REM

Capítulo 6

Llamó casi sin pensar a Nani, su compañera del caso Alejo. Pese a las protestas de la muchacha (que llevaba muchos menos meses ejerciendo y actuaba a todas luces como su alumna y secretaria) él le notificó que estaba enfermo y que ella tendría que ocuparse de ultimar la exposición final del caso. La chica era lista, no tenía por qué tener problemas, aunque le faltase algo de práctica.

Se sentó en su sillón (no el de masajes que le adormilaba, sino el rígidamente recto que usaba para pensar) y pasó las siguientes horas meditando sin prestar atención al ventanal que usaba como escaparate del mundo, sin importarle el avance del sol a lo largo del cielo grisáceo o el caótico movimiento de la muchedumbre en las lejanas calles de abajo, como hormigas sin importancia.

Le costó bastante tiempo sacar en claro ciertas cosas, pero tenía una mente deductiva, efectiva y muy entrenada que podía deshilachar cualquier confuso galimatías hasta tener claro y separado cada hilo de pensamiento.

Él era Rubén Castillo, tenía veintidós años y era la persona que podía ver si se asomaba al espejo; de eso estaba seguro.

Sin embargo, por muy increíble que sonase, él no era este Rubén Castillo.

Había estado pensando en sus recuerdos, en sus otros recuerdos, en sus otras vidas.

Ayer lunes fue drogadicto y puto. El Domingo fue un instructor de paracaidismo. Esas memorias seguían ahí, pero borrosas y descoloridas como tras despertar de un sueño.

En cambio, había otra vida anterior, una que podía recordar con detalle, cada sensación, cada pensamiento, cada decisión, lugar... él era ese: un licenciado de periodismo que trabajaba en una cadena de comida basura y que era sistemáticamente abusado por su jefe y su casero. Era un hombre golpeado por la vida, solitario, deprimido.

Aquella no era una vida alegre, pero tampoco lo era esta. Aquí era un abogado de renombre —aceptó mirando a su alrededor—, pero desde luego que tampoco era feliz más allá de la caduca plenitud que sentía ante el éxito profesional; y por muy reales que parecieran estos muebles o las memorias que tenía del bufete, de Cristian, de alguna manera supo que mañana carecerían de importancia.

Durante tres días seguidos había despertado en una nueva vida, una nueva versión de su vida donde él era él, pero en unas circunstancias diferentes.

Se le escapó una risa sardónica. Si le contase esto a su terapeuta probablemente le internaría en un manicomio.

Entonces, ¿qué significaba esta situación? ¿Qué explicación podía haber? Tras desechar las reencarnaciones, ¿qué otras opciones quedaban? Le había llevado un rato, pero una posibilidad era que (por increíble que pareciera) él fuera un simple clon del Rubén original, aquel del Mac Ronald's, y que alguien hubiera creado esta vida para él de forma artificial. Había una película de Swartsenager de esa temática.

Nina se acordaba de él. Alejo y el caso estaban en marcha, por lo que esta vida había sido real desde al menos tres meses. Claro que, si se ponía paranoico, Nina podía ser una actriz, todo lo demás un montaje y el resto recuerdos haber sido implantados; así que por ahí no podía obtener más que pruebas circunstanciales.

Pero había una manera. Recordaba claramente aquella primera vida; sus compañeros de la carrera de periodismo, su documento nacional de identidad, su número de teléfono... podía buscar los lazos con aquella vida y asegurarse de que no hubiera otro Rubén danzando por ahí, ¡o varios de ellos!

También podía ser que hubieran intentado borrarle la memoria de alguna manera y crearle otra vida. Pero ¿quién? ¿Por qué? ¿Cómo?

Primero sacó el dni de su cartera y corroboró que su número era el mismo que recordaba en aquella primera vida, y que sus padres (los nombres allí listados) eran los mismos. Eso le descolocó bastante, porque si alguien quisiera rehacer su vida le habrían creado una nueva identidad que le distanciase de la anterior. ¡Cojones! ¡Ni siquiera debería llamarse igual!