Madelaine Collins. Una de las chicas más populares de su escuela sin ni siquiera estar al tanto de eso. Era buena y tierna con todos, dispuesta a ayudar hasta a la persona que menos se lo merezca, pero esa era su manera de ocultar el vacío y el dolo...
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DURANTE LOS SIGUIENTESMINUTOS ESTUVE AUSENTE.
Sentía mi corazón palpitar con fuerza contra mi pecho. Scott y Stiles intentaban que les preste atención, podía escucharlos, pero sus voces eran sonidos lejanos contra los fuertes y constantes latidos de mi corazón. Me deshice del agarre que Scott tenía sobre mi cintura y apoyé mi espalda contra la pared, para luego dejarme caer de rodillas al suelo. Ya ni siquiera me importaba que me vean en ese estado vulnerable.
No sabía si aún lloraba o si mis ojos se habían secado, pero no podía sacarme de la cabeza la imagen de mi tío siendo atravesado por las garras del Alfa. Y todo por aquella estúpida idea de demostrar que el jefe de Scott no era el hombre lobo asesino psicópata.
Aquel hombre había matado a mi madre y ahora también había atentado contra mi tío. ¿Qué tenía en contra nuestra aquel veterinario?
Nunca debí haber dejado que los chicos lleven a cabo aquella idea. Desde un principio debí haberles dicho que nos dejen a Derek y a mí solucionar el problema.
Y ahora mi tío no estaba, y yo tenía a dos adolescentes completamente novatos en el mundo sobrenatural y debía cuidarlos.
Pero mi pregunta era, ¿por qué debía hacerlo? Ellos eran la razón por la que mi tío estaba herido o (Merlín no lo permita) muerto, tirado en algún lugar del estacionamiento de la escuela. No tenía porqué protegerlos cuando ellos no nos protegieron ni a Derek ni a mí. Había intentado hacerle entender a Scott que todos éramos un equipo, casi una manada, pero fue en vano. Scott no confiaba en nosotros y he aquí el resultado.
—Esto no resistirá, ¿cierto? —escuché a Scott murmurar.
Stiles le respondió algo por lo bajo, y segundos después noté que corrió afuera. En otro momento iría a buscarlo y lo traería de la oreja por ponerse en peligro, pero ahora no me importaba lo que hiciera.
¿Por qué lo había hecho? ¿Qué tenía ese hombre en contra de los Hale?
Tenía tantas preguntas y ni una respuesta. Excepto la obvia. Aquel hombre estaba ahí para lastimarnos a Derek y a mí. Se deshizo de Derek, y le quedaba yo.
Intenté levantarme, pero mis extremidades seguían débiles y temblorosas. Mis manos temblaban mientras que mis pies se sentían adoloridos dentro de mis tacos. Sentía frío en mis brazos, y escuchaba un pitido en mi oídos que alejaba el resto de los sonidos. No podía escuchar nada. Solo pensaba en salir y hacerle daño a aquel Alfa.
No supe que seguía llorando a mi tío hasta que Scott me secó la cara. Corrió mis cabellos de mi rostro y me tomó de las mejillas para que lo mire. Yo lo veía borroso a causa de nuevas lágrimas que se agruparon en mis ojos.