Capítulo 91 (Él)

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Renata me hizo ir a la galería que estaba organizando Marcos, la verdad no tenía ganas de ir, pero al verla a ella tan entusiasmada no podía fallarle. Solo me cambié de ropa, desanimado accedí a salir de la casa junto a Renata.

—Ya cambia esa cara —me roprochó.

—Sabes lo que pienso —me crucé de brazos. No estaba muy conforme con esta situación.

—Lo sé, pero vas a ser muy feliz cuando lleguemos, Marcos me pidió que diera unas palabras, frente a los representantes de las marcas para las que he trabajado y, quiero que estés a mi lado en todo momento —me sonrió, pero no veía ese brillo de ilusión en sus ojos, como cada vez que hablaba de algo que la emocionaba. Creo que me estaba mintiendo —necesito de mi esposo a mi lado.

—Ya sabes que si, intento apoyarte en todo, pero no quiero que Marcos se te acerque de más como es su costumbre

—Eres bastante celoso —me dijo riendo —te he dicho que no tienes motivos

—¿En dónde va a ser la fiesta?

—Galería —me rectificó mientras caminaba tras ella.

—Como sea

—Raúl, cambia esa cara, no es muy lejos de aquí, ya casi llegamos y no quiero que todo el mundo te vea con esa cara de pocos amigos —me miró frunciendo el ceño. Suspiré.

—Está bien —respondí.

Todo se volvió algo extraño cuando vi a Renata sacar unas llaves de su bolso y abrió la casa a la que habíamos llegado, no sabía si entre Marcos y ella había tanta confianza como para darle las llaves de la casa en donde sería su evento o que estaba pasando realmente.

—Cierra los ojos —me pidió antes de abrir por completo la puerta.

—¿Para qué? ¿Por qué estás tan misteriosa?

—Tú solo hazlo, confía en mí ¿si? —me resistí a lo que pedía, no quería que me jugara una broma.

Ella parecía no darse por vencida y me cubrió los ojos con sus manos, no sé cómo le hizo pero logró que entraramos a la propiedad.

—A la cuenta de tres te voy a destapar los ojos y al menos haz cara de sorprendido, por favor —me dijo en voz baja.

—No voy a fingir mi reacción, la cara que tenga va a ser genuina

—Okey, como quieras —hizo una pausa —una, dos, tres —me destapó los ojos y logré ver que había en el piso una especie de picnic romántico, me había mentido, pero la sorpresa que me tenía preparada era lo mejor que me había pasado en el día.

—¿Qué es todo esto? —pregunté con una sonrisa.

—Una cena —dijo con ironía.

—Ya lo sé, me refiero a que ¿por qué es todo esto?

—¿No puedo darte una sorpresa así porque si?

—No me refiero a eso, quiero decir que si ¿esto se debe a algo?

—Bueno, me descubriste —sonrió —esta casa, en donde estamos tú y yo ahora... —hizo una pausa que se me hizo eterna así que decidí alentar a que siguiera.

—¿Si? —dije con una sonrisa.

—¡Es nuestra! —saltó de la emoción.

—¿Hablas en serio?

—Si —la tomé de la cintura y la cargué.

—¡Dios, Renata! Eres increíble —le di un beso.

—Solo que no tenemos muebles, así que hoy dormiremos en el suelo

—Eso es lo de menos, mañana solucionamos esto —le dí un beso.

—No debemos precipitarnos, podemos ir amueblando esta casa poco a poco —ella sonrió —¿cenamos ya? No quiero que la comida se enfríe más

—Okey

Los dos nos sentamos sobre el piso frente a frente y comenzamos a servir la cena.

—¿Cómo trajiste todo esto sin que me diera cuenta?

—Tu mamá fue mi cómplice —Bajó la mirada y sonrió.

—Por eso me sacó de la casa tan misteriosa

—Si, lo siento mucho, hice que me apoyara en esta sorpresa

—Ustedes me van a volver loca un día de estos

—Perdóname, pensé que te gustaban las sorpresas —me dijo riendo.

—Me gustó esta sorpresa —dije en voz baja y cenamos en silencio.

La ayudé a recoger las cosas del suelo y las colocamos sobre la barra de la cocina.

—Insisto, tendremos que dormir en el piso —me sonrió.

—Mañana iremos a comprar una cama —dije sin más —pero ven, quiero que vengas conmigo a ver algo

—¿Qué cosa? —me miró confundida.

No le respondí más, tomamos las llaves de la casa y caminamos juntos hacia la playa, quería ver las estrellas a su lado.

ESTOCOLMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora