Capitulo 10. Muros cayendo

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...«El amor ya te escogió y tú tienes que dejarte llevar»... Julio Cortázar.



«Krytonite by  3 Doors Down» sonaba fuerte acompañando los gruñidos y, la sincronía de dos cuerpos igual de fuertes. El poderoso brazo de Jaime  se cerraba como un guante en el cuello de Alma cogiéndola desde atrás. Ella aunque sometida pateó con fuerza su gemelo intentando derribarlo. Jaime se dolió pero mantuvo su agarre y dominio sonriendo contra su cuello expuesto y sudoroso. Admiró la definida silueta de sus hombros y se deleitó en el generoso escote que apenas contenía aquel top deportivo. Entonces con su mano libre recorrió la piel de su abdomen en forma ascendente, adorando sentir su tacto bajo su palma. Ella gimió bajito ante su caricia, cerró los ojos y, lo sujetó del antebrazo pegando su firme trasero a su pelvis. Jaime sonrió más ampliamente y aflojó el agarre en su cuello. Alma entonces le  propinó un codazo entre las costillas y movió con rapidez las piernas haciéndolo caer. Ambos se carcajearon y luego ella se dirigió hacia el banco donde descansaban sus bolsos deportivos, tomó una toalla y lanzó otra que Jaime interceptó antes de colocarse a un costado suyo.

—¡Chica traviesa! — canturreó él provocando que ella se riera alegre—.  Cuando regresamos de la incursión con los de tácticas especiales, estabas poco más que furiosa. ¿Te encuentras mejor?—demandó sondeándola con su profunda mirada marrón.

—¡Sí gracias! — exclamó con los castaños ojos brillantes y adelantó su pequeña mano para retirarle un mechón de la frente y peinarlo hacia atrás —. Nada como un combate cuerpo a cuerpo para aliviar el estrés — murmuró con una maliciosa sonrisa en el rostro.

—Estoy a tus órdenes muñeca, conozco mil y un maneras de sacarte el estrés — murmuró observando con las pupilas dilatadas sus tentadores labios. Acortó la distancia que lo separaba de ella. Alma interpuso su mano y, lo detuvo en el preciso momento en que la puerta del gimnasio se abatió con firmeza.

—Teniente...— la llamó Carmen y ambos se volvieron hacia ella poniendo su mejor cara de inocentes. La chica tuvo el buen tino de no hacer comentario alguno, ni evidenciar en ningún gesto lo que saltaba a todas luces que ellos estaban enamorados y les era imposible quitarse las manos de encima—. Tengo los resultados de las pruebas de paternidad de Ricardo Garza y Oliver Grant — señaló agitando un fólder que llevaba en la mano.

—Dame —exigió Alma y revisó con rapidez la información —. ¿Lo han comprobado? —demandó a la oficial y le extendió el informe a Jaime.

—Repitieron la prueba en dos ocasiones, no hay fallo — aseguró la chica.

—Ni una palabra de esto a nadie — ordenó Jaime una vez que observó los resultados.

—Se hará como ordene — afirmó la chica y les dejó solos.

—Este día horrible no parece tener fin — lamentó ella, el joven la sostuvo contra su torso —. ¡Me vendría muy bien un poco de tu optimismo! — pidió contra el hueco de su cuello.

—Mmmm muñeca pienso dártelo todo — ronroneó haciéndola reír y entonces se separó solo un poco buscando sus ojos —. Vamos qué hay que seguir — zanjó tomando los bolsos de ambos y encerrando su mano en la suya para dirigirse a las duchas. Alma no pudo resistirse a su contacto lo anhelaba con desesperación, Jaime irradiaba seguridad.

—Las sorpresas continúan — reflexionó ella —, y mira que yo no soy de juzgar pero creo que aquí hay uno o dos más en juego — sugirió.

—Algo estaría atravesando que la tuviera tan confundida — meditó el Comandante.

Alma hizo un alto ante la puerta de la ducha, Jaime le entregó en mano su bolso. Estaban solos. Palpando esa necesidad que se colaba con frecuencia entre ellos. Jaime arqueó una ceja observándola con anhelo desde su altura, Alma deslizó su lengua en su labio inferior y lo aprisionó entre sus dientes. La duda se instaló en la castaña mirada de la chica, la esperanza en la del joven. Alma adelantó su mano para asir la suya, pero las voces y risas de unas oficiales en el pasillo rompieron el encanto y cada uno optó por desaparecer en puertas contrarias.

Nuestro amor al final del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora