Capítulo 49 (Él)

40 2 2
                                    

—Renata, ve a la casa, le diré a alguien que te acompañe, tengo que hacer algo con Rojas —me ordenó.

—¿No prefieres que me quede?

—No, estaré bien

—Pero Rojas va a tener que regresar a casa y nadie te va a llevar a ti, yo puedo llevarte

—Está bien, pero quédate en mi oficina, no quiero involucrarte mucho en esto

Llevé a Renata a mi oficina, ella aceptó quedarse ahí sin reclamar nada. Yo, fui con Rojas al laboratorio.

—Bien ¿qué hay que hacer? —pregunté llegando, intenté ponerme los guantes de látex para no contaminar la evidencia.

—¿No te duele? —él me miró.

—No, estoy bien, ni siquiera me siento cansado, lo que ahora siento es intriga, quiero saber que hay en el maletín

Rojas y yo abrimos el maletín, con las precauciones necesarias. Dentro había una nota y un par de fotografías, nos habían estado siguiendo y eso me asustó un poco, pero no me iba a detener. Leímos la nota y nos dimos cuenta que era una amenaza.

—Llévala al encargado, tienen que examinarla, quizá encontremos alguna huella digital o algo, la letra incluso, nos puede dar un indicio

—Si —Rojas buscó al encargado del laboratorio y después regresó por mí. Fuimos a su oficina.

—Nos han estado siguiendo —me dijo él.

—Si, pero nunca nos hicieron nada

—¡Nos acaban de amenazar! Y te dieron un par de balazos en la pierna y el brazo ¿te parece poco?

—Podemos hacer que nos pongan seguridad, pero me parece inútil, no creo que nos hagan nada, ellos quieren otra cosa

—¿Y qué cosa?

—No sé, esa ahora es nuestra misión, descubrir qué es lo que quieren

—Tienes razón, no pueden vencernos, no ahora que estamos tan cerca

—Bueno, tengo que ir a mi casa a descansar, el doctor me dijo que tenía que hacerlo si quería seguir con el ritmo de trabajo —me quejé.

—Está bien —me contestó —nos vemos mañana

Fui con Renata y ella me ayudó a llegar a la casa, realmente manejaba bien. Cada vez dudaba más de ella.

—¿Cómo te fue hoy? —preguntó cuando me llevó la cena a la cama.

—No tenías que hacer esto por mi, puedo caminar, fue solo una bala —reí.

—Raúl, me preocupas —se sentó a un lado de mí —pero no me has contestado ¿cómo te fue?

—Bien —tomé un sorbo de agua.

—No suenas convencido

—El sospechoso fue quién mandó a amenzarnos, fue quien dio la orden de las balas que me dieron ayer y nos ha estado siguiendo a Rojas y a mí

—¿Qué? —no se notó tan conmocionada, pero su rostro reflejaba preocupación a pesar de ello.

—Eso, me ha estado siguiendo

—¿Y sientes miedo? —preguntó.

—Creo que nunca dejas de sentirlo

—Lo entiendo perfectamente —bajó la mirada.

—Pero ¿sabes algo? Siento más miedo por ti que por mí

—No deberías, el miedo te hace débil y personalmente yo no tengo miedo, hace tiempo dejé de sentirlo, así que por mí no te preocupes

—Te expones estando conmigo, lo mejor será que te vayas lejos de mí —ella rió.

—No es necesario, creo que aquí los dos nos exponemos, y más tú, no nos conviene involucrarnos en nuestros asuntos

Después de esa plática con ella me quedé pensando. Los días siguieron pasando y Renata parecía muy nerviosa, sospechosa y estaba un poco distraída.

—Raúl, insisto, no es necesario que te acompañe a trabajar, no te han vuelto a amenazar ¿no?

—No, pero me preocupa dejarte sola, sin nadie que te defienda

—Entonces, tengo que irme ya, voy a lavar la ropa y a comprar la despensa, voy a estar bien, no te preocupes, sé defenderme sola, por favor créeme

—Está bien, pero en la noche tengo que hablar contigo de algo muy importante

—Si, está bien —me dio un beso en la frente y salió de mi oficina, Rojas salió detrás de ella, eso me pareció un poco extraño, pero ignoré el hecho y continúe con lo que estaba haciendo.

ESTOCOLMODonde viven las historias. Descúbrelo ahora