Capítulo 154 (Ella)

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Después de que me trasladaron a la Ciudad, Rojas y Raúl me llevaron en un auto a la Fiscalia, pero en el camino Raúl comenzó a recriminarme un par de cosas.

-Cuida mucho a nuestro hijo -Raúl parecía molesto.

-Renata me rompiste el corazón, me decepcionaste, yo confiaba en ti

-Me alegro que estés bien -suspiré -al menos no estás muerto como creía

-Como sabes, irás a prisión y a pesar de todo te amo -sus ojos miel comenzaron a llenarse de lágrimas.

-¿A pesar de todo? -pregunté con los ojos llenos de lágrimas.

-A pesar de todo pero como sabrás yo me voy a quedar con la custodia del niño y me voy a divorciar de ti -cerré los ojos y las lágrimas comenzaron a salir.

-Perdóname, todo lo que hice fue por amor

-Renata todo pudo ser diferente, llegando te vamos a interrogar y después serás procesada, hay muchas pruebas en tu contra.
Cuando llegamos a la Fiscalia me hicieron el interrogatorio del que tanto me habló Raúl.

Rojas me llevó a un cuarto, parecía ser el de interrogatorios. Llevaba un par de esposas en mis muñecas; me senté frente a la pequeña mesa que había al centro del cuarto, mejor dicho, la mesa y dos sillas eran lo único que había dentro.

-No te muevas, el agente Ortega vendrá en un momento -él salió del cuarto.

A los pocos instantes llegó Raúl, se sentó en la silla vacía que estaba frente a mí y colocó una grabadora de voz.

-¿Quién eres realmente? -me miró decepcionado.

-Soy Renata Altamirano, tengo 23 años, nací en Tijuana Baja California, crecí al lado de mi madre, ella trabajaba como enfermera en el Hospital Militar y mi padre era piloto del ejército, murió durante un operativo contra el crimen organizado, a raíz de eso mi madre decidió que sería una buena idea mudarnos al sur del país, a la península, vivíamos en un cabaña a un par de kilómetros del mar, fue en segundo año de primaria cuando te conocí, el resto de la historia ya la sabes

-¿Conocerme? -él frunció el ceño -tú me conociste cuando Esteban, tu novio -remarcó esa palabra -te abandonó en ese Hotel cuando huyó, tú no eres la Renata que conocí, mi mejor amiga no sería capaz de cometer un crimen, la persona que conocí no es como tú, te desconozco, no sé ni quién eres

-Si, éramos mejores amigos hasta el día en que el tipo del tatuaje me secuestró, solíamos pasar tiempo en el mar, sentados en la arena, hacíamos tarea juntos, prometimos ser novios cuando cumpliera quince -bajé la mirada y sonreí. Devolví la vista a él y tenía los ojos llenos de lágrimas.

-¿Qué relación tienes con Esteban Cárdenas? Necesito que lo vuelvas a confesar -secó la única lágrima que dejó caer por sus mejillas.

-Él me ganó en la apuesta que siempre te conté, así fue como lo conocí, fui su pareja por mucho tiempo, abusaba de mí todas las noches, me golpeaba si se molestaba y a los pocos meses de empezar a vivir con él comencé a suprimir los recuerdos, fue mi manera de escapar de la realidad en la que vivía

-¿En dónde está? Estoy seguro de que él no huyó, lo estás encubriendo

-Está muerto

-No intentes encubrirlo, tus cargos ya son muchos, dudo que quieras aumentar unos años más a tu condena por complicidad

-¿Crees que te estoy mintiendo? -pregunté molesta.

-Claro, es obvio ¿no? Ya no confío en ti

-La pistola -dije -esa dorada que sacaste de la guantera, me la regaló él y con esa misma lo maté, también maté a su hermano aunque eso ya lo sabían, encontraron su cuerpo

-Lo voy a repetir una última vez ¿en dónde está? -se levantó de la silla y se acercó a mí.

-Ya te dije que está muerto, si te refieres a su cuerpo, lo dejé en un baldío cerca de la carretera que te lleva a Puebla, lo dejé ahí, tirado, él también me tendió una trampa y era él o yo, tuvo que ser él

-Confiaba en ti, me engañaste perfectamente, te dí asilo en mi casa sin saber que eras una asesina, además, te amaba

-Y yo también te amo, con toda el alma, justo por eso los maté, a Juan Carlos lo vi dispararte y justo antes de que te diera el tiro de gracia lo maté y yo le dije a Esteban que cualquier cosa que pretendiera hacer contigo tenía que decírmelo primero a mí -suspiré -ojo por ojo -él me interrumpió con un susurro.

-Diente por diente

-Y a Esteban, él se dio cuenta que sentía cosas por ti y que recordaba todo, le cuestionaba cosas, le dio miedo que pudiese irmele en contra porque ya no lo amaba y ya no le creía nada, intentó matarme varias veces, lo maté primero

-Podías hacer lo correcto, llamar a la policía

-Llamé a Rojas, pero estaba desorientada y no sabía la dirección, además ¿involucrarte más en esto? No podía, te advertí que no te metieras en esto, una, otra y otra vez , es un mundo que no tenía que ver contigo, era un mundo que se estaba derrumbando, lo estaba sosteniendo en mis manos pero me estaba lastimando más y más y sabía que cuando se rompiera tú también ibas a salir lastimado-lo miré -además, cuando el pasado comenzó a alcanzarme era consciente que a ti también te iba a alcanzar e iba a ser peor -suspiré -pensé que estabas muerto, vi cuando la ambulancia declaró tu muerte

-¡Es mi trabajo! Por eso me metía, quería ayudarte porque me importaba, me hería verte así, tan frágil, lo de mi muerte fue un plan que ingeniamos Rojas y yo, la ambulancia no era real, todo el equipo estaba al tanto

-Si, pero nunca entendiste que el crimen no piensa como tú, tú tienes que pensar como ellos y te lo dije muchas veces, tú no lo quisiste escuchar, te aferrabas a tus ideales ¿y a dónde te llevaron éstos? ¡Ah! A ninguna parte -suspiré -Esteban está muerto, ni siquiera pudiste hacer que pagara, tuve que ser yo quien acabara con él, casi te mata ¿en dónde está la justicia?

-¿Por qué me robaste los papeles? -hizo otra pregunta.

-Tenía que ganar tiempo, además si veías las fotos que Rojas te mandó ibas a darte cuenta que yo era la cómplice que buscabas y me ibas a arrestar en seguida

-¿Ganar tiempo? -frunció el ceño -¿para qué? Terminé arrestándote de todas maneras

-Porque yo llamé a Rojas, hubiese podido huir sin dejar rastro, pero me sentí culpable, atropellé a un hombre indefenso, pude haber dado a luz, llevarme a mi hijo y que tú no volvieras a saber nada de mí -hice una pausa -tenía que ayudar a Esteban, pero tú te atravesaste, todo por tu culpa no pude seguir con esto -una de mis lágrimas cayó sobre la mesa.

-¿¡Mi culpa?! -rió con amargura, cruzó sus brazos y empezó a caminar en círculos -Ahora me culpas de tus errores, de tus acciones, de algo que tú decidiste

-¡Pues si! Maldición, tenía que matarte y no pude, siempre me lo dijeron, la venganza y el amor no se llevan bien, pero allí va la tonta de Renata a enamorarse, esa navaja que encontraste en los restos de tu casa era mía, con esa debía apuñalarte y ahí se acabaría todo, pero yo solo peleaba, yo nunca supe como matar a alguien, a penas sabía disparar un arma y era buena en ello, pero, cuando te vi en peligro, cuando te pensé muerto lo hice sin pensar, eso solo fue el inicio

-Te hicieron mucho daño y eso terminó por afectarte

-¿Y tú qué sabes de eso? No sientes el dolor que he sentido yo, lo único que me hacía feliz era tu compañía en nuestra adolescencia, pero hasta tú te fuiste, me abandonaste y dejaste sola

-No lo hice, siempre te estuve buscando

-Te pedí que no siguieras indagando en mi pasado porque no te iba a gustar lo que descubrirías, no me creíste y aquí están tus consecuencias

-¡Maldición Renata! -golpeó con fuerza la mesa -Rojas -llamó a su compañero -llevatela ya -dijo Raúl.

Rojas me pidió que me levantara y me llevó a los separos.

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