VI

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ESTABA ACURRUCADA EN la cama que solía ser mía en la casa Hale con dos peluches en mis manos. Mi habitación era una de las que habían sobrevivido, y gracias a Dios muchas cosas estaban en su lugar. Como por ejemplo la repisa que estaba en la pared con fotos y libros infantiles que mi madre me leía antes de mandarme a dormir.

O la mesa de luz al lado de la cama que contenía dinero que mi madre había guardado donde iban los zapatos. Ella creía que no lo sabía, pero estaba al tanto de eso. Eran exactamente diez mil dólares que siempre habían estado ahí por si algo sucedía o lo necesitábamos, mi madre los había ahorrado durante años, prácticamente desde que nací. Yo lo tenía ahí en caso de emergencia, pero sabía que debía sacarlo de una vez. No me podía arriesgar a que me lo roben.

Miré los peluches de lobo que tenía y suspiré. Uno era mío y el otro era de mi tía Cora, regalos de mi tío Peter. Uno tenía cara de enojado y parecía que gruñía, el de Cora, mientras que el mío era más tierno, llevaba una sonrisa en la cara.

Extrañaba a mi familia más que a nada en el maldito mundo.

Saqué mis garras, desgarré el estómago del oso tierno y le saqué un poco de relleno, para luego agarrar la plata que estaba escondida y guardarla ahí. Metí otra vez el relleno. Luego cuando llegara a casa lo cocería.

Sentí una presencia cerca, pero no le di mucha importancia porque supe que se trataba de Derek, quien se acostó al lado mío y me abrazó. Escondí mi cara en su pecho y solté un sollozo. Sin poder evitarlo, recordé cuando éramos más pequeños y Cora y yo nos colábamos en su cama con la excusa de que le temíamos a la oscuridad. A veces era eso, a veces veíamos monstruos, a veces simplemente no queríamos dormir solas.

Extrañaba a Cora, más que mi tía era mi mejor amiga. Era raro llamarla tía, porque ella tenía un año menos que yo. En el incendio ella tenía diez y yo once.

—Madelaine, la casa dejó de ser nuestra —comenzó a hablar—. Y en cualquier momento la van a demoler, así que si no quieres perder tus cosas será mejor que las saques —asentí.

Ninguno habló luego de eso. Yo solo lloraba en silencio sobre su pecho y él acariciaba mi cabello.

Era igual a como él y mi tío Peter nos abrazaban a mí y a Cora cuando éramos pequeñas, me trajo tantos recuerdos que lo único que pude hacer fue volver a sollozar.

—Laine...

—Derek, no puedo —murmuré—. Extraño a mi mamá —sollocé, sonando como si fuera una pequeña.

—La encontraremos —susurró, pero había algo que no terminaba de convencerme en eso. Sin embargo, lo ignoré y cerré los ojos.

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The Liar Wolf [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora