XVIII

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Me removí incómoda en la cama cuando escuché un molesto ruido a mi lado y tapé mi cara con las mantas para dejar de escucharlo. Sin embargo, no funcionó porque el aparato siguió sonando.

Bufé y me saqué los acolchados de la cara, notando que estaba sola en la cama. Tomé el teléfono cuando volvió a sonar.

—Ya sabes dónde. En veinte minutos te quiero ahí.

—¿Quién es? —pregunté con voz ronca. Estaba demasiado dormida para reconocer la voz.

—Ya sabes quién.

Me levanté de un salto de la cama. Sí, sabía quién era, y no era exactamente Voldemort. Era Derek, y también sabía a qué lugar se refería.

Corté enseguida, asustada. Sabía que mi teléfono no se podía rastrear, pero no estaba segura de si podían o no intervenirlo, y no me quería arriesgar. Me vestí con rapidez y salí por la ventana, para enseguida comenzar a correr hacia el lugar donde Derek estaba esperándome. Era una estación de trenes abandonada. La habíamos encontrado pocos meses antes y quedamos en usarla como punto de reunión en algún momento. Según Derek, siempre era bueno tener un segundo lugar al que ir por si nuestra casa era invadida, y ahora en nuestra casa seguro había muchos policías.

Entré al lugar y, apenas divisé a mi tío, corrí hacia él y lo abracé, entrelazando mis brazos detrás de su cuello. Probablemente estaba dejándolo sin aire gracias a la fuerza que ejercía, pero me daba igual en ese momento. Solo quería abrazarlo, asegurarme de que estaba a salvo y que no iba a volver a irse. Cuando me soltó, fue cuando noté que había dos presencias más en el lugar.

Gruñí y saqué mis garras, dispuesta a degollar a Scott y Stiles, pero mi tío me sostuvo de los brazos y me alejó de los adolescentes.

—Tranquilízate, Madelaine.

—Voy a matarlos.

—No vas a matar a nadie.

—Les voy a abrir la garganta con mis garras. Aléjate.

Al contrario de lo que le ordenaba, Derek me agarró con más fuerza. Volví a gruñir y me sacudí, mostrándoles mis ojos azules a los chicos. Ellos se alejaron un paso. Stiles me miraba con miedo y Scott rehuía mi mirada.

—Por Dios —murmuró Stiles—. Muy bien, muy bien. Sabemos que estás enfadada, pero vamos a calmarnos y pensar durante un segundo.

Dejé de removerme en los brazos de mi tío para fulminar con la mirada al castaño.

—No tengo nada que pensar, Stilinski.

—Cometimos un error, pero no fue la muerte de nadie.

—¡Casi hacen que maten a mi tío! —espeté, intentando ir hacia ellos otra vez. Bufé cuando mi tío, más rápido que yo, volvió a sostenerme—. ¿Te importa? Intento matarlos.

The Liar Wolf [Teen Wolf]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora