Capítulo 3

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Mis padres no me dijeron nada al verme entrar junto a ellos, me preguntaron que tal iban mis vacaciones y les dije que todo estaba de maravilla antes de que se fueran a su cuarto.

Me meto al mío y me cubro con mis cobijas, hace frío y me siento muy sola, siento un estúpido vacío en el pecho, cierro mis ojos antes de empezar de emocional, me duermo rápidamente.

Me despierto por el sonido del garage, mis padres se han ido de nuevo, ya son las doce de la tarde, me doy un baño y me visto para salir a caminar un rato.

No podré acercarme a la cafetería donde trabaja el Señor Nadin por un tiempo, es una lástima, adoro el café de ese lugar.

Pero debo disculparme con él, será mejor que lo haga cuando este más tranquila y estos pensamientos me dejen.

Estoy loca, no puedo creer que quiera tanto sentir su tacto de nuevo, nisiquiera he pensado en Jeremy en horas.

Cuando ya han pasado tres horas vuelvo a mi casa, mis días son tan aburridos.

- Ally... -pego un salto de la sorpresa, me hace botar mis llaves y me giro para encontrarme con Nadin.

- Oh, señor, no lo esperaba -digo tratando de agarrar mis llaves pero los nervios me ponen como imbécil.

- Tranquila -su mano se apoya sobre la mía-. Estas temblando, ¿tienes frío?

Sus manos siguen calidas como ayer.

- Esta cálido...

- ¿Qué has dicho? -pregunta agarrando las llaves por mi y ayudándome a pararme.

- No, digo, ¿qué lo trae por aquí? -pregunto mientras me da las llaves y tras varios intentos logro abrir la puerta.

- Para hablar sobre lo que ocurrió ayer -niego con la cabeza mientras lo escucho y muerdo mi labio, estoy demasiado nerviosa, miro hacia el suelo viendo mis zapatillas, luego a los lados, me encuentro con que Héctor nos está viendo, con el seño fruncido, claramente molesto.

- Puede pasar -digo estirando mi mano hacia la sala y Nadin entra con calma, yo solo miro a Héctor de pies a cabeza para luego cerrar la puerta tras de mi.

- Ese chico, ¿de verdad es tu novio? - me detengo en seco por su pregunta.

- ¿Qué? ¿Héctor? Claro que No, Tiene treinta, ¿cómo va a creer eso? Arg si él se lo dijo no le crea -exclamó con un gesto de sorpresa en el rostro, camino hacia la mesa de noche de la sala para poner mis llaves.

- Ally, yo tengo más años que él y aún así me besaste ayer -dice tomando la mano que tengo apoyada en las llaves, el contraste de las llaves frías contra su calor me recorre el cuerpo y suspiro.

- Sólo... No estaba pensando lo que hacía -me giro mientras le hablo y noto su mirada fija en mi.

- ¿Podrías ser honesta? -su mano sube a mi mejilla y acaricia mi rostro-. Aún no me dices algo que pueda creer, pequeña.

¿Porqué se siente tan bien tenerlo cerca?

- ¿N...no se supone que debería ser usted él que me aleje y me pida que actúe bien...? -pregunto en un susurro mientras su otra mano se apoya en mi cuello.

- Tu piel está helada -sé que solo esta evitando mi pregunta, habla a unos centímetros de mis labios y trago grueso porque no me atrevo a detenerlo.

Nos vamos a besar de nuevo, tengo que detenerlo, pero no quiero, me gusta como se sienten sus manos, quiero sentir sus labios, quiero quitarme estas ideas de la cabeza.

Dejo que me bese y le correspondo, es mejor que el beso de ayer, es mejor que cualquier beso de accidente que haya dado antes.

Una de sus manos baja a mi cintura y me acerca a él, mientras yo acerco nerviosa mis manos a su traje, suplicando con mi agarre que se acerque a mi y que no deje de besarme.

Cuando se separa de mis labios yo escondo mi rostro en su pecho, mientras me golpeó mentalmente por todo lo que estoy haciendo.

- Ally, no puedes besar a cualquier persona, menos sin dar una razón -dice en un tono serio mientras acaricia mi espalda.

- Lo siento, señor Nadin -digo en un tono bajo.

- Te castigare, por eso, no me gusta que jueguen conmigo -siento mi garganta seca al escucharlo decir eso.

- ¿Castigarme? -no entiendo de que está hablado, ¿se supone que me encerrará en mi cuarto una semana?

- Tu solo toma la cuenta -frunzo mi seño por lo que dice, agarra mi mano y me lleva hasta el sillón grande de la sala, despacio, se quita la corbata.

- ¿Qué hace? -cubre mis ojos con esa parte de su atuendo.

- Sólo lleva la cuenta, ¿bien? Debes entender como portarte -su tono suena extrañamente relajante y trato de mantenerme tranquila.

No creí que se enojaria tanto como para castigarme.

Me apoya sobre su regazo boca abajo.

- Si pierdes la cuenta o hablas empezaré desde cero.

Es todo lo que dice antes de levantar mi falsa, apoya su mano sobre mis nalgas y las acaricia despacio, una parte de mi quiere alejarse por la sorpresa, hasta que siento como detiene la caricia y me da una palmada.

- Cuenta -pide rozando mi piel con sus dedos.

- Uno...

- Bien -dice antes de darme otra palmada, más fuerte.

- D-dos...

Sigue así siete veces más, hasta que muerdo mi labio por el ardor.

- Diez -suelto en un quejido totalmente avergonzada y adolorida.

- No te muevas, ya termine -prefiero obedecer antes de recibir otro castigo, siento algo helado en la zona que me arde-. Es crema para que no te duela tanto luego -es demasiado frío pero en realidad espero que me alivie, porque si me duele ahora, será peor luego.

Al terminar acomoda mi falda y me sienta sobre él, me quita la corbata de los ojos, lo tengo de frente, admito que estoy molesta.

Limpia mis mejillas que tienen un poco de lágrimas y besa mis labios que se encuentran estirados hacia afuera por el enojo.

- Si te portas bien no volverá a pasar -sus manos están acariciando mi cintura y le pido que se detenga cuando siento que empieza a bajar-. ¿Qué pasa?

- Yo no sé nada de esto, señor Nadin, ¿porqué me toca así? No soy una mujer mayor, yo no se actuar como ellas y -me interrumpe.

- Esta bien, te enseñaré -sus labios rozan con mi cuello causándome escalofríos.

Pero todo se detiene cuando contesta una llamada y me pide disculpas antes de irse, dejándome sola, con mi mente hasta que caigo en la cuenta de que he perdido la cabeza, pero de verdad la perdí y muy mal.



Daddy (+18)Where stories live. Discover now