Capítulo once, parte uno.

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El riazado como prometió llegó por el castaño a su casa a las siete en punto... diez minutos de adelanto en realidad. Pero aparcó unas casas más allá, ya que... sí llegaba anticipado, peinado y con una rosa blanca a su primera cita se mostraría algo... desesperado. 

Siete con dos minutos en el reloj, y Harry golpeaba la puerta barnizada de la residencia Tomlinson. Jay la madre de Louis le recibió con una sonrisa amable y un gran abrazo, no debatía ni un segundo que su hijo había hallado a un gran chico. 

— Jay—pronunció Harry con algo de vergüenza al decir a destajo el nombre de pila de la madre de "su" chico—; ¿está Louis listo? —cuestiona el nervioso rizado jugueteando con el tallo de la rosa.

— Déjame que enseguida voy por él...—dijo Jay retirándose escaleras arriba en busca de su pequeño, unos minutos más tarde, ella en compañía de un apuesto joven bajaron las escaleras—. Aquí está galán... —bromeó Jay. 

Louis estaba sumamente atractivo, llevaba puesto unos jeans ajustados negros —que se ajustaban de maravilla en sus muslos y trasero—, junto con una playera color vino combinando con el tono de sus vans, y también llevaba una cazadora de piel sintética negra que le quedaba de infarto, Harry creyó morir, en su lugar Louis también notó lo guapo que iba su cita esta noche. También notó el nerviosismo —rara vez visto en el rizado—, así que decidió alivianar un poco el ambiente. 

— ¿Le has traido la rosa a mi madre para ganártela a ella primero? —Bromeó el castaño causando que las mejillas de su cita se encendieran de un tierno color escarlata, con pasos robóticos el chico jade se acercó a él y le tendió la rosa. 

— Es para ti...—musitó avergonzado, Louis tomó entre sus manos su obsequio y lo olfateó con su respingada nariz, le brindó una bella sonrisa a Harry agradeciéndole. 

— Es perfecta... —dice Louis alzando un poco la mirada, ni el gran ramo de flores exóticas que Steve consiguió para él hace algunas semanas se comparaba con aquella escuálida y frágil rosa blanca—. De verdad... es perfecta.

— Tú lo eres... —Susurró Harry acercándose a su cita, amaba como sonaba en su mente, "su cita", iba a besarlo, pero... un agudo carraspeo trás de la pareja los hizo volver a la realidad, Jay los miraba con un semblante serio, sin embargo, con un ápice de ternura en sus ojos.

— Cuando esté cerca te llamaré Mamá...—avisó el castaño besando a su madre en la mejilla antes de salir por la puerta y caminar junto a Harry al auto del rizado—. Es una noche preciosa... 

— Es perfecta para aprender a amarte...—susurra el rizado rezando para que el castaño no lo halla oído, por suerte para sí, el castañó no lo oyó. 

...

Zayn está en esos días en los cuales te cuestionas hasta el último de tus respiro, "¿Haré las coasas bien?", "¿No soy digno de nadie?". El morocho pensaba y pensaba en su balcón observando la luna que comenzaba a brillar mientras el cielo oscurecía de apoco, le dió una calada a su cigarrillo. Su madre, padre, hermanas y Louis odiaban aquel vicio que mantenía Zayn...

— ¡Que se jodan todos ellos! —Exclamó para sí cuando terminó su cigarrillo y lo lanzó bajo sus pies, lo pisó luego. —¿Por qué nadie puede amarme como soy? —Cuestionó al cielo en un audible sollozo. 

— ¿Zayn? —El mencionado se giró al escuchar su nombre, el simpático rubio lo observaba desde la mampara de vidrio, tenía una ceja alzada, ¿acaso Zayn pensaba que no era importante? 

— ¿Niall? —Cuestionó el moreno acercándosele—, ¿hace cuanto llegaste? 

— Hace algunos minutos, ¿qué es eso de qué "nadie puede amarte"? —Pregunta el rubio acompañándo a su amigo hasta la cama donde se sentaron a entablar una conversación seria.

"En busca del sumiso perfecto" Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora