Había llegado a mi casa. Nadie me había traído. Tomé un taxi y llegué hasta aquí, no quería interrumpir a Claudia, quien bailaba felizmente con Aarón.
No había querido llorar en el taxi, pues no quería quedar en ridículo.
Aunque ya había perdido toda la dignidad.
Me senté en mi sillón y me puse a llorar. Lloraba por todo, porque extrañaba a mi familia, porque Alexander no estaba enamorado de mí y porque me tendría que ir de su vida, y no quería hacer eso. Lamentablemente no podía atar a Alexander a mi lado, no era justo para los dos.
El dolor en mi pecho cada vez dolía más, y recordé la manera más fácil de quitarlo: Alcohol.
Caminé al cajón donde tenia guardadas unas cuantas botellas para una emergencia, y esta era una emergencia. Las destapé y levanté la botella en forma de brindis.
-Esta va por ti Alexander- dije y tomé directamente de la botella.
Sentí como el tequila quemaba mi garganta, pero no se compara con el ardor de mi pecho.
Conforme fui tomando, me acostumbré a como se sentía.
Pasó el tiempo y yo seguía sentada en el piso de mi cocina, con una botella a medias en mi mano y con otra llena junto a mí.
Lloraba y lloraba desconsoladamente. Por primera vez en cinco años había abierto mi corazón y me había enamorado, pero tristemente, no había recibido lo mismo.
Cerré los ojos y en mi mente apareció Alexander, sus ojos, su sonrisa tan hermosa, su cuerpo tan perfecto, su carácter, su manera de hablar.
Estaba enamorada hasta los huesos.
Eran como las 2 de la mañana, había dormido unos cuantos minutos en el suelo de mi cocina, después desperté y volví a ver la botella y volví a tomar unos cuantos tragos.
Me sentía mejor, estaba borracha, pero ya no dolía tanto. Incluso hasta me sentía valiente.
Como pude me arrastré hasta la sala, donde con mucho trabajo, agarré mi bolso. Busqué mi teléfono a obscuras, pues solo había luz en la cocina.
Marqué el teléfono de Alexander. Primer tono, segundo tono, tercer tono y buzón. No respondía mi llamada.
Volví a intentar y otra vez nada. No me quedaría callada.
Volví a llamar y entonces respondió adormilado.
-Alexander Ambrosetti- dijo desconcertado.
-Ya no me quiero casar contigo- dije con una voz demasiado distorsionada. En mi cabeza mi voz sonaba bien, pero cuando hablaba, sonaba muy borracha.
-¿Elena?- preguntó.
-¿Tan rápido te has olvidado de mí?- pregunté con los ojos llenos de lágrimas.
-¿Estas borracha?- preguntó más despierto.
-Eso no te importa. No me quiero casar contigo- aclaré.
-Dime donde estas, voy por ti-
-No hagas como si yo te importara, nunca lo hice, solo era tu herencia- dije enojada. El alcohol hacia maravillas.
-Elena, escúchame. Dime donde carajo estas- hablo más frustrado.
-Puedes quedarte con todas tus zorras, yo me iré de tu vida- ignoré su pregunta.
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Quédate Conmigo #1
RomanceElena Hells: Simple, humilde y de buen corazón. Alexander Ambrosetti: Mujeriego, millonario y orgulloso. Personas que sufrieron bastante en su pasado y la vida les dará una nueva oportunidad. Prometieron no volver a creer, crearon...