Madelaine Collins. Una de las chicas más populares de su escuela sin ni siquiera estar al tanto de eso. Era buena y tierna con todos, dispuesta a ayudar hasta a la persona que menos se lo merezca, pero esa era su manera de ocultar el vacío y el dolo...
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—ESTÁS MUERTO —ESPETÉ, TOMANDO A SCOTT DE LA CAMISA y dejándolo caer sobre el capó del auto.
Derek apareció a los segundos y lo fulminó con la mirada.
—¿Qué diablos fue todo eso? —preguntó exaltado Scott.
—Dije que te enseñaríamos, no dije cuándo —respondió
—¿"Enseñaríamos"? —inquirió confundido. Derek y yo asentimos—. Me dieron un susto de muerte.
—Aún no —refuté.
—Pero fui rápido, ¿no?
—No lo suficiente —negó mi tío.
—Pero lo de la alarma del auto fue astuto.
—Sí, hasta que sonó tu teléfono.
—Pero fue... ¿puedes parar? —chilló—. Fue mi culpa lo que pasó con el papá de Stiles. Pudo haber muerto. Y fue mi culpa que el puma te atacara, Madi. Debí haber hecho algo. Enséñenme a controlar esto.
—Nosotros nacimos así, tú fuiste mordido. Enseñar a alguien que fue mordido toma su tiempo, no sé si pueda enseñarte.
Rodé los ojos. Confirmado, Derek era un maldito pesimista.
—¿Y qué tengo que hacer? —Scott parecía exhausto de la situación, y podía entenderlo.
Ser un hombre lobo no era nada fácil, y menos al haber sido convertido de la noche a la mañana. El chico debería preocuparse por la escuela, por salir de fiesta y conocer gente. No era justo lo que le sucedía, pero ya estaba convertido y ahora quedaba ayudarlo.
—Deshacerte de las distracciones. Por esto te atrapé —agarró su celular—. Si quieres que te enseñemos, olvídala.
—¿Por su familia? —Derek no respondió, simplemente lanzó el teléfono hacia el suelo con fuerza, haciéndolo pedazos—. ¡No!
—¿Te estás enojando? —inquirí. Era una terrible manera de enseñarle, pero Derek y yo no conocíamos otra—. Esa es tu primera lección. Se aprende a controlar la transformación a través de la ira. Utiliza una ira animal primitiva. No puedes hacerlo con ella cerca.
—Puedo enojarme —me chilló, molesto.
Yo lo miré incrédula. Scott no podía enojarse ni aunque lo intentara, era demasiado bueno.
—¡No! Solo así podemos enseñarte. ¿Puedes alejarte de ella? ¿Al menos hasta la luna llena?
—Si es necesario, sí —respondió.
—¿Quieres sobrevivir? ¿Quieres proteger a tus amigos? —inquirió Derek.
—Sí. Si puedes enseñarme, yo puedo alejarme de ella.