The Liar Wolf [Teen Wolf]

VII

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EN TODO LO QUE PODÍA PENSAR ERA EN MI MADRE. Recuerdos de cuando era pequeña pasaban por mi mente. La última vez que la vi, cuando fui corriendo a su trabajo cuando sucedió el incendio. Cuando se despidió de mí antes de irse a Nueva York, diciendo que iba para encontrar un lugar a donde llevarme y podamos vivir juntas, prometiéndome una vida que nunca cumplió. Me dijo que debía instalarse primero y encontrar un lindo lugar, para luego volver a buscarme y llevarme con ella y mi tío Derek.

Cinco años lejos estuvo, y aunque supe que me había abandonado yo ya la había perdonado. La había visto dos veces luego de que se haya mudado, vino a visitarme y me pintaba toda una vida color de rosa y yo me lo creí hasta que cumplí quince y dejé de esperarla a ella y a Derek. Cuando Derek volvió hace poco, no podía tenerlo cerca, ni siquiera verlo, sin sentirme traicionada, pero se me hizo imposible no perdonarlo. Él era mi familia y la única que me quedaba.

—Madelaine —volvió a llamar el sheriff. Estábamos en la comisaría y a mí me estaban preguntando qué sabía sobre Derek y "la mujer asesinada"—. Necesito que me mires y me respondas.

—Sheriff, aún está en shock —intentó frenar las preguntas Thomas—. No puede responder así.

—La mujer era mi mamá —susurré—. Y Derek es mi tío. Ellos habían ido a Nueva York, se suponía que volverían. Derek me mintió, pero él nunca sería capaz de asesinarla. Es inocente. Lo sé, conozco a mi tío, sheriff. Nunca sería capaz de asesinar a alguien. Derek... él...

—Está bien, tranquila —intentó hablarme Thomas.

Escuchaba al Sheriff haciéndome más preguntas, pero yo simplemente lo ignoraba mientras esperaba que las preguntas terminen y me pueda ir a mi casa a llorar tranquila.

—Aún está en estado de shock. Collins, puedes llevarla a casa, no le sacaremos nada así.

Thomas me agarró de la mano y me sacó de la sala de interrogatorio, para luego llevarme a su patrulla. El camino a casa fue corto, y de ahí me acompañó a mi habitación.

Me acosté en la cama y corrí la computadora que había quedado de la noche anterior.

Thomas acarició mi cabello.

—¿Algo que pueda hacer por ti? —preguntó.

—No, solo quiero dormir —murmuré. Él asintió.

Cuando se fue luego de apagar la luz, sentí una mirada encima mío. Al mirar hacia la ventana, noté que era Scott el que estaba mirándome, por lo que le dediqué una mínima mirada y luego cerré la persiana, oliendo desde aquí su decepción.

Volví a acostarme y me escondí entre las almohadas, otra vez llorando en silencio. La puerta volvió a abrirse, y por esta entró Thomas. Dejó un plato con un sándwich y un vaso de jugo.