Capítulo 95 (Ella)

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—Hola corazón —me dio un beso en la frente. Ni siquiera vi cuando entró por la puerta ya que tenía los ojos cerrados.

—No te oí llegar

—¿Te desperté? —parecía sorprendido —si es así, lo siento, pensé que, bueno, no es tan tarde

—Llamó Rojas

—Seguro llamó a mi celular, pero se quedó sin batería, ¿qué te dijo?

—Quería hablar contigo, me dijo que te diera la noticia de que su bebé ya nació —lo miré por un segundo.

—¿¡Es en serio?! —lo vi tomar el teléfono. Marcó un número y escuché como hablaba con su compañero.

Después de un rato colgó, se levantó de la cama; buscó algo dentro de las cajas y comenzó a arrojar ropa sobre la cama.

—¡Hey! ¿Qué haces? Yo no voy a guardar eso

—Vamos a ir a visitar a Rojas ¿que no te emociona conocer a su hijo?

—Debo admitir que sí, pero, siempre te precipitas ¿no crees que deberíamos esperar a mañana?

—Renata, ya sabes cómo soy, mejor ayúdame a buscar ropa limpia, creí que aquí estaba, pero creo es solo tuya

—Okey, debe haber algo en las cajas que están en la sala, voy a buscar algo

Me levanté de la cama con dificultad, seguía sintiéndome algo mal, cuando estaba por salir de la habitación, él me detuvo.

—¿Qué tienes? —me miró confundido —¿Te sientes mal?

—¿Qué tengo de qué? —fruncí el ceño.

—Te noto distante conmigo ¿pasa algo?

—Es solo tu imaginación Raúl —respondí para después salir de la habitación —no me pasa nada —dije desde el pasillo.

Busqué lo que me pidió en las cajas, moví todo lo que me estorbaba, pero al hacerlo sentí dolor en el estómago.

—Raúl —llamé al policía.

—¿Qué pasa Renata? —preguntó desde la habitación.

—¿Puedes venir un momento? —me quejé.

—¿Qué tienes? —me preguntó en cuánto me vio. Corrió hasta mí y me ayudó a mantenerme en pie.

—No sé, me duele

—¿Quieres que te llevé al doctor?

—No, no, se me va a pasar, solo ayúdame a mover eso —sañalé un par de cajas.

—Si, pero ¿segura estás bien? El hospital está aquí cerca

—Si, ya está pasando —suspiré —una de esas cajas es la de la ropa

—Okey, yo termino, ve a recostarte

—Si —él intentó darme un beso, pero yo lo rechacé. Me devolví a la habitación.

Raúl terminó de hacer las maletas y no sé cómo, pero al día siguiente por la mañana ya estábamos abordando el avión.

—¿Qué tienes Renata? —me dijo cuando bajamos del avión, después de dos horas de vuelo.

—Me siento un poco mareada, debe ser porque no dormí bien —suspiré —¿Sabes en dónde es están los baños? Tengo algo de náuseas

—Si, vamos, te acompaño

—No tienes por qué acompañarme a todas partes —le respondí.

—Te miras un poco pálida, no quiero que te pase nada, está al otro lado

—Ya vamos, pero apúrate, estar en el avión me provocó muchas náuseas, en verdad no me siento nada bien —dije con dificultad, sentía que empezaba a faltarme el aire y que la cabeza me daba mil vueltas.

—Insisto que deberíamos ir con algún doctor, no es normal que tengas esas molestias

—Ya te dije que no exageres, voy a estar bien, seguro por la mala alimentación que hemos llevado durante estos días me siento así, algo me cayó mal

—Yo también me sentiría mal —suspiré. Tenía razón, pero no entendía qué me pasaba.

—Ya, más tarde pasamos a la farmacia, compro unas pastillas para el dolor y fin, se acabó

—Renata —rodó los ojos —por favor

—Ya, solo vamos al baño, visitamos a Abril y Rojas un rato y después vamos a donde quieras ¿okey?

—Okey —respondió a regañadientes.

Tomamos un taxi, fuimos a la antigua casa de Raúl, justo donde vivimos cuando lo conocí y dejamos las maletas. Fuimos directo al Hospital y conocimos al pequeño varón que habían tenido Abril y Rojas.

—Hola Abril —sonreí al entrar al cuarto.

—Renata —la vi devolverme la sonrisa —¿vino Raúl contigo?

—Si, está afuera con Rojas, muchas felicidades, su bebé es hermoso, acabo de ir a verlo

—Gracias

—¿Puedo hacerte una pregunta? Eres la única persona que podría resolver mis dudas

—Claro ¿qué pasa?

—Cuando supiste que estabas embarazada ¿qué sentías?

—Durante los primeros meses, náuseas, mareos, vómito, conforme los meses pasaron antojos, cansancio, pero ¿a qué viene todo esto? —me sonrió.

—No, nada, simple curiosidad —bajé la mirada —me he estado sintiendo fatal y ya sé que suena tonto e imposible pero llegué a pensar que estaba embarazada, creo que solo tengo problemas estomacales —suspiré.

Después de un rato platicando con Abril salí en busca de mi marido. Quería dormir un rato.

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