Capítulo 9

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POVS. ELENA HELLS

Salí despavorida de la oficina de mi jefe y me senté en mi escritorio viendo como el Señor Miller entraba a su oficina. Conocía la manera en la que me miraba aquel joven, pero ese no era mi mayor problema en estos momentos: Iba a besar a mi jefe. ¿Lo peor? Tenía tantas ganas de hacerlo.

En cuanto el joven desconocido cerró la puerta a sus espaldas, Claudia se lanzo a mi escritorio.

-Me vas a decir que pasó ahí dentro- dijo tomándome por los hombros y sacudiéndome.

-Solo hablaba con mi jefe- respondí en voz baja con una sonrisa inocente.

-Pues que buena conversación iban a tener- menciono con sarcasmo –Elena, es tu primera semana y estaba a punto de besar al jefe ¿Qué ha pasado?-

Analicé a Claudia.  

Debido a que no tenía amigos, solía desconfiar de muchas personas, pero ella era diferente. Algo me decía que ella era diferente.

-Puedes confiar en mi Elena, te juro que no diré nada- prometió ella con un dedo meñique. Una pequeña sonrisa salió de mi por dos razones: Era una acción infantil y porque yo lo hacía con mi hermana.

Uní nuestros meñiques en signo de promesa.

-¿Qué te parece si hoy tenemos una cena y te cuento todo?- pregunté.

Asintió como niña pequeña con una gran sonrisa.

-Me voy, ya que aquí no hay otra recepcionista y el jefe se pondrá como loco si no hago mi trabajo- y antes de poder decir otra cosa salió corriendo a su lugar de trabajo.

Claudia me había hecho olvidar el momento del casi beso. Suspiré y comencé hacer algunos trabajos en mi computador hasta que una tos falsa se hizo presente enfrente de mí.

-Buenos días nuera- saludaron falsamente.

-Buenos días suegro- respondí de la misma manera.

-¿Está Alexander?- preguntó serio.

Solo asentí con mi cabeza. Aún seguía molesta con este señor.

-Dile que lo quiero ver. Ahora- ordenó el Señor Pablo. Respiré intentando contener mi enojo.

Llamé al teléfono de su oficina y antes de que el contestara, la vergüenza me invadió, haciendo que mis mejillas se coloraran.

-¿Qué pasa?- preguntó serio en cuanto contestó el teléfono.

-El señor Ambrosetti quiere verlo- dije en voz baja, debido a la timidez que sentía en estos momentos. Apenas me lograba escuchar y mi suegro pareció darse cuenta.

-Hazlo pasar- y colgó.

No sabía que sentía: enojo, confusión o vergüenza.

-Puede pasar señor Ambrosetti- comenté en voz baja.

-Ya era hora- dijo fastidiado sin mirarme –Por cierto Elena, será mejor que vayas recogiendo tus cosas-

-¿Por qué?- pregunté incrédula.

-Porque yo me voy a encargar de que no vuelvas a ver a mi hijo en tu vida- respondió mirándome a los ojos de una manera fea, muy fea.

Tenía muchas palabrotas que decir, pero la puerta del jefa se abrió, dejándome ver a aquel joven desconocido salir, permitiendo la entrada del señor Ambrosetti.

Mientras lo veía entrar, una voz llamó mi atención.

-Elena ¿cierto?- preguntó él.

-Creo que si- respondí encogiéndome de hombros.

Quédate Conmigo #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora