Capítulo Dieciocho

2.5K 277 225
                                    



El Heredero

Capítulo Dieciocho

Ya casi de madrugada, Charles se coló por primera vez en los aposentos del barón. En los dos meses que llevaban intimidando, era Erik el que visitaba cada noche los suyos. Pero esta noche era especial para los dos, así como lo había sido la primera en que decidieron tener relaciones.

Erik no se había acostado porque lo estaba esperando ansioso. Cerró las ventanas para que no entrara el frío y cuando Charles al fin llegó, lo estaba aguardando con unos bocaditos dulces germanos, que el conde devoró. Erik bromeó que el embarazo le estaba dando hambre, a lo que Charles respondió con un beso y fue incentivo para que se desnudaran.

Una vez que terminaron de hacerse el amor, Charles se acomodó sobre el pecho de su amante y dejó que este le acariciara el cabello. Sus latidos y los mimos lo iban adormeciendo.

-Tenemos que hablar con nuestros hijos – decidió Erik. Charles abrió los ojos y asintió -. Peter ya descubrió nuestra relación y se puso contento. Es muy observador. Pero todavía no sabe que tendrá un hermano.

Charles sonrió.

-Tu hijo es un muchacho muy inteligente.

-Así es – admitió el barón. Estaba aprendiendo a comprender que Peter no era como él y a valorarlo por eso -. ¿Qué sugieres? ¿Los reunimos mañana a los tres y lo hacemos oficial, o cada uno lo hace por su lado?

-Cada uno por su lado – decidió Charles con firmeza -. Estos últimos días fueron muy difíciles para David: tuvo que defender su relación con Peter, el accidente que tuve y la llegada y discusión con su madre. Deja que hable con él tranquilo.

-Está bien – Erik le besó la cabeza -. Mañana platicaré con Wanda antes del desayuno.

-Me parece bien – contestó el conde con un bostezo.

Charles se durmió enseguida agotado por la laboriosa jornada, pero Erik permaneció despierto un rato más. El conde dormía sobre su pecho desnudo y Erik le acariciaba el pelo, mientras lo observaba. De a poco iba dimensionando el hecho de que sería padre otra vez. Sus tres primeros hijos lo habían sido con la mujer de la que había estado enamorado y este lo sería con la persona que amaba. Lo preocupaba lo que Charles le había dicho sobre el alumbramiento. No quería que sufriera y no iba a perderlo. La vida sin Charles. . . No, no podía imaginar una vida sin Charles. Tenía esperanzas en la plática con Azazel. Sería un inquisidor de tantas preguntas que le haría para quitarse cada duda. Erik sonrió, imaginaba a Charles asombrado con tantas preguntas a su médico amigo, y le besó la cabeza.

Erik se arrellanó en la almohada y cerró los ojos para dormir arrullando a su amante.

Cuando el amanecer despuntaba, la pareja despertó y Charles se sintió remolón y quiso permanecer un rato más en la cama, después de todo, era la de Erik y eso lo incentivaba a no querer dejarla. Erik, en cambio, se preparó para bajar a desayunar. Era tan temprano que la mesa no estaba preparada todavía. Volvió al salón donde estaba la escalera principal y se cruzó con Moira. Ella no había pegado el ojo en toda la noche. A la ilusión de creer que podría disfrutar de la fortuna de su hijo pasó a la decepción de saber que no habría boda y a la irritación de darse cuenta de que Charles, el iluso y aburrido Charles al que ella había abandonado, había rehecho su vida con el mismísimo barón y tendrían un hijo. Era demasiado para una mujer que se jactaba de haber usado y abandonado a su esposo.

-Buenos días, Lady MacTaggert – la saludó Erik formalmente con una inclinación -. Espero que sus aposentos hayan sido confortantes y esté lista para partir.

El Heredero. CherikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora