Alejandro:
La mañana llegó y con todo dolor de mi corazón, tuve que retirarme a mi recámara. Debíamos aguardar las apariencias, además, teníamos una teleconferencia muy temprano y debíamos prepararnos.
Ella como siempre, se veía como una Diosa y me era difícil despegar los ojos de su hermosa figura. Los recuerdos de la noche anterior no se dejaban esperar, imagines de su boca devorandome o de sus manos acariciándome, bombardeaban mí mente. Se que ella pensaba lo mismo que yo, porque podía sentir su mirada llena de deseo en mí.
Debía ser el profesional de siempre y lo haría, pero en ese momento necesitaba sentirla. Llevé mis manos a su pierna, por debajo del escrito y di un apretón, dejándole saber que estábamos en sincronización, en la misma estación. Sentíamos exactamente lo mismo.
Pude sentir su cuerpo estremecerse, como siempre lo hacía al tocarla, pero continuó su actuación ante nuestros espectadores. Nadie sospechaba de la corriente eléctrica tan potente que corría en esa oficina, más que ella y yo. La ambas como un loco y nunca permitiría que alguien, fuera a rebajarla o a dudar de su valor.
La conferencia término y le robe un apasionado beso, pero había mucho que hacer y nos pusimos a trabajar.
Un golpe a la puerta me hizo volver al presente, algo que siempre sucedía cuando me metía a mi despacho, me sumergía en mi trabajo y olvidaba del mundo. Fernanda continuó sumergida en el monitor de la computadora y yo di la entrada.
- Adelante - No me esperaba ver a la persona que entró y no lo pude evitar, pero mi cuerpo se tensó.
- Buenos días patrón, necesitaba hablar con usted - la voz de Eustacio, logró que los ojos de Fernanda se despegara del monitor de la computadora y su rostro se tornará rígido, pálido diría yo. Al ella sentir mi mirada, trato de disimular, pero ya era demasiado tarde para fingir. Se puso de pie y dio unos pasos hacía la puerta, pero yo la detuve.
- Quedate Fernanda - ordené. Ella se detuvo y volteó a verme titubeante. Le dejé claro con la mirada, que no era negociable mi decisión - siéntate, tú eres la segunda después de mí y necesitas enterarte de todo lo que sucede aquí - le di su lugar y ella se sentó con la cabeza baja. Me molestaba ver como le afectaba su presencia. Se que le dolía su traición y aunque estaba seguro de lo que sentía por mi, no podía evitar sentir celos enfermizos de él.
Volte a ver a Eustacio una vez más, dejando lo que traía en mis manos y parandome recto, mostrando seguridad en mi mismo, di toda mi atención al suso dicho.
Algo no andaba bien, la actitud de Fernanda no me gustaba y el que él la volteara ver de la manera que lo hacia, menos. Odiaba que la viera, que por su mente llegará a haber recuerdos de ella en sus brazos. Ella era mía y aunque es verdad que él fue el primer hombre de su vida, ahora ese hombre, era yo.
- Solo quería agradecerle su ayuda.... pero creo que es hora de que siga mi camino - dijo y en media oración, volteo a verla a ella. Mis ojos también voltearon a verla y aunque la tensión se podía sentir en el aire, ella no dejó ver nada en su rostro.
- ¿Estás seguro Eustacio? ¿Ya encontraste algo más? - dije, porque aunque moría de celos, acaba de ser padre y no dejaría a un niño sin sustento.
- Si, acabo de encontrar una muy buena oportunidad y creo que es tiempo, para que siga mi camino. Gracias por todo y si me disculpa, me retiro... Adiós Fernanda.
- Adiós - respondió, sin voltear a verlo. Vi la puerta cerrarse y era hora de saber la verdad, volte a ver a Fernanda una vez más y las preguntas no se dejaron esperar.
- ¿Que sucedió? - pregunté. Sé que algo había pasado y quería respuestas. Ella no se movía, fingiendo no escuchar, pero podía ver la rigidez de su cuerpo y al parecer no respiraba. Caminé hasta ella - Fernanda ¿Que pasó? - me puse de rodillas frente a ella - Quiero la verdad- exigí
Volteó a verme temerosa, llevé mi mano a su mejilla y acaricié, dandole confianza. Quería que supiera que confiaba en ella, pero no aceptaría mentiras. Levantando la cejas, dejé saber que esperaba respuesta.
- Nos vio a noche... en la cocina - dijo y no pude evitar que mi cuerpo se tensara. No es muy difícil sumar dos más dos y saber exactamente cuál es la respuesta. Ahora comprendía porqué el comentario que hizo la anoche anterior, sobre que pensarían de ella si nos veían.
- ¿Se atrevió a insultarte?¿Te insinuó que eras una cualquiera? - dije poniéndome de pie. Sentí la sangre subir a mi cabeza y un zumbido en mis oídos, no me dejaba pensar claramente. ¿Como se atrevía a insultarla de esa manera? !Era un desgraciado! Di un paso para ir tras él, pero Fernanda me detuvo, parándose frente a mi.
- No, no hagas nada estúpido Alejandro, solo fueron los celos los que hablaron - me valía un pito que estuviera celoso, él fue el que la dejo, ahora no tenía derecho a meterse en su vida, mucho menos a insultarla.
- ¿Celos? ¡Ni él, ni nadie, tiene derecho a insultarte de es manera! -dije, con quijada tensa.
- Lo se, pero no quiero chismes. Si los peones los ven pelando, solo van a lograr que las habladurías empiecen. El no va a decir nada a nadie, porque aunque haya dicho lo que fuera, no permitirá que la gente hable mal de mi.
- Si, me olvidaba que te sigue queriendo y te protegerá ante los demás..- dije sarcásticamente
- Pues aunque lo digas de esa manera. Eustacio me quiere y si no como mujer, como amiga, como hermana, no olvides que nos conocemos desde niños.
- Bonita forma de querer, insultando a la mujer que quieres, solo porque no la tienes - dije furioso y soltandome de su agarre, caminé a la Puerta.
- ¡Détente ahi Alejandro! - habló furiosa - No quiero que vayas tras él o que salgas a arreglar el asunto, porque si lo haces, solo le estarás dando la razón..
- ¿De que hablas?
- Que solo me estas usando. Si sales, solo significará que no te importa lo que yo pienso, que solo me estas usando
- ¿No puedo permitir que ensucie tu nombre? - volví a hacer el intento de salir y una vez más me detuvo, poniéndose en la puerta.
- ¿No será mas bien que te importa mucho lo que piensa de ti, que te enfurece que ensucie al magnate Don Hidalgo? ¿No será más bien tu ego herido, el que quiere ir tras de él?.
- ¿Mi ego herido? Por Dios, lo que menos me importa es lo que pueda decir de mi, pero cuando se trata de ti no lo tolero- las dudas empezaron a rondar mi mente- No me hagas dudar Fernanda, no me hagas pensar que en realidad lo que temes, es lo que yo pueda decir o hacerle a él
- Si, si me importa lo que le puedas hacer, y lo que el te pueda hacer a ti más..
- ¿Aún lo quieres Fernanda? - pregunté estúpidamente. La situacion se estaba saliendo de control y estaba logrando lo que tanto deseaba, hacernos pelear, pero ella como siempre sabía exactamente que decir.
- Siempre lo voy a querer como hermano Alejandro, pero no como hombre, porque al que amo es a ti.
Sabía era sincera, conocía muy bien sus sentimientos hacia mi, pero los celos estúpidos no me dejaban tranquilo. Ella era mía y así sería siempre y si ella no quería que le rompiera la cara a ese desgraciado, no lo buscaría, solo le pedía a dios que no se cruzara en mi camino.
- Lo sé.. y esta bien - la abrace - te prometo que no lo buscare, pero si el me busca.
- Si mi Mike Tyson, pero asegúrate que no te vaya a dar en tu hermosa cara, porque sería una pena que te la estropeara. Digo, si te lo llegas a encontrar- no pude evitar reír a sus tonterías.
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Con la luna de testigo
Roman d'amour¿Que estarías dispuesto a dar por amor? Alejandro Hidalgo, hombre de negocios quien creía tenerlo todo, dinero, mujeres, poder y libertad. Puede perderlo todo, si no obedece a una clausula del testamento de su padre. Debía casarse con una mujer desc...