Capitulo 7. Buscando detalles

1.6K 270 314
                                    

...«Déjame mostrarte la relatividad del tiempo: dame una noche y tardarás una eternidad en olvidarla»...


— Jefe, tenemos una situación...— anunció Cayetano ingresando intempestivamente y sin anunciarse en la sala, provocando que Jaime saltará hacia atrás alejándose de Alma para no comprometerla. El oficial omitió hacer comentario alguno y prosiguió con su informe —. Un vehículo propiedad de los Mendiola acaba de ser siniestrado frente a su domicilio.

— ¡No puedo creer mi mala suerte!— maldijo entre dientes, Alma tuvo que contener una risa—. De acuerdo, adelántate con Huerta, vamos detrás de ustedes — ordenó, Cayetano asintió y salió por su compañera.

Apenas el oficial desapareció de la sala, Jaime cruzó una mirada torturada con Alma, ésta se encogió de hombros.

— La diversión tendrá que esperar-indicó con una leve sonrisa, él resopló —. Iremos y no tardaremos nada te lo aseguro — se acercó a él y posó su mano en su torso —. Tú eres muy bueno sacando la verdad — añadió sugestivamente.

— No era lo que quería sacar ahora, pero que más da — refunfuñó como un niño al que le han arrebatado su golosina.

— ¿Te parece bien si primero dejamos a Rocco en casa? — preguntó Alma al momento de llegar al vano de la puerta.



— Sí, será lo mejor. Anda mueve ese hermoso par de piernas — apremió —, que quiero acabar con esto de una vez.

Caminó al lado de la joven con rumbo a los ascensores, anhelando poder estrechar  su mano pero no debía y se contuvo. Alma deseaba tocarlo pero la cohibía estar en un lugar donde todos los observaban y juzgaban en cada acción.





Al llegar a la escena del siniestro, los  bomberos  ya habían sofocado el fuego y la unidad forense comenzaba a revisar.

— Por aquí jefe— le llamó Cayetano.

— ¿Qué tenemos?

— El automóvil siniestrado es uno de los que normalmente utiliza Braulio Mendiola, sin embargo no había nadie dentro.

Jaime se había acercado ya a los restos del vehículo, lo detallaba con sus marrones ojos.

— Que la unidad de forenses no se deje nada, cada muestra debe analizarse a conciencia- indicó —. Debemos saber con exactitud el material utilizado, por lo general quienes trabajan con explosivos, siempre se obsesionan con los mismos materiales y así es cómo daremos con ellos.

— De acuerdo, jefe.

— ¿Alguien de la familia se encuentra en casa? ¿Han localizado al señor Mendiola?

— En casa solo se encuentra Yago Mendiola.

— Bien, veré si acaso sabe dónde podemos ubicar  a su padre — anunció girando en su eje para dirigirse hacia la residencia.

Los gritos y amenazas de una mujer se dejaron escuchar, logró burlar a un agente que falló impidiéndole el paso y Jaime tuvo que interponerse en la loca carrera que emprendió con dirección al auto incendiado.

— ¡Déjame pasar! ¿Qué ha sido esto? ¡Por Dios! — gritó consternada golpeando el pecho de Jaime, él le impedía el paso frenándola con su cuerpo.

— Tranquilícese, no debe acercarse — exigió conteniéndola por los hombros, mientras la voluptuosa rubia continuaba resistiéndose, se retorcía y se agitaba, sacudiendose contra él.

Nuestro amor al final del tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora