cap 9- Tic Toc

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Alejandro:

Era una experiencia diferente, aterradora, nunca en mi vida había cabalgado en un clima tan peligroso. La lluvia no dejaba ver mas lejos que unos cuantos pies de distancia. Fernanda sin embargo se movía como pez en el agua, arreando el Ganado hacia su destino.

Caporal en estos momentos era su guardaespaldas, no se le despegaba ni un segundo. ¿Quien era caporal? bueno, era uno de los perros de la hacienda y prácticamente le pertenecía a Fernanda. Cada mañana la esperaba en el portón, recibiendo la alegremente y ella se derretía al tenerlo cerca.

- Yo meto las vacas al corral, tú métete a la cabaña - grité, para que me pudiera escuchar sobre el ensordecedor ruido del rio. Ella sonriendo asintió con la cabeza y aunque no me gusto ver que se veía algo distraída, supuse que me seguiría muy de cerca.

Me extrañó ver que ataba una soga a la cabeza de la silla del caballo, pero no le di importancia. Ella sabía mejor que nadie lo que hacía. Hasta este momento me había demostrado lo capaz que era en todo.

Al cerrar el portón, asegurando el ganado dentro del corral, escuché la yegua de Fernanda relinchar y a caporal, ladrar insistentemente. Volté a donde ellos, pero no podia ver nada y los ladridos del perro, causaban gran ansiedad en mi.

Debía llegar a donde ellos, algo no andaba bien.

Con la espuela piqué el vientre del caballo y dirigí hacía ellos a todo galope. Cuando pude distinguir la yegua, los nervios me atacaron sin control y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Estaba parcialmente sumergida en el río y Fernanda no se encontraba montada en ella.

No fue eso lo que me dejo ver que algo no estaba bien, si no ver a caporal adentrándose al rio, luchando, para que no se lo llevara la corriente.

Siempre he conocido lo leales que son los perros a sus amos y ver como a este canino no le importaba poner su vida en peligro al adentrarse a las fuertes corrientes del rio, solo quería decir una cosa.

¡Fernanda había caído al agua!

Me bajé del caballo de un salto, corrí a donde se encontraba la yegua y con voz ahogada llamé su nombre. No hubo respuesta. Mi Corazon quería salirse del pecho. ¿En donde estaba? - ¡Fernanda!¡Fernanda! - corría de lado a lado tratando de ver algo, pero nada.

Caporal se aferraba a algo, pero era imposible distinguir de que se trataba. Bien podría ser una rama que evitó ser arrastrado o podría ser ella.

-!Fernanda! - Me sumergí un poco, tratando de ver de que se trataba, pero la potencia con la que corría la corriente amenazaba con llevarme.

Di un paso a tras, debía atarme para poder acercarme, pero algo se atoro en mis pies logrando que cayera de espalda al suelo, sacándo el poco oxigeno que tenía en mis pulmones. Inhale profundamente y me puse de pie como pude, no había tiempo que perder. Debía encontrar a Fernanda y creó acababa de hacerlo. Tomé la cuerda en mis manos y jale con todas mis fuerzas, siendo imposible moverla un centímetro.

La yegua sería mi salvación, tenía que serlo, agarré las riendas y jale fuertemente de ella, alejándola de la orilla.

El frió que hacía en ese momento eran como dagas de hielo que penetraban mis huesos. No quería imaginar como se sentía ella, sumergida completamente en ese rio. Pedía a Dios que fuera ella a quien Caporal se aferraba con tanta fuerza y que no se la hubiera llevado la corriente.

El río no me la podia quitar, no se la podía llevar. Creí enloquecer, al ver como la yegua sacaba del agua su cuerpo. No podía respirar

¡Estaba muerta, no se movía!

Con la luna de testigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora