Fernanda:
Salí a la cocina por agua, me encontraba lavando el vaso cuando sentí sus cálidos dedos recorrer mí muslos, hasta llegar a mi cintura. Subió lentamente por debajo de mi ropa, hasta apoderárdose de mis pechos. Aunque me asusto, porque no lo sentí llegar, solo pude cerrar los ojos y dejarme llevar por su tacto
Ese hombre me enloquecía, me hacía perder la cordura. Cuando tenía sus manos tocando mí piel y su aroma Intoxicándo mis sentidos, no podía pensar.
Mientras me torturaba con sus caricias, besaba apasionadamente mi cuello. Podía sentir su deseo crecer cada vez más en mi espalda y sin esperarlo me dio la vuelta, apoderándose de mi boca.
Me besaba con desesperación y deseó, algo que yo respondía con la misma intensidad. Lo deseaba con locura, nunca me cansaba de sentirlo en mi.
Me elevó del suelo, sentándome en el comedor. Sus manos se apoderaban de mi pelo y su lengua de la mía. Me recostó y de un salto se colocó sobre mí. Bajó lentamente besando mí cuello, oliendo y mordiendo por sobre la ropa, hasta apoderarse de uno de mis pezones con sus dientes y el otro lo empuñó con su mano. Mi cuerpo respondía a su exigencia encorvado la cintura, para darle más acceso a ese lugar que tanto lo necesitaba. Los fuertes latidos de mi corazón no me dejaban escuchar siquiera mis pensamientos.
Continuó su recorrido y cuando lo sentí muy cerca al paraíso, lo detuve.
- ¡No! Espera, aquí no - dije con voz ahogada - porque aunque quería que continuará, no era lo prudente. Él trató de continuar con su recorrido, me conocía perfectamente y sabía que yo no era más que mantequilla que se derretía en sus manos. - aquí no - repetí
Se puso de rodillas
- Quiero tenerte aquí.. quiero que quede el recuerdo de nuestro amor, por cada rincón de está casa.
- No olvides que tienes gente trabajando...- me besó, tratando de callarme - pueden entra en cualquier momento...
- No me importa.. - me volvió a besar.
- Pero a mí sí.. no puedes permitir que me vean en esa posición - sonreí pícaramente. Claro que no lo permitiría, era un hombre muy posesivo y celoso, por nada del mundo me expondría - tengo una mejor idea y esa la quiero llevar acabo en la recámara.
Sonrió y con todo su pesar se bajó de la mesa y enredando mis piernas en su cintura nos dirigió a la recámara, pero antes de llegar lo detuve.
- Espera, me olvidé de algo muy importante... - di un salto y intenté alejarme, pero él me detuvo
- No es necesario...
- Si lo es - sonreí y besé sus labios - llevó deseando hacerlo, desde que te conocí - me observó a los ojos y pudo ver qué en ellos se escondía una promesa que le encantaría.
- Está bien.. no te tardes - besó mis labios y se dirigió a la recámara y yo por mi parte a la cocina
- ¿Te das cuenta de lo que estás haciendo? - la voz llena de reproche de Eustacio, me hizo brincar del susto. Lo voltee a ver en silencio. Salía de entre las sombras y caminaba hacía a mí, su rostro era uno de un hombre quebrado, derrotado !Nos había visto! - está haciendo que te comportes como una cualquiera.
Trato de tocarme, pero después de esas palabras tan duras no podría permitir que lo hiciera.
- El solo te está usando ¿Oh acaso crees que un hombre que te quiere tomar en el comedor, en donde puede entrar cualquier persona, te quiere? Te está usando, para el no eres más que su puta.
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Con la luna de testigo
Romance¿Que estarías dispuesto a dar por amor? Alejandro Hidalgo, hombre de negocios quien creía tenerlo todo, dinero, mujeres, poder y libertad. Puede perderlo todo, si no obedece a una clausula del testamento de su padre. Debía casarse con una mujer desc...