Capítulo 1: El eden

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Alejandro:

- No sé cómo voy a poder continuar con esta farsa - dije entre dientes

- Al menos está buena la mujer - interrumpió Carlos mis quejas

- Que más da eso, si no la amo. No me cabe en la cabeza que el viejo haya inventado está mierda, para salvar el nombre de la familia. Casarme con la hija de ese desgraciado. ¡Por dios! yo le he dado más fortuna en el poco tiempo que llevo al cargo de la empresa, que lo que el pudo lograr en toda su vida - me puse de pie y di un golpe furioso al escritorio con mi puño. ¡maldita sea! ¿Porque no mencionó algo antes de morir? ¿Y si rompo con el contrato? Yo puedo hacerme una fortuna solo... empezando de cero

- Recuerda que si lo haces, tu madre va a la cárcel- me recordó Carlos

- No puedo creer lo podrida que puede ser la gente. Si en verdad creen que mamá mato a ese hombre ¿Como es que quieren formar parte de mi familia?

- Como dice la canción, con la plata baila el mono - bromeó - lo peor no es casarte con esa chica, si no el que tengas que ir a vivir a esa hacienda. A ese lugar escondido en medio de la nada. Tu padre debió odiarte amigo...- se puso de pie y toco mi hombro en simpatía - quiere aislarte del mundo, mandandote a un lugar en donde lo único que veras son vacas y el olor que predominará el aire, será el de estiércol.- soltó la carcajada - ahí si me vas a perdonar, pero no pienso ir a visitarte.

Lo observé en silencio y le levante el dedo- siéntate- dije

- ¿Cuando te vas? - preguntó, cambiando el tema.

-Mañana, iré unos cuatro meses a poner todo en orden y después, regresaré a la fiesta de compromiso que esta planeando la familia de María.

- Al parecer les urge, tu padre aun no se acaba de enfriar en su tumba y ya te quieren amarrar.

- Dos años, dos años amigo...

-Y un nieto varón, no lo olvides - me lo restregó en la cara - así que más te vale pegarle al gordo en el primer intento, porque si no te vas a llenar de críos y ya no te podrás librar de ella.

- ¿Acaso importa lo que tenga? El apellido que llevará será el mío, no el de ellos. Sólo el tiempo dejara saber qué es en realidad lo que buscan

- Dinero amigo, no hay de otra

El día siguiente llegó y tuve que viajar a mi nueva cárcel. Haría todo lo posible por mantenerme ocupado, para que el tiempo pasará más de prisa.

Mi padre era un hombre duro y sin sentimientos hacía el mundo, pero hacia mi madre era otra cosa. Por ella daba su vida y era capaz de vender su alma al mismísimo demonio, sólo que esta vez no vendió su alma, si no la mía.

Ahora estaba aquí en esta hacienda, en un lugar escondido en medio de la nada, como dijo Carlos. Los empleados me veían con temor, temían que yo fuera igual de despiadado que él, pero gracias a mi madre no lo era. Gracias a ella era un hombre de bien y por ella me sacrificaría, por ella me casaría con una mujer que no amo y apenas conozco. Es verdad que es hermosa, no lo voy a negar, pero no es la mujer con la que me hubiera gustado pasar el resto de mi vida.

La conocí el día que se leyó el testamento de mi padre, al parecer, ella ya sabía de los arreglos de nuestras familias y estaba de acuerdo en todo. Para mi sin embargo fue como echarme un balde de agua fría en la cabeza.

Después de eso nos vimos varias veces más y aunque es hermosa, esta hueca del cerebro. Es una niña mimada, que está impuesta a salirse con la suya.

Una de las estipulaciones que mi padre puso en su testamento, fue que tenía que venir a vivir a esta hacienda. Tenía que levantarla, porque era herencia de sus padres y quería que perteneciera a su primer nieto.

Con la luna de testigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora