Liz me abrió la puerta de su casa, pero parecía algo molesta, aunque se veía hermosa como siempre, vestía su traje de baño entero color fucsia, el apretado y en la parte inferior tenía el short blanco, ademas de una diadema roja en su cabeza.
Entré y nos sentamos en el sofá, aunque a Liz se le notó algo incómoda al sentarse, supongo que por el vestido de baño, la miré y ella me refunfuñó
- Casi no llegas, no?
- Perdóname, se me presentó un imprevisto y se me hizo tarde - Respondí
- Aunque sea me veo bonita? Porque no me dijiste nada bonito al entrar... Yo me pongo linda para ti y tú no me dices nada
- Sí, estás muy bonita pero me recibiste con mala cara, frunciendo el ceño y no me pareció pertinente fijarme antes en tu cuerpo que en tu estado de ánimo
- Tienes razón, respetuoso como siempre conmigoMe acerqué para darle un beso, pero inicialmente lo rechazó, luego ella sola se inclinó y me besó, cortando así la tensa situación
Le entregué una chocolatina que pensé que serviría para pedir disculpas por la tardanza, ella la desenvolvió, y jugó con ella por sus labios hasta derretirse un poco, luego me preguntó:
- Quieres?
- Sí... - Respondí aceptando el bocado de ella
- Pues compra una porque ésta es míaMe incomodó algo el comentario, pero igual no quise decirle nada al respecto
- Tranquilo, era sólo una broma Santi, si quieres un trozo de chocolate, ven por él
Dijo mientras partía un trozo y lo dejó caer por su escote, bajo su traje de baño, quedando justo en medio de sus senos.
Quise tomarlo con mi mano, pero una palmada lo evitó, cambié de mano resultando en la misma respuesta, una palmada, tomé los tirantes de su traje deslizándolos despacio, una vez pasados sus hombros, los bajé de golpe, quedando sus pechos al aire, los cuales descansaron de la presión del vestido de baño, que se notaba que dejaba algo de marcas, pero lo más importante, quedaba a la vista el trozo de chocolate, el cual tomé con mi boca, no sin antes besar sus pezones, dulces como el mismo trozo de chocolate y de igual tono.
Aparentemente, ésto pareció gustarle a Eliza, ya que siguió tomando trozos de chocolate, jugando con ellos en sus pezones y areolas hasta derretirse, haciéndome señas con los ojos para que lamiera y chupara sus pezones, me acerqué y empecé a lamer, usando sólo la punta de mi lengua en sus pezones que pronto llegaron a su tamaño máximo, ella continuó con otra ronda de chocolate, nuevamente me acerqué y ésta vez quise chupar un poco más, desde su areola, e internamente en mi boca, usé mi lengua para jugar con su pezón, repetí la acción con su otro pecho, y fueron ahora sus areolas las que crecieron, hinchándose, me encantaba verla así, me producía mucha excitación, Eliza siguió con la "terapia de chocolate", y pronto empezó a gemir, apretando mi rostro contra su pecho, sentía que me perdía en medio de dos grandes montañas, con cierto aroma a chocolate que me guiaba por mi travesía hasta llegar a la cumbre y divisar el encantador paisaje.
Luego de 15 minutos, Eliza logró reincorporarse a la conversación pacífica que teníamos, se cubrió sus senos vistiendo de nuevo su traje de baño, me acerqué más a ella, pero terminó por recostarme en el sillón con ella encima mío, quise acariciar su cintura, pero hubo algún malentendido supongo, porque ella terminó conduciendo mi mano bajo su short, por encima de su vestido de baño, pero justo en la entrepierna.
- Te gusta? Estoy calientita?
- Sí, Liz, mucho
- Mucho qué? Lo que te gusta o lo calientita?
- Las dos cosas - Me empezaba a poner bastante nervioso, ella es una mujer hermosa
- Has hablado de nuevo con Jessica?
- Sí, por qué la pregunta? - Aquí sí que en serio me puse del todo nervioso
- Y hace mucho? - Insistía Eliza mientras guiaba mis caricias en su entrepierna, lo cual me hacía muy vulnerable
- No precisamente
- Santi, tu aún la amas? - Preguntó Eliza mientras reposó sus senos sobre mi pecho y llevó mi mano un poco más abajo en su entrepierna, rozando la línea que se marcaba en el traje de baño de su vulva
- Es algo complicado de decir ahora
- Por qué? Ella hace mucho no te permite verla, hace cuánto no la sientes como me sientes a mi, o la besas como me besas a mi - Eliza se acercó y me dio un beso francés muy húmedoQuedé perplejo y sin poder responder de inmediato, luego de unos segundos, pude respirar y responder
- Verás Liz, sucede que ella fue la fuente de mi felicidad, una felicidad que ella misma me arrebató, pero el sentimiento por ella es muy grande y poderoso
- Pero ella no quiere compartir nada contigo, ni siquiera un vaso de agua, o me equivoco?
- Lo sé, y me carcome la mente y el corazón cada que lo pienso, sin embargo siento que aunque yo pudiera querer a una chica por más especial o sexy que sea, a nadie voy a poder adorar tanto como a Jessica, como te digo, es muy profundo lo que siento por ella
- Ah sí, tan profundo como ésta? - Liz se bajó el short, abrió un poco sus piernas, movió un poco su traje de baño por el lado de la entrepierna y tomando dos de mis dedos los metió, penetrando su cálida y mojada 'rosa' - Seguro que es tan fuerte como tu pene cuando me tocas...No pude decir una sola palabra, Eliza me tenía dominado por el placer intenso que mostraba en el momento, justo cuando intenté decir una palabra, ella cerró sus piernas, apretando y encerrando mi mano en su interior, rozando su excitante 'jardín' y sintiendo con mis dedos el placentero interior de su 'rosa', arrugándose poco a poco mis yemas con su néctar.
- Santi, tú me quieres?
- Sí Eliza
- Santi, te gusta mi cabello?
- Sí
- Te gusta cómo me arreglo para ti?
- Sí...
- Te gustan mis senos?
- Sí
- Te gusta mi cola?
- Sí, y también tus estrías
- Te gusta 'mi rosa y mi jardín'? - Apretó un poco mis dedos en su interior
- Sí Eliza
- Y te gustan los detalles cariñosos que tengo contigo como la manera en que te hablo, me preocupo por ti y el querer pasar tiempo juntos a solas besándonos?
- Sí Eliza, sí!
- Entonces, quisiera ser tu novia, aceptas?
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La Rosa del Jardín de Eliza
Novela JuvenilContiene contenido sexual No recomendado para menores de 17 No me hago cargo de traumas o cualquier cosa negativa que le pase al lector A veces el destino nos hace jugadas inexplicables, nos aleja de quien queremos y nos acerca a personas inesperada...