Capítulo 9

123 25 47
                                    

Despertó con un grito de angustia palpándose con horror el costado derecho pese a no sentir dolor. No encontró sangre ni huesos rotos saliendo de su carne.

La luz de la mesilla al otro lado de la cama se encendió y observó con incredulidad y alivio que se encontraba en su cama, su primera cama, la de su ático alquilado en Madrid. ¿Había vuelto a su vida? Entonces se irguió la persona que compartía lecho con él y le miró.

—¿Qué pasa? —Su cara parecía preocupada y algo molesta.

—Ge... ¿¡Genaro!?

—¿Has tenido una pesadilla, mi pequeño Mac Furry?

—Tu pequ... ¿Mac Furry? —Entonces recordó su vida en esta realidad. Parecía bastante similar a la primera, la original que recordaba, pero en algún momento parecía haber decidido que sería una buena idea aceptar como pareja a su jefe, su abusador, con tal de que le ascendiera a encargado del local. ¿Tan materialista había sido, o tan desesperado había estado? —Ah... no, ¡esto sí que no! —Se levantó de la cama como Dios le trajo al mundo y, dirigido por las memorias del día de hoy, recogió algunas prendas de uno y otro cajón y salió al rellano de su ático dejando a Genaro con la palabra en la boca.

Se vistió en el ascensor mientras este le bajaba a la calle y dejó que la primera brisa de esta fresca mañana le despejase conforme caminaba calle abajo. Ni siquiera sabía a dónde iba, pero tenía que alejarse de allí. Su móvil le alertó de que su novio (se le agriaba el humor al pensar en Genaro de esa manera) le estaba llamando, así que lo puso en silencio.

Necesitó un buen rato para calmarse y, sentado en la barra de un bar, pidió algo para desayunar y se lavó la cara mientras se lo servían (y por cierto que se vio al menos diez kilos más grueso de lo que a él le gustaría, con mofletes amplios y sus abdominales perdidos entre un mar de grasas saturadas). Ya tomando con tranquilidad su café con leche y su tostada con tomate y jamón york (necesitó un verdadero esfuerzo para no pedir el donut de chocolate que sus lorzas le solicitaban con premura), se sintió con fuerzas para enfrentarse a sus pensamientos.

Ayer resultó gravemente herido en un accidente de tráfico y, aunque no tenía la seguridad de haber sobrevivido al golpe que le propinó aquel coche, aquí estaba hoy, como si nada. Su vida de ayer, la de estudiante de un master de ingeniería informática, ya no existía. Ni el delicioso Samuel, ni sus amigos, ni las partidas de rol... Hoy era un nuevo día, en una nueva vida alterada; una que, por cierto, le daba un asco muy grande. Si había algo peor que ser abusado es haber aceptado ser la pareja de aquel jefe que le violaba (si es que ese verbo era el adecuado, ya que se trataba de un chantaje a cambio de un puesto trabajo).

Y ahora, ¿qué iba a hacer con todo este lío? ¿Se despediría del Mac Ronald's? ¿Dejaría a Genaro? ¿Empezaría una dieta para recuperar la forma física?

Se le escapó una risa un poco histérica (que provocó que un par de tempraneros comensales le mirasen de reojo) al darse cuenta de que nada de eso importaba pues ¡mañana ya no estaría aquí! y el Rubén Castillo de esta vida tendría que decidir qué hacer con esta situación, ya que él (el él de verdad) tendría una nueva situación a la que enfrentarse y que aún no podía ni imaginarse. Bueno... eso suponiendo que, tras abandonar esta vida para irse a otra realidad paralela, esta vida siguiera su curso sin él, con el Rubén de este lugar.

Pero claro, si estas vidas suyas alternativas tenían una historia previa y seguían desarrollándose una vez él las abandonaba... entonces, ¿qué pasó con el Rubén informático de ayer? ¿¡Lo había matado aquel coche!? Mejor no pensar en eso, pero era una posibilidad.

¡Qué locura! ¿Entonces, estar en este cuerpo suyo de esta realidad, hoy y aquí, era como poseer a un «Rubén» alternativo de este mundo? ¿Acaso viajaba su espíritu poseyendo cuerpos propios en universos alternos? ¿Se había visto reducido a un alma intrusa, un parásito de sí mismo?

REMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora