Capítulo Diecinueve

2.2K 269 15
                                    


El Heredero

Capítulo Diecinueve

Wanda abrió los ojos y se encontró con su padre, que estaba sentado en su cama, observándola con una sonrisa y los ojos aun enrojecidos por el llanto. La joven parpadeó. Charles le había enviado mucha paz y su sueño fue placentero y tranquilo. Bostezó y Erik le hizo una caricia en la mejilla.

-¿Cómo te encuentras, ángel mío?

Wanda recordó la estatua pulverizada y se agitó.

-Tranquila – la consoló su padre, y le apretó las manos -. Tranquila, pequeña. Todo estará bien – y al decir esto, la abrazó y le besó la cabeza.

Wanda respiró profundo y la paz enviada por Charles le siguió haciendo efecto. Se fue calmando lentamente. Cerró los ojos y recordó el motivo de su enojo: el conde Xavier era la pareja de su padre y estaban esperando un hijo juntos. Intentó alejarse de Erik pero su calor y su abrazo la reconfortaban. Lloró, liberando sus emociones.

La infancia de Wanda había sido perfecta: creció querida por su madre y adorada por su padre. No le había faltado nada, ni en lo afectivo ni en lo material. Había sido desde pequeña una niña decidida, que sabía lo que quería, Erik le solía decir entre risas que de bebé lloraba demasiado hasta que la complacían, y había aprendido que podía conseguir lo que deseara de su padre. El fallecimiento de su madre había sido un golpe duro y le había llevado tiempo superarlo. A veces se preguntaba si lo había logrado o seguía ligada a su memoria. De cualquier forma, su progenitor lo era todo para ella. Lograba que Erik le cumpliera sus caprichos pero una simple observación de su parte para Wanda lo valía todo. Por eso se había enojado tanto cuando él le reprochó su accionar con David y, por eso, no se había negado a enlazarse al joven a pesar de considerarlo un partido inadecuado para ella.

Ahora que se acababa de enterar que su padre había rehecho su vida con Charles y tendría otro hijo, se sintió herida en su devoción filial. Charles era el progenitor de ese condecito que ella despreciaba y ahora compartía con ella el corazón de Erik. Además, existía la posibilidad de que tuvieran una niña, ¿dónde quedaría Wanda como la hija única y predilecta de papá?

-Tuve que habértelo dicho antes – confesó Erik, arrepentido -. Quise comunicártelo de la manera más suave y terminé soltándotelo.

-¿Qué va a pasar con nosotros, papá? – hipó contra su pecho.

-¿Nosotros?

-Sí, tú, Peter y yo – sollozó -. Ya no seremos los tres.

-No – sonrió el barón -. Ahora somos cinco y, pronto, seremos seis. Nos acostumbraremos – le acarició el cabello -, nos vamos a divertir. Pero nadie va a quitarte tu espacio, te lo prometo.

-¿Qué va a pasar con nosotros? – insistió -. ¿Qué pasará entre nosotros dos?

Erik la apretó contra sí.

-Nunca dejarás de ser mi niña adorada – le besó la cabeza con fuerza -. Jamás. No voy a dejarte, ni habrá bebé alguno que ocupe tu lugar.

-¿Qué hay del Conde? – Wanda soltó un sollozo.

-¿A qué te refieres? – preguntó el barón confundido.

Wanda hizo silencio un instante y soltó su peor miedo.

-¿Te alejará de mí?

"Es solo una niña asustada," comprendió Erik. "Teme perderme por culpa de Charles." Deshizo el abrazo para poder mirarla a los ojos. Deseaba que supiera cuán sincero era.

El Heredero. CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora