rosas y los chocolates, cuidando de ubicar bien el sobre que estaba mezclado entre las rosas pues finalmente ese era mi mejor obsequio para ella, estábamos de aniversario y deseaba entregarle sus obsequios pero no se le veía por ninguna parte.

— ¿Amor? — llamé mientras alisaba mi vestido con la mano disponible.

— Estoy en la habitación cariño, ven — sonó su linda voz desde el fondo del corredor.

Sonreí nerviosa, tantos meses compartiendo no sólo nuestra vida sino nuestro espacio y aún sentía mariposas en el estómago antes de verla cada tarde al llegar a casa. Mis pasos me guiaron hasta nuestra habitación percibiendo de inmediato la tenue luz que emanaba de esta.

Al ingresar un nudo de emoción se adueñó de mi garganta. Ella lucía simplemente hermosa, junto a una gran caja con un adorable moño rosa y una más pequeña sostenida entre sus manos, que lucía como una réplica exacta de la caja más grande.

Velas por doquier repartidas en toda la habitación proveían de una luz maravillosa y rosas rojas, mis favoritas, estaban esparcidas armoniosamente dando el aspecto de un hermoso jardín a nuestro nido de amor.

— Feliz aniversario amor — señaló con una sonrisa acercándose a mí, dejando la pequeña caja en la cama.

— Feliz aniversario preciosa — le ofrecí las rosas y los chocolates, mientras buscaba sus labios y mis manos la estrechaban contra mí.

Luego de largos segundos disfrutando de sus labios nos separamos sonrientes. Mía levantó las rosas hasta su rostro para olerlas.

— Bebé están maravillosas... rosas blancas mis preferidas, ¡y mis chocolates favoritos! — dio pequeños brincos de alegría.

— Revisa el sobre que tienen las rosas — le sonreí emocionada.

Con su mirada buscó el sobre y dejando todo con cuidado sobre la cama lo aferró entre sus manos ansiosa. Rasgó el papel con dedos temblorosos y dio un pequeño grito al descubrir el interior.

— ¡Iremos a Cancún!— exclamó emocionada.

— Así es nos daremos una escapada de fin de semana a tu lugar favorito. — sonreí.

— Estoy tan emocionada adoro Cancún — Mía se me abalanzó sobre los brazos para darme un sonoro beso — Eres la mejor novia del mundo. Y bien es mi turno para entregarte tus obsequios, te recomiendo que abras primero la caja pequeña.

La tomó entre sus manos y me la ofreció, ansiosa estiré mis manos para recibirla y deshice el lazo del moño para descubrir su contenido. No pude evitar una exclamación de emoción al ver lo que contenía, una pequeña placa rosa con el nombre "Nina" grabado.

Con la emoción casi se me cae de las manos.

— Dios no puede ser... ¿Es lo que estoy pensando? — Fijé mi mirada ansiosa en la caja más grande y luego en Mía, su mirada parecía sonreír por ella mientras asentía.

Con ansiedad tiré del lazo para desatar el moño, al levantar la tapa la aparición mas hermosa se materializó sobre mis ojos, una Yorkshire Terrier bebé dormía confiadamente sobre una pequeña cama de mascotas acolchada, de color lila y con diseños de pequeños lazos color rosa.

Con un suspiro que me salió del alma tomé a la pequeña perrita entre mis manos para llevarla a mi pecho y acunarla.

— Hola Nina, que bebé más hermosa que eres, sin duda cuidaremos bien de ti — la mecí con ternura y busqué con mi mirada a Mía — Es hermosa, es tal como deseaba amor. Tanto que soñamos con una pequeña compañera y ahora por fin será parte de nuestras vidas.

Me acerqué a Mía para besar sus labios. Nos sentamos con cuidado sobre la cama y nos quedamos unos momentos admirando a Nina, quien dormía profunda y tranquilamente en mis brazos, un pequeño collar rosa claro en su cuello me hizo sonreír, le hice seña a Mía para que tomara la pequeña placa con el nombre y con cuidado la encajó en el collar, la volteó para mostrarme el revés de la placa donde aparecían tanto nuestros nombres como contactos. Luego rodeó mi espalda con su brazo mientras su mano acariciaba mi cintura y busqué su mirada, detectando un brillo especial en ella, no hacían faltas las palabras, pero era un hecho que ambas sabíamos con certeza que por ahora nuestro hogar estaba completo junto a Nina.

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