Cap 28 - ¿Es de mi esposo?

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Fernanda:

Me sentía agotada y por más que quería negarlo era imposible ¡la hora había llegado!

Es increíble como Dios te da fuerza y resignación, justo en el momento que más las necesitas. Temo morir, no quiero dejar a mi hijo ni a Alejandro, pero me siento tranquila, resignada. Se que el será un muy buen padre.

- Buenas tardes - escuché la voz de Carlos entre sueños.

- Hijo- mi madre respondió

Podía escuchar sus pasos dirigirse a mi lado y sentí como su suave mano se apoderaba de la mía. Alejandro se encontraba al otro lado de la cama, tomándome de la otra. Quería abrir los ojos, pero me era imposible.

-¿Como se encuentra? - preguntó por fin - no hubo respuesta, esperaban lo peor.

- En estos momentos está sedada - respondió la dulce voz del amor de mi vida - Podía escuchar su voz hablar con dificultad. La mano de Carlos soltó la mía y lo escuché dirigirse al lado opuesto y... lloraban- ¿Como no me di cuenta antes? -se reprochaba Alejandro y al parecer se abrazaban

- Es muy buena ocultando sus sentimientos, pero lo que nunca pudo ocultar fue su amor por ti. Esto es precisamente lo que ella quería, que estuvieras a su lado y me da gusto que así sea.

Intentaba abrir los ojos, quería verlos juntos una vez más, cómo en los viejos tiempos. Hablaron por un rato más, cuando Alejandro se disculpó por un momento.

- Gracias por venir- dijo antes de salir del cuarto. Después de unos minutos pude abrir los ojos y con lo primero que me encontre, fue con la sonrisa de Carlos. Me observaba tiernamente y aunque intentaba con todo su ser disimular su pesar, fracasaba en el intento. ¡Odio que me vean con lastima! Siempre le decía y el hacía su mejor intento por que no me sintiera mal.

- ¿Desde cuando no te rasuras? Pareces vagabundo - bromeé a la vez que me daba un tierno beso en la mejilla. Se mi voz sonaba patética, pero ya no quedaban muchas fuerzas en mi.

- Desde ayer por la mañana, pero tú sabes que yo soy un chango peludo - no pude evitar reír. Intente sentarme y el inmediatamente fue a mi rescate, levantando el respaldo de la cama.

- Gracias, eres un chango... pero uno muy guapo.

- No lo suficiente...

- Si, si lo eres, es solo que....

- Llegué tarde - terminó mi frase - siempre lo supe. Desde que te conocí, me di cuenta de la atracción tan potente que existía entre los dos. Conozco a Alejandro mejor que nadie y al ver cómo sus ojos brillaban al verte, supe que no tenía chanza alguna.

- Gracias Carlos...por todo. No tienes idea de cuanto te quiero, de lo que significas para mi.

- Buenas noches - la voz de Maria, paró los latidos de mi corazón por unos segundos. ¡Dios santo el estaba aquí!. Respondí al saludo con un nudo en la garganta. Carlos la saludó y con ojos de pena se disculpó, con la excusa que iría por un café. Se que iría en busca de Alejandro y para decir verdad me sentía muy mal por ella.

- Que bonito es verlos tan enamorados - dijo sentándose a mi lado. - ¿Que pasó Fernanda?  Mi papá me asusto cuando me dijo que estabas hospitalizada ¿Ya va a nacer el bebé?

- No lo sé, supongo - respondí. Se puso a llorar- ¿Que sucede, estás bien?- pregunté.

- Te envidio prima... siempre lo hice sabes. Siempre tan fuerte, tan segura de ti misma. Encontraste a un hombre que te ama y eso es palpable. Te ve con unos ojos llenos de idolatracion, cómo si fueras lo único que existe en este mundo para él. Además, le vas a dar un hijo y yo... Alejandro no me ama, es más, estoy segura que en este momento está con su querida.

Con la luna de testigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora