POV. ALEXANDER AMBROSETTI
-Y estaba pensando en ir a cenar a aquel restaurante que tanto me gusta- dijo Kendra abrazándome.
No estaba de humor para aguantarla. Anoche la había llamado, porque pensaba que, acostándome con ella, olvidaría a Elena, pero estaba muy equivocado. Elena no salía de mi cabeza y eso me enojaba bastante.
-Lo pensaré- dije indiferente. Traté de quitármela de encima. Kendra creía que, por un acoston, ya iba quedarme con ella.
La puerta se abrió y Aarón se asomó.
-Adelante- dije trabajando en mi computador -Por favor déjanos solos- hablé mirando a Kendra.
No dijo nada, solo salió.
Aarón se sentó enfrente de mí.
-¿Cómo esta ella?- pregunté mirándolo.
-¿Cómo crees que esta? Esta mal- dijo serio.
Me quede callado. Me lastimaba pensar que Elena estuviera mal por mi culpa, pero no me ataría a una persona.
-Eres un imbécil- dijo mal humorado.
-Eso lo sé, pero ¿Qué querías que hiciera? ¿Decirle que la amaba y ser una familia feliz? - pregunté con sarcasmo -Sabes que eso no es lo mío-
-¿Pero era necesario traer a Kendra para demostrárselo?- preguntó Aarón.
Volví a quedarme callado.
-No firmo tu acta de despido- dijo él cambiando de tema -Ella renunció-
-¿Entonces no le diste dinero?- pregunté asombrado.
-No quiso recibirlo, dijo que se iba a ir por su cuenta y creo que entendió bien lo del contrato de confidencialidad, eso me recuerda, ¿Cuándo les dirás a tus padres que ya no tienes prometida? –
Suspiré cansado.
-No lo sé, pero una vez que lo haga, ya no hay vuelta atrás-
-Cuando ellos sepan que ya no tienes prometida, te quitaran la herencia, a menos de que busques a alguien más- comentó Aarón.
-Estoy pensando en que hacer, no quiero decirles que lo de Elena fue mentira, porque si lo hago no habrá nada de herencia para mí, solo para el estúpido de Leandro- aclaré masajeando mis sienes, intentando calmar mi dolor de cabeza.
Aarón me miró con lastima.
-Ella me pidió que te cuidara- comentó.
Elena se preocupaba por mi, aunque yo no mereciera nada de ella.
Me quedé callado, e incluso, sentí un nudo en la garganta.
-Deberías ir a dormir- dijo mi amigo preocupado.
-Debería apresurarme a tener este documento. Sin secretaria, esto es más difícil-
Aarón solo se quedó en silencio.
-Elena se ira de la ciudad- comentó él. Subí la mirada.
-¿Le has dicho que se fuera?- pregunté.
-No, ella al parecer ya lo tenía planeado-
-¿Entonces ella de verdad se quería ir de mi vida?- pregunté asombrado.
-Era lo mejor para los dos- mencionó.
Guarde silencio.
-Me iré a mi oficina, aún tengo trabajo- dijo y se puso de pie -Nos vemos en el almuerzo-
Salió, y me volví a quedar solo.
Respiré varias veces e intenté calmarme.
Elena había provocado algo en mí, algo que ni yo mismo entendía. Jamás había conectado con una mujer, ni física, ni mentalmente, pero con ella todo era diferente. Con ella había conectado en todos los sentidos, aunque no tuviéramos intimidad. Y eso me asombraba bastante, porque, cuando estaba con ella, sentía que era el hombre más feliz del mundo, a pesar de que lo tenía todo: dinero, poder, mujeres y muchas más cosas. Sin embargo, cuando pensaba en perderla, me aterraba la idea, porque, aunque me costará aceptarlo, ella ya formaba parte de mí.
Toda la culpa había sido mía, yo la había tratado mal. La manipulé, la use y la había herido.
Esta situación me frustraba mucho, porque yo siempre había controlado todos los aspectos de mi vida, y llegaba Elena a poner mi mundo de cabeza. Ella me hacía preguntarme si realmente tenía todo en esta vida, y la respuesta siempre era: "No". Porque a su lado descubrí que me faltaba una maldita cosa: amor.
Aceptaba que estaba siendo un patán, pero me daba miedo pensar que una persona tuviera poder sobre mí y sobre lo que sentía.
Lo mejor era sacar a Elena de mi vida y hacer como si ella nunca hubiera llegado. Pero como jodía la idea de que ella encontrará a alguien mejor que yo.
POV. ELENA HELLS
No tenía hambre. Miraba el plato que estaba frente a mí, pero simplemente, no me daban ganas de comerlo. Hice a un lado el plato y me puse de pie.
Definitivamente me quería ir de la ciudad, pero había unas cosas que tenía que resolver: el dinero y a donde iba a parar.
Tenía dinero ahorrado, y podía alcanzar por un tiempo, pero tendría que encontrar un trabajo. Y luego venia el otro punto: ¿A dónde iría? Tenía muchas ganas de regresar con mi familia, pues en este proceso me había dado cuenta de que estaba sola, y de las ganas que tenia de tener una familia. Pero no sabía si ellos ya me querían de regreso.
Lo iba a averiguar.
Iba a ir a la casa de mis padres, y si no me querían, me iría de ahí y comenzaría de cero.
Otra vez.
Me senté en una silla y tomé aire.
Tenía que irme de aquí lo más rápido posible, no quería seguir atormentándome, entonces, comencé a hacer maletas.
Corrí a mi habitación e hice maletas. Me llevaría solo lo indispensable, pues no tenia muchas cosas. Dejaría los pocos muebles que tenia y sólo empacaría ropa.
El viaje a casa de mis papás era largo, y se hacia aun mas largo si viajabas en autobús. Llenaría las mismas maletas que llené cuando me fui de casa. Me traía recuerdos, pues ese día nadie me detuvo, nadie sintió lastima por mí, me dejaron ir con alma hecha trizas.
Justamente como Alexander lo había hecho.
Ya lista bajé las escaleras y entregué mi departamento. Ya no había vuelta atrás.
Me paré enfrente del edificio y tomé un taxi a la estación de autobuses. El taxista comenzó el camino, mientras yo veía por la ventana. Hacia un día caluroso y veía niños y parejas en la acera, jugando y riendo. Era un día feliz, pero era el día en que se marcaba un nuevo comienzo, porque con los años había aprendido a ser como el ave Fénix; había aprendido a resurgir de las cenizas.
Pronto comenzaría una nueva vida, sin Alexander y sin el corazón roto...
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Quédate Conmigo #1
RomanceElena Hells: Simple, humilde y de buen corazón. Alexander Ambrosetti: Mujeriego, millonario y orgulloso. Personas que sufrieron bastante en su pasado y la vida les dará una nueva oportunidad. Prometieron no volver a creer, crearon...