Capitulo 14. Esquivando sombras

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...«Suele ser violenta y tierna, no habla de uniones eternas, más se entrega cual si hubiera solo un día para amar»... Pablo Milanés





El deseo la consumía. Ubicó su todoterreno en la cochera correspondiente a la cabaña indicada en aquel mensaje y, clavó nerviosa sus azules ojos en el portón que bajaba lentamente. Notó sus manos agarrotadas por la fuerza con la que sujetaba al volante, mientras luchaba contra los temblores que recorrían su cuerpo. Ella era perversa por supuesto, pero realmente podría reunir lo que se necesitaba para llegar tan lejos ésta vez.

«¡Sólo será esta noche!», le gritaron sus hormonas en su interior. Tendría ese sexo salvaje y caliente que él prometía. ¿Lo haría en verdad? ¿Podría realmente entrar allí y ceder ante los deseos de él? Por supuesto que lo haría. Era una mujer adulta. Tenía treinta y dos años y, no era ninguna inexperta.

«¿No es esto lo que quiero?» razonó en su mente. Él era el hombre con el que había soñado toda su vida, ansiaba tener ésa noche caliente que sus profundos ojos prometían. Ella cedería a él, pero también lo enloquecería por ella y, después podría volver a la vida rutinaria y estéril de los últimos tiempos.

Soltó el volante y observó su reflejó en el retrovisor, su vanidad se vio recompensada al admirar su propia belleza, unos ojos azules de gata y esos labios que él adoraría sentir succionando su masculinidad. Al colocar un mechón de su dorado cabello tras la oreja, observó sus anillos y se deshizó de ellos abandonándolos en la guantera del vehículo. Clavó su mirada en la puerta del sitio y lo imaginó a él; imponente y caliente solo para ella. Abrió la portezuela del coche y su espectacular par de piernas descendió vibrando de lujuria.

Imprimió decisión en sus pasos, tomaría el placer que la esperaba. Él la deseaba... «Por esta noche serás mío y, no de ella...» pensó ilusionada.

En sus oídos reconoció el galope de su sangre conforme se acercaba a la puerta, la empujó e ingresó con una sensual sonrisa. Su bolso resbaló de sus manos al ser tomada por sorpresa por el cuello y recibir el impacto de un demoledor puño directo a su rostro. Asustada clavó sus ojos en su verdugo y ácidas lágrimas le surcaron el rostro antes de lograr llegar a algún espacio en blanco de su mente, para soportar ese ataque.

*****.



El establecimiento era muy acogedor, plagado por el legado artístico de su dueña Margaery Hill una famosa actriz que era amiga del padre de Jaime, quien por fortuna se encontraba ahí y al reconocerlo, lo recibió con afecto y los condujo a él y sus pupilos en persona hasta una mesa en la recién estrenada zona de una terraza. Después de avergonzarlo un poco y, rogarle que volviera en otra ocasión con su chica, se alejó rumbo a su despacho.

«Shape of muy heart by Sting» se dejó escuchar por encima de la charla de los comensales y, la cadencia suave y melancólica de la melodía, trajo varias memorias a su mente. Jaime sonrió ante una broma que le gastaron los chicos y, entonces el movimiento de una pequeña mano sobre una melena castaña captó su atención. Cerca de ellos una joven madre, elegante y delicada, disfrutaba de un momento con su hijo en medio de un desayuno con sus amigas.

El muchachito tendría unos catorce años, compartían el castaño cabello y sonrientes ojos marrones. El chico observaba embelesado a su madre, mientras con una gran sonrisa la cautivaba realizando una suerte con naipes. En un momento dado, algunos de estos salieron volando por los aires, yendo a parar a los pies del joven Comandante, quien se apresuró a tomarlos y se irguió para entregárselos en mano . El jovencito le sonrió agradecido y después de presentarse, le preguntó si conocía algún truco.

Nuestro amor al final del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora