Capítulo 22 (Ella)

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Después del largo viaje en la carretera llegamos con la mamá de Raúl, estar ahí, me traía recuerdos vagos, comenzaba a doler mi cabeza, pero todo empeoró cuando la madre de Raúl, una señora un tanto mayor, con el cabello canoso pero la mirada acogedora, me dijo que estaba de vuelta y mencionó a ¿mi madre?.

—Perdona a mi madre, a ella también le dolió y afectó mucho la desaparición de mi amiga —me explicó mientras caminábamos con dirección a la farmacia —supongo que al verte creyó que la había encontrado, siento mucho si te incomodó

—No te preocupes, no entendí nada, también se llama Renata ¿cierto?

—Si, te lo había dicho antes, estar aquí no me gusta mucho, me hace recordarla y sentirme inútil por no encontrarla, siento que estoy fracasando —él realmente se miraba agobiado —creo que por eso me fui lejos  

—No pasa nada, no eres un fracaso, he notado que eres muy apasionado con lo que haces y créeme que la encontrarás pronto —dije caminando detrás suyo.

—Agradezco que intentes darme ánimos, pero no funciona así —respondió. Me sentí confundida.

Fuimos en busca de los medicamentos de la madre de Raúl y sin más pasamos el resto del día en su casa, hasta que llegó el anochecer.

—Mamá —lo escuché decir —iré a dar un paseo a la playa ¿te molesta si voy?

—No hijo, anda —ella hizo una pausa —¿por qué no llevas a Renata contigo?

—No se preocupe señora, estoy bien —intervine desde el sofá.

—¿Lo ves mamá? No tardo, lo prometo —vi salir a Raúl de la casa y desde la ventana logré mirar como caminaba y se iba alejando.

—Renata —la señora me habló.

—¿Qué pasa? Dígame —la miré.

—¿Por qué no vas con Raúl? Alcánzalo, la playa no está lejos y así van recobrando poco a poco su amistad —sonreí, realmente sentía pena por ella, en verdad creía que era la amiga de Raúl.

—Él quiere estar solo

—Lo conozco, él no está bien, alcánzalo —ella insistió tanto que terminé aceptando.

Caminé por la calle en línea recta, no quería perderme; no aparté la vista del piso, y recuerdo que tenía un par de imágenes borrosas en la cabeza, no era nada claro, era la sombra de un hombre y gritos de una mujer.

Seguí caminando hasta que llegué a una especie de puerto, había llegado a la playa. Miré a Raúl sentado sobre la arena, tenía los brazos alrededor de las piernas y parecía entretenido mirando como el mar se acercaba y alejaba; estaba atardeciendo, el cielo se miraba algo rojo, con unas nubes negras, el viento soplaba bastante, lo sentía moviendo mi cabello y cubriendo gran parte de mí rostro.

—Hey —coloqué mi mano sobre uno de sus hombros —tu mamá me pidió que viniera, espero que no te moleste —me senté a su lado.

—No te preocupes —él se notaba bastante triste —¿te gusta la vista? —volteó a verme.

—Si, es bastante hermoso —aparté mi cabello de mi rostro —nunca había visto el mar, bueno, solo en fotos

—Es hermoso

Me quedé en silencio un rato, mirando el paisaje que me regalaba la naturaleza, realmente estaba celosa de la belleza de la playa. Miré a Raúl muy agobiado, me acerqué un poco a él y pasé uno de mis brazos por sus hombros, recargué mi cabeza en la suya.

Él parecía no incomodarse con mi presencia y así nos quedamos hasta que el cielo comenzó a estrellarse.

—Creo que esa estrella es Venus —dijo señalando una estrella, una bastante grande y brillante a diferencia de otras.

—Wow —dije asombrada —este lugar es bastante hermoso, las estrellas se ven tan bien desde este punto del país, en la Ciudad nunca había visto un cielo tan perfecto

—Lo sé, creo que ya recordé porque venía aquí todo el tiempo —él sonrió.

Me quedé mirando a Raúl, sus ojos se notaban preciosos, su rostro, a pesar de tener un gesto de tristeza, seguía pareciendo de un ángel. Miré sus labios con insistencia.

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