Era consciente del peso de mi cuerpo sobre el colchón y bajo unas cuantas frazadas, pero aún así, recién despierta, me negaba a abrir los ojos o moverme siquiera, por más que la luz de la madrugada me estuviese molestando. Quizás si me quedaba quieta un rato, volvería a dormirme. De alguna manera, parte de mí sabía que eso no iba a ser posible.
La puerta se abrió lentamente, haciendo un espantoso sonido que dejaba deseando que alguien hubiese aceitado las visagras. El mismo sonido hicieron las maderas del suelo tras el peso de una persona caminando sobre ellas. Aún no habría los ojos pero sí sabía que James no era y que tampoco eran mis padres, ya que ellos hubiesen tocado la puerta antes de entrar. Sabía que Rosie se había ido a un concurso de salto en Alemania, por lo que dejaba solamente a mi hermana como posible intrusa en mi habitación.
—Terrence llamó— dijo antes de saltar a la cama y recostarse a mi lado —. Me dijo que quería enmendar las cosas. No sé qué hacer, ¿voy o no voy? ¿Qué pasa si voy y en vez de enmendar las cosas me dice que ya firmó los papeles del divorcio?
—¿Te subiste a mi cama con zapatillas?— pregunté, consciente de lo que ella me estaba contando pero con pocas fuerzas como para ayudarla.
—¡Lyndy!
—Bueno, ¡perdón!— dije abriendo mis ojos de una vez por todas y pestañeando rápidamente para acostumbrarme a la luz de la habitación —No puedo ayudarte y vos no podés soltar una bomba como esa sin saber cuál es el estado mental de la otra persona. Te amo y me encantaría poder decirte qué hacer, pero en este momento tengo muchas ganas de tirarme de un precipicio.
—Creo que alguien se levantó del lado izquierdo de la cama...
—¡Todavía no me levanté!
Maesy se fue de mi habitación tras recibir un almohadonazo de mi parte, pero al poco tiempo volvió y se paró en el umbral de la puerta.
—Nemo tiene hambre, ¿adónde guardás el alimento balanceado?
Tras todo el alboroto del embarazo, las peleas con James, la repentina visita de mis padres y mi hermana, me había olvidado de mi perro. Mi fiel Golden Retriever de nombre Nemo. También había abandonado mi trabajo, hacía prácticamente dos semanas no entrenaba a ningún caballo, y dentro de unos días mis alumnos volverían y tendría que comenzar a organizar los establos.
Miré a Maesy. Vestía una camisa de seda color azul marino y sus pantalones del pijama, en los pies llevaba unas medias a rayas que no tenían ninguna combinación con la ropa puesta; sus cabellos estaban revueltos, mostrando la libertad de sus rulos a la altura de los hombros. Nunca había sido de las que se peinaban; probablemente esa característica la saqué de ella.
—En el armario del cuarto del lavarropa.
No respondió, solamente dio media vuelta y se encaminó hacia donde le había indicado.
Miré la hora. Las 9 am. Decidí levantarme, debía retomar todo mi trabajo en algún momento y emocionalmente no la estaba pasando bien, por lo que intentaría despejar mi cabeza con algunos caballos.
Esa mañana decidí saltear el café, no me sentía muy bien como para beberlo. De alguna manera me retrotraía a aquella mañana en la que le había pedido a James cuatro tostadas y luego las vomité. Horas más tarde me enteraba del embarazo.
Salí de la casa. Estando a finales de febrero ya se podía sentir el incremento de la temperatura, y la nieve no abundaba, por el contrario, comenzaba a derretirse y a dejar charcos y hielo por todos lados.
Los establos estaban relativamente ordenados, la noche anterior había estado allí pero por la oscuridad no había podido observar su estado.
—¡Buenos días, muchachos!— dije, convenciéndome de que me entendían —... y muchachas. Lo siento.
Cada tanto me olvidaba de Thelma y Louise, pero verlas me daba alegría. El parto de ellas no había sido fácil, y por determinadas circunstancias me había tocado atenderlo sola, por primera vez sin la ayuda de mi padre. El miedo que había sentido no se comparaba con la adrenalina y la emoción una vez que las dos nacieron y se encontraban bien. En cuestión de segundos habían logrado ser mis favoritas, pero más tarde llegó Cowboy y bueno, les arrebató el primer puesto en un abrir y cerrar de ojos.
—¿Qué les voy a preparar hoy? Hace unos cuantos días vienen comiendo solamente alimento balanceado. Ya es hora de algo con más... sabor.Agarré unos cuantos baldes y comencé a mezclar, como en los viejos tiempos, avena, banana y miel. Nemo entró corriendo a los establos y comenzó a ladrar y a perseguir su cola, hasta que se cansó y se recostó en una esquina. Se sentía bien. Me sentía bien; tal como hace unos cuantos meses atrás donde el único problema en mi vida era William.
—A ver— dije comenzando a poner los baldes en cada uno de los respectivos boxes —... Clyde, Thelma, Cow... Cowboy.
Lo miré. Mi fiel Appaloosa. Allí parado, mirando cómo depositaba el balde con su comida, siempre le había gustado esa mezcla de avena. Comencé a sentirme mal, técnicamente lo había abandonado, hacía casi dos semanas que no le prestaba atención. Tanto que había luchado para no venderlo, tanto que aplacé fechas de entrega y de venta, para luego no estar con él.
Mi celular comenzó a sonar en el bolsillo de mi campera, me tomó unos segundos dejar de mirar a mi caballo y prestarle atención a la pantalla.
—¿Hola?— pregunté confundida ante el número desconocido que llamaba.
—¿Lyndy Wennienfred? Soy Mason Robbins, espero que te acuerdes de mí. Quería saber si podíamos buscar hoy a Cowboy.
Me quedé estupefacta, helada. Por un microsegundo, mi cuerpo entero recibió algo parecido a una descarga eléctrica y se quedó en su lugar, quieto. Mi estómago se achicó hasta quedar del tamaño del de un bebé y mis pulmones dejaron de recibir aire. Tenía que responder y comportarme como una adulta, sin permitir que mis sentimientos interfieran. No sabía si iba a ser posible, pero dejé que mi alter ego, aquel que es indestructible y nada le afecta, dé una respuesta.
—S-sí. Lo voy a preparar para que lo lleven.
Tan pronto como terminé de hablar, presioné el ícono en la pantalla para finalizar la llamada.
Debía despedirme.
Dos cosas:
1) Me gustaría que me digan cómo debería terminar la historia/cómo les gustaría que termine. Tengo planeado el final y no lo voy a cambiar, es solo para saber qué piensan ustedes.
2) Muchas gracias a todos los que mantuvieron en sus pensamientos a mi amigo, ya está recuperado del accidente y anda muy bien.
-WS
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La Chica de los Caballos
Teen FictionUna fiesta, mucho alcohol, un test de embarazo, y, por supuesto, muchos caballos. Lyndy tiene el poder de unir todo eso en su vida y hacer que luzca normal, ¿la acompañás?