...«Déjame mostrarte la relatividad del tiempo: dame una noche y tardarás una eternidad en olvidarla»...
— Jefe, tenemos una situación...— anunció Cayetano ingresando intempestivamente y sin anunciarse en la sala, provocando que Jaime saltará hacia atrás alejándose de Alma para no comprometerla. El oficial omitió hacer comentario alguno y prosiguió con su informe —. Un vehículo propiedad de los Mendiola acaba de ser siniestrado frente a su domicilio.
— ¡No puedo creer mi mala suerte!— maldijo entre dientes, Alma tuvo que contener una risa—. De acuerdo, adelántate con Huerta, vamos detrás de ustedes — ordenó, Cayetano asintió y salió por su compañera.
Apenas el oficial desapareció de la sala, Jaime cruzó una mirada torturada con Alma, ésta se encogió de hombros.
— La diversión tendrá que esperar-indicó con una leve sonrisa, él resopló —. Iremos y no tardaremos nada te lo aseguro — se acercó a él y posó su mano en su torso —. Tú eres muy bueno sacando la verdad — añadió sugestivamente.
— No era lo que quería sacar ahora, pero que más da — refunfuñó como un niño al que le han arrebatado su golosina.
— ¿Te parece bien si primero dejamos a Rocco en casa? — preguntó Alma al momento de llegar al vano de la puerta.
— Sí, será lo mejor. Anda mueve ese hermoso par de piernas — apremió —, que quiero acabar con esto de una vez.
Caminó al lado de la joven con rumbo a los ascensores, anhelando poder estrechar su mano pero no debía y se contuvo. Alma deseaba tocarlo pero la cohibía estar en un lugar donde todos los observaban y juzgaban en cada acción.
Al llegar a la escena del siniestro, los bomberos ya habían sofocado el fuego y la unidad forense comenzaba a revisar.
— Por aquí jefe— le llamó Cayetano.
— ¿Qué tenemos?
— El automóvil siniestrado es uno de los que normalmente utiliza Braulio Mendiola, sin embargo no había nadie dentro.
Jaime se había acercado ya a los restos del vehículo, lo detallaba con sus marrones ojos.
— Que la unidad de forenses no se deje nada, cada muestra debe analizarse a conciencia- indicó —. Debemos saber con exactitud el material utilizado, por lo general quienes trabajan con explosivos, siempre se obsesionan con los mismos materiales y así es cómo daremos con ellos.
— De acuerdo, jefe.
— ¿Alguien de la familia se encuentra en casa? ¿Han localizado al señor Mendiola?
— En casa solo se encuentra Yago Mendiola.
— Bien, veré si acaso sabe dónde podemos ubicar a su padre — anunció girando en su eje para dirigirse hacia la residencia.
Los gritos y amenazas de una mujer se dejaron escuchar, logró burlar a un agente que falló impidiéndole el paso y Jaime tuvo que interponerse en la loca carrera que emprendió con dirección al auto incendiado.
— ¡Déjame pasar! ¿Qué ha sido esto? ¡Por Dios! — gritó consternada golpeando el pecho de Jaime, él le impedía el paso frenándola con su cuerpo.
— Tranquilícese, no debe acercarse — exigió conteniéndola por los hombros, mientras la voluptuosa rubia continuaba resistiéndose, se retorcía y se agitaba, sacudiendose contra él.
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Nuestro amor al final del tiempo
RomanceJaime Noyola, es un joven y atractivo Comandante en plena ascensión. Respetado por su coraje, famoso por su fuerte personalidad y su inquebrantable sentido de la justicia. Su corazón duele en soledad, por las heridas de un doloroso pasado y su confi...