Cap 2: La apuesta.

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~NARRADOR~

Suho se detuvo de masticar y soltó el bocadillo con lentitud—Empiezo a sospechar que me haz estado acosando, mafioso Lay —dijo mirándolo fijamente al contrario que tan sólo sonrió y negó. Ese hombre era tan extraño como un jamón en medio de una colonia de quesos.

No hablaron más. Tan sólo para el juego, eso era incómodo para Suho. Pero también había otra tensión además de 'incomodidad', era una tensión más íntima que antes ya había sentido. No se haría el estúpido y se mentiría a sí mismo diciendo que no sabía qué tipo de tensión era, porque estaba más que obvio. Era tensión sexual. E iba en creces. Entre más serio se volvía el ambiente, más se sentía una tensión sexual. Y ni habían insinuaciones o chistes sexuales al respecto.

Además, algo que Suho no entendía era cómo el tipo ganaba todas las apuestas y casi sin mover un solo dedo. Jugaron billar, pokar, cabillete, cartas, la ruleta, etc. Y en todas perdió contra Lay, era un maldito genio de los juegos de mesa o un tramposo a otro nivel. A Suho le empezaba a doler la cabeza de tanto pensar en sus técnicas de ganar, tuvo que, incluso, inventarse nuevas que tampoco fueron demasiado eficientes. Hizo de todo por ganar. Incluso, influyó a Lay a que se emborrachara para tener ventaja, pero parecía que borracho le iba mejor. Era tan frustrante.

—Oye... —habló Lay mientras Suho analizaba cómo fue que perdió en el juego de cartas, otra vez, por enésima vez en la noche—. Un último juego... ¡hip! Pero ahora quiero poner una especificación en la apuesta... —dijo tambaleándose mientras intentaba enfocar su propia vista. Desde hace ya rato, Lay se había parado de su asiento y tambaleaba por las bebidas ingeridas.

—Vamos, dime. No hay nada peor que haber perdido ya 1,000,000 dólares —revisó su hora dándose cuenta que ya eran las 03:16 a.m., ¡demonios! Se la pasó tanto tiempo pidiendo revancha que ya perdió una gran cantidad de dinero y tiempo de su vida. ¡Pero él no podía humillarse! Él siempre fue recordado por ser el mejor en los juegos de mesa, no podía hacerse para atrás. Bueno, empezaba a considerarlo por ese hombre tan genial y capaz.

—Mira... ¡hip! —Lay hacía un grato esfuerzo por mantenerse de pie tropezándose consigo mismo—. Te propongo algo... juguemos un juego de mesa que casi nadie te ha retado. ¡Hip! Juguemos a ajedrez... ¡hip!

Suho se quedó confundido, ¿ajedrez? ¿Qué podría ser malo o peor de lo que ya pasó? Nada. No había nada que le llegara a la mente. Ya perdió toda una fortuna, parte del tiempo de su vida, su orgullo y muchos juegos de mesa. No había manera de que fuera mayormente avergonzado de lo que ya se hallaba.

—Pero todavía no termino... —dijo empezando a desabrocharse la playera—. Ay, hace calor... —se quejó quitándose la playera frente a los ojos atentos y curiosos de Suho. Babeaba, joder. Ese cuerpo era demasiado excitante y deseable. Era perfecto, mierda—. Bueno... ¡hip! Dejémonos de juegos —se recargó en la mesa y suspiró hondo. Miró fijamente a Suho pero ahora con una verdadera seriedad, una mirada con, incluso, deseo. Una cierta lujuria. Caminó sin tambalear hacia el contrario que se hallaba sentado y lo tomó de la barbilla para que se miraran a los ojos, lo cual, consiguió sin esfuerzo máximo—. Quiero tener un delicioso sexo contigo, pero nunca he encontrado una manera de hacerlo. Por ello, te invité a que jugáramos. Tendremos una semana llena de puro sexo sin versatilidades. El que pierda el juego, será el pasivo —Suho lo miraba a los ojos fijamente y se sentía bajo un hechizo porque, sin pensarlo dos veces, asintió a lo que dijo Lay. El contrario sonrió y, en vez de alejarse, se acercó más al coreano. Suho veía fijamente a los labios jugosos y rosados del contrario con tanto deseo que ni él se la creía. ¿Pero que le estaba pasando al grandioso Kim Suho?

Como Lay empezaba a desesperarle de que no llegara a sus labios, él fue el que se lanzó al beso. ¡Caray! Los labios de ese chino sabían tan deliciosamente bien que parecían ser unos de los mejores manjares con la mayor calidad. Suho quería mucho más de esos manjares. Tanto era su deseo, que, con una mano, mantuvo a Lay ahí. Lo tomaba de sus suaves cabellos para profundizar el grandioso beso improvisado que estaban teniendo. Al menos para Suho, ese era el mejor beso de su vida. Era tan único, se sentía como el primer beso de él. No, incluso se sentía mejor que eso. Mejor todavía que cuando se besó con su primera novia en preparatoria.

La apuesta. |CORRIGIENDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora