Capitulo 1. Hechizado

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«Porque sin buscarte te ando encontrando por todos lados, principalmente cuando cierro los ojos»...Julio Cortázar

León, Gto., Enero de 2018.

Jaime Noyola irrumpió en aquel salón, desenvuelto y confiado. En sus marrones ojos, destellaba la astucia. En sus pasos iba impresa ésa actitud de tenerlo todo controlado. Alto. Elegante. Vestía un traje de etiqueta que le sentaba como a nadie en aquel lugar.

El lujo y la exquisitez del sitio, eran innegables. La luz cálida de las impresionantes arañas, se repartían a todo el lugar a través de miles de cuentas de cristales. Jaime se mezcló entre los petrimetes hombres, que pululaban en el recinto. Correspondió con una descarada sonrisa a las mujeres que acompañadas o solas, le sonreían con lascivia.

Un murmullo se instaló en el lugar. Jaime observó que todos los cuellos masculinos se volvían, indicándole la trayectoria que seguía una elegante belleza castaña. Vestida en seda cobalto atravesó los tres niveles del vestíbulo hasta alcanzar el mueble del bar. A Jaime le pareció una diosa que altiva y distante había consentido bajar de su pedestal. «Alma».

Alma Fernández dominaba el salón.  Serena. Hermosa. Sensual. Jaime notó que su propio cuerpo respondía al cimbreo de sus caderas, mientras la joven se desplazaba entre aquel mar de gente. Ella clavó sus ojos en él a través del espejo del bar.  El joven  fue golpeado por la fuerza de su mirada, se sintió impotente bajo su hechizo. La multitud de la que estaban rodeados desapareció, ante la profundidad de aquellos ojos castaños que lo absorbieron. Entonces creyó ver que sus mejillas se teñían de un encantador rubor y emprendió la marcha a su encuentro con una leve sonrisa en el rostro.

Al emerger de las sombras, Alma sostuvo con delicadeza su pequeño bolso. El elegante diseño que lucía, armonizaba a la perfección con su dorada piel y resaltaba sus atributos. Los hombres en el lugar, giraban sin remedio a la tentadora danza de su andar.

—Una copa de Chardonnay, por favor—pidió con suavidad al bar tender, mientras tomaba asiento en uno de los taburetes. El hombre se  alejó para cumplir su orden y ella observó el espejo.

Sus miradas coincidieron. «Jaime» Él se encontraba en el punto medio del salón, pero la fuerza con la que sostuvo su mirada, la calcinó. El lugar fue invadido por la sensual pieza «Mad about you by Hooverphonic» ,y, Alma se sonrojó pensando que la letra hacia una radiografía suya. El hombre le tendió la bebida que había solicitado. Ella la recibió con una sonrisa educada.

Un aroma a madera, romero y tabaco impregnó el ambiente. Jaime se había deslizado al asiento contiguo. Estando tan cerca uno de la otra, le resultó imposible dejar de notar; la calidez de su cuerpo y su devastador magnetismo. Él arqueó una ceja en una silenciosa pregunta.

Alma entrecerró los castaños ojos y reposó su barbilla en el dorso de su pequeña mano, le sonrió. Una voz en su cabeza la advirtió de un inminente peligro. La mirada de la joven se volvió cautelosa. Pareció cruzar por su mente la idea de escapar de ahí. Alcanzó su bolso.

En la irresistible boca de Jaime, se esbozó ésa sonrisa. Deslizó su grande y tibia mano tras la nuca de Alma. Atisbó sus bellos ojos castaños sorprendidos, antes de él cerrar los suyos, y, entonces le acarició la boca con sus labios. «Principles of lust by Enigma» los hizo caer en un seductor ambiente.

Nuestro amor al final del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora