Capítulo nueve.

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Louis.
Lo que me había dicho Steve me tomó por sorpresa dejándome atónito y perplejo. Levanto mi vista de las flores y me encuentro con su mirada azul.

En vez de sonrojarme por su ternura, palidecí.

— Y-yo... —balbuceé al verme enfrentado a sus brillantes ojos azules, ansioso por mi respuesta.

Pero... ¿qué podría decirle? Mi corazón ya no es mío. Inconcientemente se lo dí a Harry. Se lo entregué en bandeja de plata, para que lo cuide y ame.

En cambio siento que cada vez rompe una parte de el. Impidiendome amar a otro. Steve no puede perder su tiempo conmigo, sí es obvio que no podré corresponderle.

Prefiero sufrir yo, a romper la ilusión de un ser inocente como Steve.

— Lou, él no te merece. —pronunció con voz suave, como si hubiera adivinado mis pensamientos. —Ayer bebiste hasta la conciencia por que lo viste con una zorra, cualquiera pudo aprovecharse de tu estado. El no lo vale

— Y-y t-tú... no mereces luchar p-por a-alguien q-que... —no logré evitar que las ya tan conocidas lágrimas entraran a la escena—, e-en su mente y c-corazón tenga a otro.

¿Amigos? —Preguntó con notable tristeza en su voz, mí corazón se achicó y sollocé, sin embargo, asentí.

Sentí unos cálidos brazos rodearme, acepté el abrazo que Steve me brindaba.

— Sí ese hijo de puta te hace algo..., avísame y lo obligo a comerse su fea polla.

Reí y observé al hermoso pelinegro que me cortejada, quizás soy idiota.
Pero soy sincero conmigo mismo.

— ¿Quieres...?

— ¿...comerte a ti? Sería un placer...

— No te pases idiota... —vocifero abriendo los estantes—, puré o pasta.

— Pasta.

Cocinó él ya que soy un puto asco en la cocina —y además mi brazo está enyesado, cortesía de Harry—. Comimos en la sala y luego él tuvo que irse, así que lo despedí y fui a mí habitación para intentar dormir.

Media hora después, el timbre suena como un loco. A regañadientes me levanto, sólo con unos bóxers.

Sólo espero que no sea un violador. Estoy tan cansado que no opondría resistencia.

— ¿¡H-Harry!? —Yo y mi jodida mala costumbre de no usar la mirilla.

Debo estar aún más rojo que mis bóxers, rápidamente hago un ademán para que entre, intentando tapar mi abdomen con mis pequeñas manos.

— Lou-Louis... —balbuceó Harry observándome detenidamente, le doy la espalda y lo miro por el rabillo del ojo. —Wow...

Cualquier ápice de vergüenza en él, desapareció. Fue totalmente una mala idea, giro enfrentándolo, se acerca a mí peligrosamente y me acorrala en el estrecho espacio recibidor/escaleras.

Lo empujo fuertemente e intento correr escaleras arriba, me toma el brazo y me jala lo que provoca que pierda el equilibrio y caiga golpeándome en el primer/último escalón.

Me ayuda a ponerme de pié. —No te vistas... vamos a jugar. —me susurra al oído haciéndome estremecer, me abraza y suelto un jadeo de dolor.

Cadera de mierda. Gruño mentalmente.

— ¿Te duele la cadera, cariño? —Comenzó a sobar aquella zona y me estremecí ante su toque—. Vamos, tengo que hablar contigo y no podré si estas semi-desnudo.

"En busca del sumiso perfecto" Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora